«Recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional» (II)

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Tomo de nuevo la acertada frase del Jefe del Estado, en su acertado discurso de 24-12-2014, para mi entrada de hoy. El llamamiento de Felipe VI tiene plena vigencia en este día, cuando tres presidentes de comunidad autonóma (que, constitucionalmente, son la máxima representación del Estado en su territorio y de ello les viene su legitimidad y su legalidad para gobernar en esa comunidad) y otros pequeños demagogos se dedican a despreciar a la nación española y a ridiculizar el Día Nacional de España.
No recuerdo los detalles
ni la fecha de uno de los actos que Ediciones de la Torre celebró en el Ateneo bajo la presidencia de José Prat García, pero sí recuerdo bien la magnífica impresión que me hizo don José cuando fui a buscarlo a su domicilio para llevarlo al acto: socialista de los clásicos (ilustrado, moderado, educado y amable) se había presentado, a la vuelta del exilio, a las elecciones como dirigente del PSOE (Sector Histórico) pero, tras el resultado de las urnas, se había integrado en el PSOE «oficial» (devenido a tal mediante maniobras internas y externas). No sabía yo entonces, o no la había valorado correctamente, la postura de don José, como senador por Madrid, en relación con la Ley 18/1987, de 7 de octubre que había establecido en su artículo único «Se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre.» El Sr. Prat había declarado, en su calidad de senador, que cualquier país que tuviera en su historia la hazaña de haber encontrado todo un continente y haberlo incorporado al mundo que ya sentía la necesidad de una globalización civilizatoria (por muchas sombras que acompañen a las inmensas luces que iluminan la gesta) se sentiría especialmente orgulloso y no dudaría en señalar la fecha del descubrimiento como Día Nacional. ¡Cierto! A pesar de los errores, a pesar de las leyendas negras y a pesar de tantas guerras cainitas que hemos tenido en España, bien podemos sentirnos orgullosos de nuestro 12 de octubre, como debemos sentirnos orgullosos de haber puesto en pie, hace más de cinco siglos, uno de los primeros estados de Europa, de haber expandido por todo el mundo una lengua riquísima que hablan 500 millones de personas, de haber establecido una de las primeras constituciones modernas (la Pepa de 1812) y de haber mantenido una diversidad en la unidad que solo la acción concertada de grandes corruptos, de estúpidos racistas y xenófobos y de pequeños ignorantes y demagogos pone en peligro (aunque no nos engañemos: se trata de una exigua minoría, por mucho que se aprovechen hábilmente de tibios y confusos, frente a una inmensa mayoría de españoles, que no permitirán que se destruya una labor de siglos que ha conseguido, a trancas y barrancas y con no pocos errores y tragedias, uno de los países del mundo más agradables para vivir).
Tal como recogí en mi crónica del acto de Libres e Iguales del Ateneo, del 22 de septiembre ppdo., uno de los intervinientes, Federico Jiménez Losantos, aseguró
: «el problema fundamental de España […] es la traición de la izquierda a la idea nacional». Es verdad esa traición, y ello constituye una de las tragedias de nuestra historia moderna, de nuestra Transición, pero no es menos cierto que la derecha, con un Ejecutivo débil, con o sin mayoría absoluta, y embarrancado en la corrupción, no ha sabido adaptar la idea nacional a una situación democrática y ha oscilado entre una concepción vulgar de patria y una indolencia suicida frente a los ataques de los separatistas.
Por eso hizo muy bien el Jefe Estado en llamar a la gente del común a sentir «orgullo nacional», en convocar al buen pueblo, al verdadero pueblo, a defender, contra viento y marea, nuestra nación, la nación de todos, diversos pero unidos. Celebremos, pues, el Día Nacional de España como se merece: al lado de nuestras legítimas autoridades (aunque no nos gusten del todo), descarga (1)pensando en las generaciones que nos precedieron en nuestra tierra y en las venideras que han de disfrutarla, con orgullosa alegría, con optimismo frente al inmediato futuro, a pesar de los nubarrones que, como ahora en Madrid, se ciernen sobre nosotros.

 

 

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Dulce noviembre

admin-ajax (1)(Para E., tras el Monte de El Pardo)

Noviembre dulce (Pat O’Connor, 2001). Con Keanu Reeves y Charlice Theron como protagonistas, esta «comedia/drama» es una réplica de la película de 1968, con dirección de Robert Ellis Miller sobre un argumento de Paul Yurick y Kurt Voeler (datos extraídos de Filmaffinity). Dirección e interpretación controvertidas… Pero la película incita a la reflexión sobre el eterno tema de la búsqueda de pareja, en esta ocasión en un contexto típicamente norteamericano… con la sombra de la soledad y la muerte prematura, siempre acechantes.
En esta historia, el ejecutivo que dedica toda su energía, al trabajo, al triunfo social, que se encuentra con la (bellísima) chica que ha huido justamente de ese ambiente y que se dedica, de forma aparentemente anárquica y caprichosa, a gozar de cada momento (un hombre para cada mes, por eso Nelson Moss será noviembre y solo noviembre en la vida de Sara), a apurar toda la pasión que nos brinda el «carpe diem», en un juego, en el juego, que resulta la vida… Pero tras ello, como la Vida descubrió el amor para poder renovarse permanentemente, vienen todos los problemas de lo individual y lo colectivo, de la eterna (diabólica) dialéctica del amor (el yo y el transformado en nosotros) y, al final, todo puede quedar encerrado en un mes, en un instante, o puede proyectarse hacia la eternidad. La magia de las 24 imágenes por segundo, pero también un árbol o un bosque, una bellota caída en el suelo, una juvenil sonrisa capturada, un mohín de coquetería, unaadmin-ajax hoja de parra o de plátano que te transporta al dúo de Adán y Eva (de la hermosa Creación de Haydn) todo te habla de la realidad pero también de los sueños, todo te lleva a ver a la multitud que se agita cada día pero también a ese hombre y a esa mujer que se buscan esforzadamente para lucha contra la soledad, contra la muerte.

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Por la responsabilidad civil

libres-e-iguales-ateneo-1(Para  CAT, V, FPB, AM, MC, ES, EM, JPM y CR)

Me había propuesto hacer un texto con mi opinión sobre las elecciones en Cataluña del domingo pasado, siguiendo la notita que publiqué en Facebook la misma noche del día 27, pero creo que puedo dejarlo pendiente puesto que mucho mejor que leer mis reflexiones es que mis lectores amigos gasten su tiempo o fijen su atención en el acto que se produjo el día 22 de septiembre en el casi bicentenario y famosísimo Ateneo de Madrid (la Docta Casa), que me parece de una importancia capital y que, sin embargo, ha tenido muy escaso eco. Me parece mentira que la reunión de  más de 20 intelectuales, ex dirigentes políticos, comunicadores y analistas de primera categoría en España (desde el primero que intervino, Vargas Llosa, al que cerró el acto, Fernando Savater, un verdadero lujo), con  el Salón de Actos abarrotado y mucha gente en las escaleras y en la puerta del edificio,  no haya merecido casi atención de los medios más populares, no haya producido sesudos editoriales de los grandes rotativos ni, lo que es todavía más significativo, reacciones claras y bien divulgadas de los grandes partidos (ni de los emergentes) nacionales.
Un lujo, como decía, porque, hasta donde llegan mis noticias, no se ha producido en los últimos meses en ninguna otra parte en España un acto político similar. Y no solo porque la sola presencia de los intervinientes significaba un compromiso y un refrendo al manifiesto que se leyó después sino porque a pesar de que fueron todas breves intervenciones (el acto duró un poco menos de dos horas), la riqueza de autoridades oportunamente citadas (Lope, Kant, Julián Marías, Cervantes, Hannah Arendt, Tarradellas, etc.), la cantidad de ideas, conceptos y categorías, la definición matizada de lo que está pasando… todas esas intervenciones (con un lenguaje claro y bello en la mayoría de los casos) contienen elementos de reflexión para la ciudadanía (que cada vez es más numerosa) que quiere entender el drama que se está viviendo en Cataluña. El famoso prusés  es un proceso, un camino, en el mejor de los casos a la división entre catalanes y españoles y en el peor a un golpe de Estado (que no otra cosa sería una declaración unilateral de independencia). Hay que agradecer a la gente de LIBRES E IGUALES, que coordina con gran discreción y eficacia Cayetana Álvarez de Toledo,  y que reúne a personas de distintos orígenes y sensibilidades políticas, pero todas ellas con un claro compromiso con la libertad y el patriotismo, hay que agradecerles, digo, ese esfuerzo que han hecho de reunir personas, testimonios e ideas que nos pueden ayudar a todos y muy especialmente a esa mitad de catalanes que hoy sufren una verdadera dictadura de la sinrazón y de la mentira, del acoso social, etc., que no otra cosa es el nacionalismo fanático.
Abrió el acto Mario Vargas Llosa que, con su verbo inigualable, nos explicó cómo hay ficciones benignas (que añaden algo valioso a la realidad y nos producen placer y saber) y ficciones malignas, que se nos presentan disfrazadas de verdades, de «lecturas objetivas y casi científicas de la realidad» pero que buscan realmente despertar fanatismos; entre ellas, «ninguna ha creado tanta violencia, tanto odio y tanto encono como el nacionalismo» para concluir definiendo claramente el problema: el triunfo del independentismo en Cataluña sería un drama porque España y Europa sufrirían pero, sobre todo, sería «una verdadera catástrofe para Cataluña».
José María Fidalgo recordó a las autoridades nacionales la obligación que tienen de hacer frente a la ilegalidad que desde la Generalidad señorea la vida política social cultural, etc. de Cataluña. Félix de Azúa advirtió a todos de que no puede salir gratis un desafío al Estado y que parece que esto, aunque tarde, han empezado a comprenderlo sectores significativos de Cataluña. Mercedes Fuertes enfatizó la irracionalidad de todo este proceso y se apoyó en Lope de Vega para decirnos «no hay deseos cuerdos con esperanzas locas». Joaquín Leguina aseguró que la diferencia entre barbarie y democracia no es otra que el imperio de la ley y declaró taxativamente que «no se puede dialogar con los energúmenos.» Andres Trapiello, utilizando datos recientes de la propia Generalitat, destacó que solo el 31% de la población de la Cataluña actual tiene como lengua materna el catalán frente al 51% que tiene el español como lengua materna. Frente a esta realidad, el hecho de que la enseñanza se haga en catalán al ciento por ciento en la mayor parte de los tramos educativos convierte a Cataluña en un caso único entre los países y comunidades bilingües del mundo.
Teodoro León Gross recordó que siempre, ante el desafío de la sinrazón, hay que encontrar la respuesta ilustrada, buscando con tesón a esa persona «que puede actuar como un ciudadano emancipado de los mitos. ¡Sapere aude!». Carlos Herrera, con su típico gracejo, vaticinó que los independentistas ganarán las elecciones holgadamente y, con ello, lo que va a ganar realmente es «una forma de vida, el permanente derecho a amenazar para obtener prebendas»: por eso reclamó que, durante el proceso intermedio desde la iniciación de la independencia hasta la hipotética proclamación definitiva, se actúe con mucha inteligencia. Francisco Vázquez defendió ardorosamente a los millones de catalanes discriminados por no haberse plegado a la dictadura nacionalista e hizo una encendida defensa de la unidad de siglos en España.
Arcadi Espada, en un breve texto de gran ingenio, explicó que a quien hay que liberar realmente es a esa «pequeña xenófoba»  que sería la encarnación del nacionalismo catalán. Gabriel Tortella explicó la «paradoja catalana» de que siendo fundamentalmente serios, racionales, pragmáticos (el famoso seny), a los catalanes, de vez en cuando, les entra la rausa (rabia) y se dedican a meterse en guerras, conducidos por iluminados, que terminan siempre trágicamente para ellos. Así su posicionamiento en la guerra del s. XVII entre Francia y España, así en el apoyo a la dinastía de los Austrias en 1714, en las guerras carlistas, en la proclamación estúpida y trágica de la república catalana por Lluís Companys. Andrés Gonzalez recordó que con la crisis ha habido un renacimiento de los fascismos, de los anticapitalismos, de los grupos antisistema y, lamentablemente, del nacionalismo más sectario.
Albert Boadella (que utilizó su magnífico arte teatral para facilitar la salida de Vargas Llosa antes de terminar el acto) parodió las grandes diferencias que hay entre catalanes y no catalanes, que los propios catalanes llevan siglos buscándolas y que se han descubierto gracias a «españoles muy relevantes» como Luis María Anson, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Felipe González, José Manuel García Margallo y Pedro Sánchez (y tantos otros) que son los que han encontrado esas notables diferencias que ni los propios catalanes, se entiende los normales, fueron capaces de encontrar. Por eso hay que citar a Francesc Pujols, cuando dijo «Llegará un día en que por el solo hecho de ser catalán podremos ir por el mundo paseándonos con los gastos pagados.» Santiago González utilizó la conocida frase de Shakespeare para asegurar que «algo huele  a podrido en Vilafranca» y recordar a los arquetipos como Gerard Pique, que apoya el independentismo pero le interesa jugar en la selección de fútbol española, o al Conde de Godó, que presume de ser grande de España pero pone toda su capacidad empresarial y mediática al servicio de los separatistas. Ya dijo Jon Juaristi que los separatistas catalanes, en el fondo, no quieren dejar de ser españoles sino ser españoles de primera. Por otra parte hay que destacar la ancestral  mentalidad rupturista de muchos catalanes y por ello rompieron el carácter lúdico, festivo y unitario de la Diada y han roto la familia y la convivencia entre los propios catalanes: «la ruptura es su razón de ser».
Federico Jiménez Losantos, viejo resistente antiseparatista (Terra Lliure le pegó un tiro por denunciar el separatismo), dijo que hay que luchar cada día por la libertad; recordó que el propio Tarradellas nos previno contra la «dictadura blanca» del siniestro Jordi Pujol; reclamó que se haga un censo de los exiliados de Cataluña en estas décadas e hizo un elogio de y reclamó solidaridad con los millones de ciudadanos catalanes que se han quedado allí maltratados por la dictadura pujolista. Se remitió a la lucha que se inició hace 35 años y aseguró que la clave de todo esto que está pasando, «el problema fundamental de España […]  es la traición de la izquierda a la idea nacional». Elogió la aparición y la actividad de Ciudadanos y advirtió de que la falta de libertad que hay en Cataluña en este momento se está extendiendo a Valencia Baleares, País Vasco, Navarra, Galicia y Canarias. Carmen Iglesias, de dulce y suave firmeza, citó a Hannah Arendt, para rearmarse contra el «delirio contagioso y racional del nacionalismo», contra las fronteras. Nicolás Redondo Terreros se apoyó en el Quijote (la llegada del caballero y su escudero a Barcelona) para explicarnos que en aquel tiempo no había más hecho diferenciales en Cataluña que los que pudiera haber en el resto de España y que todos ellos se regían por las mismas leyes políticas. Concluyó diciendo que lo que está en juego no es elección, entidad, autonomía, etc.; lo que está en juego es la libertad.
Santiago Trancón nos recuerdó, igual que hizo Federico Jiménez Losantos, que esta situación de hoy ya empezó hace 35 años y que entonces hubo el llamado «Manifiesto de los 2.300», que también fue desoído por el gobierno central y que un cúmulo de «mentiras, traiciones, chantajes y amenazas de unos y otros», sobre todo de los partidos mayoritarios,  han entregado «el poder a una minoría arrogante, ambiciosa y corrupta que actúa como una dictadura muy parecida a las nazis y los fascistas del primer tercio del siglo pasado». Francisco Sosa Wagner exhibió el pasaporte español para vaticinar que, en el caso de seguir adelante la deriva nacionalista, los ciudadanos de Cataluña necesitarán un pasaporte para trasladarse a otros lugares de España. Fernando Savater  insistió mucho en el carácter autonómico de las elecciones y que, por tanto, los ganadores, saquen los votos y escaños que saquen, no pueden argüir ninguna legitimidad para cualquier declaración que vaya más allá de sus atribuciones constitucionales; si así lo hicieran «sería una agresión a todos los españoles»; por eso llama a la responsabilidad: «las personas  libres nunca preguntan qué va a pasar, preguntan qué vamos a hacer.»
Para terminar, Cayetana Álvarez de Toledo leyó, fuera de escenario, el breve pero rotundo manifiesto (que también se proyectó en la pantalla), que comienza advirtiendo a los abstencionistas de que el día 28 no podrían decir «yo no sabía» que la intención de los que han pedido el sí para sus pretensiones políticas era la liquidación de los derechos de ciudadanía de todos los españoles, la salida de la UE, la ruina económica para una generación…
20 voces cualificadas, 20 razones, 20 emociones, componiendo una bella coral que forma parte de lo más sereno de España, del patriotismo constitucional, del compromiso con la Democracia y el respeto a la Ley; una llamada responsable a una ciudadanía compuesta por personas libres e iguales.
El vídeo con todas las intervenciones, incluyendo el saludo inicial del presidente del Ateneo Enrique Tierno Pérez-Relaño y el texto de la declaración, puede verse aquí.

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Cataluña hoy: sí se puede

ETA2Nicolás Redondo Terreros, uno de los pocos (ex) dirigentes del PSOE que (cuando estaba en vigor la política socialista de pactar con la ETA, en medio de una gran controversia), rehuía la «equidistancia», repetía una y otra vez que, al menos, sería bueno que cada responsable político manifestara claramente si su estrategia para acabar con la barbarie terrorista consistía en derrotar, por todos los medios legales y con todas las consecuencias políticas, a la banda criminal o en pactar una salida de la violencia; siempre aclaraba: yo soy partidario de una derrota clara y rotunda pero aceptaría discutir con los que proponen la salida negociada siempre que se explicara eso claramente a la población. Sabemos que nadie le hizo caso y que al final el desenlace es una chapuza donde la derrota no es clara y rotunda, donde la negociación fue (¿sigue siendo?) clandestina y donde los derrotados «militarmente» salen muy reforzados políticamente, como demuestra la situación actual en muchos ayuntamientos del País Vasco y en el propio gobierno de Navarra, con el consiguiente escándalo de las víctimas del terrorismo y de mucha más gente. Se demuestra así una vez más que, en las batallas fundamentales, en las contradicciones antagónicas, para buscar la derrota del enemigo, hay que arriesgarse: se gana o se pierde con todas las consecuencias, políticas y personales, pero si se gana, la situación es completamente diferente: las respectivas posiciones quedan claras, los dirigentes vencedores consolidan su posición y los derrotados son apartados de la vida política; el final de la contienda produce una situación clara; en una salida «negociada», en cambio, el riesgo de que las cosas no queden claras y que no se resuelvan los graves problemas que se negocian es mucho mayor y se produce la paradoja, muchas veces, de que los negociadores de una y otra parte salen triunfantes.. pero la población sobre la que se negoció queda más débil: ¿hace falta citar el caso del tercer rescate a Grecia?
El nacionalismo catalán tiene una historia y una evolución muy diferente al vasco, aunque siempre ha tenido unas relaciones fraternales con él y, menos, con el gallego (la famosa «Galeusca», con la curiosa paradoja de que el idioma común en el que se entendían las tres fuerzas antiespañolas no podía ser otro que el español). Una historia diferente (que no viene al caso detallar ahora) y, sobre todo, una situación bien diferente que presenta también una contradicción distinta a la hora de plantearse soluciones. La alternativa para superar la situación a la que nos ha llevado el secesionismo, para superar esa «revolución cínica», ese proceso de golpe de estado, en el que trabajan (desde instituciones y con recursos del propio Estado, aunque tal absurdo parecería imposible) no se plantea, al menos hasta ahora, como una batalla entre pistoleros y fuerzas de seguridad, sino entre unas instituciones (Generalitat, ayuntamientos independentistas, centros de enseñanza, medios de comunicación, «expertos en independentismo», etc.) que hacen alarde de deslealtad, burla de leyes y sentencias, desprecio de la Constitución y de los símbolos nacionales, todo ello apoyado en una manipulación de masas que ha sido justamente comparada con la política de Mussolini o Hitler… La batalla es entre esas instituciones desleales y el Estado de Derecho que nos hemos dado entre todos los españoles, pero el requerimiento de Redondo Terreros sigue siendo válido: ¿nos inclinamos por una salida pactada o nos enfrentamos, con todas las fuerzas y recursos del Estado, y acabamos de una vez con la absurda pretensión de declarar una república independiente en Cataluña?
Quien me conozca o, al menos, siga este blog con cierta atención, sabe que desde hace mucho tiempo no tengo la menor duda de que negociar, pactar con los independentistas es negativo y que cuanto antes se coja el toro por los cuernos menor será el quebranto que sufran los catalanes y el conjunto de los españoles. Por ejemplo, hace más de tres años que ―sumándome a otros muchos ciudadanos― reclamé de los poderes del Estado la máxima contundencia contra el desafío secesionista (http://librosyabrazos.es/2012/09/17/carta-abierta-a-pedro-crespo/). Está claro que no tuve  ―no tuvimos― el menor éxito porque el Gobierno siguió la política estúpida que se viene dando en España desde, al menos, la llegada al poder de Jordi Pujol, consistente en «negociar» y «dialogar» (o simplemente ignorar) ante cualquier medida anticonstitucional del gobierno catalán por muy grave que fuera. Por eso, se ha podido dar la corrupción generalizada (el famoso 3% y otras formas de robar), el derroche en agit-prop, con un llamamiento permanente a los sentimientos más tribales (mientras se recortaban todos los servicios sociales), una educación  basada en la mentira grosera y el odio a todo lo español, más sectaria y represiva que la de la Dictadura, una obsesiva puesta en vigor de «estructuras de estado», un acoso permanente a quienes se han negado a pasar por las horcas caudinas del independentismo y un permanente desafío al Estado y a la Constitución con escarnio a los símbolos nacionales y al propio Jefe del Estado. Todo ello culmina en una amenaza de declaración unilateral de independencia tras unas elecciones autonómicas disfrazadas de plebiscito: hablando en plata, un golpe de Estado.
¿Qué hacer ante esta situación extrema? Aunque hay que reconocer que tenemos un Gobierno débil (si bien en estos últimos meses ha cambiado en alguna medida de actitud, rechazando de palabra cualquier ilegalidad y consiguiendo que importantes  entidades e instituciones, nacionales y extranjeras, se posicionen contra el secesionismo), quizá debilitado por tantos años de política estúpida y por tanta corrupción dentro de sus propias filas, que no se ha atrevido a tomar ninguna medida de fuerza (desde negarse a seguir suministrando fondos del FLA para que la Generalitat pueda seguir aumentando su deuda y su déficit mientras destina cada vez mayores partidas a la propaganda exterior e interior, hasta suspender la autonomía, pasando por otras muchas) para la que está perfectamente legitimado. Aunque hay que constatar que las fuerzas de «izquierda» siguen jugando a la ambigüedad, la «equidistancia» y la demagogia. Aunque sabemos que UPyD, que luchó valientemente en las Cortes para que el Estado recuperase fuerzas y competencias y pudiera imponer la Ley, está muy debilitada; y que Ciudadanos, que ha luchado heroicamente en Cataluña contra la dictadura independentista, al abrirse a todo el territorio nacional puede haber necesitado recurrir a ciertos oportunismos para acumular fuerzas a riesgo de debilitar los principios que le hicieron nacer… Aunque sabemos todo esto, aunque debamos tener todas nuestras debilidades en cuenta, también debemos saber que tenemos fuerza más que suficiente, en nuestra historia (aunque tenga luces y sombras), en nuestra democracia (aunque tenga serias deficiencias) y, sobre todo, en nuestra ciudadanía (aunque haya una parte desencantada o confusa) como para parar este golpe y recuperar un Estado capaz de garantizar la libertad y la igualdad política de todos, todos, los españoles.
Y todo ello, con independencia del resultado de las urnas del 27-S, sea cual fuere. Los catalanes que vayan a votar tienen todo el derecho a decidir sobre cuestiones autonómicas pero para hacerlo sobre cuestiones nacionales, de toda España, no tienen más remedio, ni por supuesto les conviene otra cosa, que integrarse democráticamente en el conjunto de la democracia española. Porque la otra vía, se la llame tercera, nueva, equidistante o cualquier otra forma de disimulo, la vía que contemple reconocimiento de singularidades, naciones, pactos fiscales… no puede ser sino una forma de sacrificar a la mayoría de españoles para que una minoría siga ejerciendo su política que es claramente antiespañola y antidemocrática. Es cierto que ya hay graves daños en la sociedad de Cataluña y en toda la sociedad española y que costará años, quizá generaciones recuperar una estabilidad y una reconciliación suficientes. Pero no es irreversible, sí se puede hacer.

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La noche de la ternura

Rafa Rueda ¡La noche de la estrellas! Era ya tradición inapelable que uno de los dos últimos sábado de junio, alrededor del solsticio de verano, contando con la combinación amable de la posición del cielo y el descanso vacacional, nos reuniéramos en el chalecito («Lago de Jaral», Mesones, Guadalajara) de Rafael y María, Elena y Rafita. Una veintena larga de amigos para celebrar una fiesta que acababa en la madrugada contemplando el cielo. Rafa, con su valioso telescopio, nos ayudaba a deleitarnos con las visiones y los comentarios celestes… pero eso era el pretexto: lo importante era que desde la media tarde y hasta bien entrada la madrugada esos 20-25 amigos compartíamos mesa y juegos, bromas y juicios.  Allí estaban Carmen Jardón, Guillermo Laine, Guillermo Tardío, Fernando Rojas, Rosa Luengo, Carmen Cortés, Jorge Riobóo, Paloma, Sebastián, Pilar Solana, Idelfonso, Sara Moreno, Luz Rodríguez, Ana García-Castellano, Ana López Expósito, Isabel de la Villa, Luisa Mora, Tesa González… y yo mismo;  charlábamos de libros, de política, de los problemas de la docencia (María y Rafa ejercían de profesores ambos), y de todo lo divino y lo humano, y cada uno aportaba las viandas que prefería (que siempre eran muchas y buenas); pero el plato fuerte era la barbacoa que Rafa preparaba con buenos chorizos, morcilla, panceta y unas chuletas exquisitas… Bebidas sin excesos pero necesarias para acompañar tanta comida. Una fiesta como la que debería haber en todos los grupos de amigos, aunque desgraciadamente no abundan (una fiesta como la que hacíamos en el Aniversario de Ediciones de la Torre, en la casa de Campo, con tortilla, pimientos y otros alimentos y bebidas compartidas, bailes y juegos…); una velada que debería ser mucho más habitual de lo que es. Pero «La noche de las estrellas» se mantenía fuerte y, como dije, no se podía faltar a ella. El año que yo me despisté (no me llegó el aviso del día exacto) recibí una reprimenda del profe Rafa, ¡y con mucha razón!
Seis, ocho, diez horas de alegría y amistad… Allí se cantaba (sobre todo Guillermo Laine, que siempre tenía alguna letra significativa y el propio Rafa) se contaban cuentos (sobre todo Ana García Castellano), se recitaban poemas (Rafa era uno de los antólogos de nuestra colosal obra Poesía cada día) o se representaban pequeños sketchs,  generalmente bajo la dirección profesional (y un tanto paternal) de Fernando Rojas; un año tuve el inmenso honor de que se representara mi «famoso» teatro breve El soldado y el emperador, bajo la dirección de Fernando y con la actuación estelar de Rafa como soldado y yo mismo como emperador.
Así hasta este año, que nos llegó el aviso de Rafa de que la noche de las estrellas («llevamos ya 16 años sin faltar a una sola cita, pasándonoslo cada vez mejor, pero este año ha surgido un inconveniente al menos para mí: me opero el día 25 de junio.») se retrasaba a septiembre; yo bromeé en mi respuesta diciéndole que lo que quería era escaquearse: «¡Vaya faena! y encima por una operacioncita de nada… por supuesto, me apunto a septiembre (como todos los malos estudiantes)». Después de la operación, la puñetera operacioncita con su fallo excepcional pero posible, el coma y la muerte terrible el día 8 de julio.
Sepelio, ceremonias religiosas, duelo compartido… pero, sobre todo ello, el coraje de María, Elena y Rafita superando el dolor y la determinación de celebrar una noche de las estrellas especial en la que todos estuviéramos con Rafa y Rafa estuviera con todos nosotros.
Día 19 de septiembre, Casa de Córdoba con un salón amable, bajo la dirección de Luz y de Fernando, todos con la camiseta homenaje a Rafa con dibujo de Tesa González, con canciones, con reparto de cuadernos y carpetas con testimonios, con lectura de la coral preparada por Fernando: «Desde el corazón de las estrellas» (pueden verse algunos vídeos y fotos en http://cuadernosdelatorre.es/). 18 amigos en representación de todos los demás, hablamos de corazón, de sinceridad, de memoria, de vitalidad, de sueños, de amor por la docencia, de hospitalidad, de la importancia de la familia, de la música y las canciones, de «Rafa músico, Rafa actor, Rafa siempre bajo el firmamento azul, donde las estrellas iluminan el candor de su humanidad y el trasiego de un romántico del siglo xx […] siempre protagonista de cuantas aventuras oníricas te propusiste.»; para concluir: «aquí en la tierra estás cerca de nuestro corazón. Allí arriba, donde el firmamento se hace azul, imaginamos la estrella que has elegido para soñar eternamente, y también sabemos que desde ella nos estas contemplando».
Después, como le hubiera gustado a Rafa, la cena en el hermoso patio cordobés de la Casa de Córdoba, en un ambiente relajado y festivo.  Es fácil, así, producir ripios de amistad sincera.

Junto al dolor y la pena
por la muerte prematura,
la alegría de sentir
―participar, compartir―
con Rafa y con su familia,
y muchos de sus amigos,
en ocasión especial,
la noche de la ternura,
la noche de las estrellas.

recitando

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Los hermanos generosos y los opulentos estúpidos

Camino_a_la_escuela-130036103-largeCamino a la escuela, Pascal Plisson, Francia, 2013. Película documental que obtuvo el premio César 2014. Pequeño Cine Estudio de Madrid, 5 de julio de 2015.
Jackson, 10 años, 15 kilómetros a la escuela, 2 horas de viaje por la sabana keniata, con su hermana pequeña, sorteando manadas de elefantes y otros peligros. Samuel, 11 años, 4 kilómetros de distancia a la escuela de una ciudad india, una hora y quince minutos de viaje en una destartalada silla de ruedas, arrastrada por sus dos hermanos pequeños, Gabriel y Emmanuel, por caminos inhóspitos. Zahira, 12 años, 22 kilómetros de distancia a la escuela: cuatro horas por la cordillera del Atlas, con dos amigas fraternales, y el último tramo haciendo autostop. Carlitos, 10 años, 15 kilómetros a caballo, con su hermana pequeña, por la inmensa Patagonia para llegar a la escuela.
Cuatro testimonios de cuatro partes bien diferentes del mundo agrupados inteligentemente  por el director Pascal Plisson que obtuvo, merecidamente, el César en Francia (equivalente al Goya en España y al Oscar en Estados Unidos). Cuatro testimonios unidos por un mismo anhelo: el amor a la escuela, la necesidad de llegar, aunque sea por caminos  peligrosos, extremadamente duros, a la cultura, al conocimiento. Un magnífico canto al coraje (los padres se arriesgan a mandar a los niños a la Escuela; los niños se enfrentan, con determinación y alegría, a todas las dificultades); a la solidaridad (alguien coge a las niñas en autostop, aunque otros se niegan; un mecánico arregla gratis la rueda de la silla de Samuel), al ansia de conocimiento, en definitiva, a las inmensas posibilidades de la especie humana. Un canto, también, al paisaje, a la belleza sublime de la corteza terrestre que en África, en Asia, en América, en todos sus continentes, tiene escrito el más hermoso poema que los dioses y los hombres pudieron soñar…
Jackson quiere ser piloto para ver las montañas desde arriba. Samuel quiere ser médico, porque como él conoce el dolor podrá luchar contra la enfermedad con conocimiento de causa; contando, además, con el decisivo apoyo de su madre que le ayuda a hacer los ejercicios de rehabilitación (que el niño realiza con gran esfuerzo pero progresando cada día). Zahira también será médico para curar a la gente y para influir en una sociedad que necesita mandar a los niños a la escuela aunque tengan que recorrer largos y áridos caminos. Carlitos, que sabe ordeñar perfectamente y explicar didácticamente las labores de ordeño, será veterinario y quiere ejercer en la misma tierra donde nació su familia; y su hermana Micaela quiere ser maestra para enseñar a otros niños lo aprendido. Un emocionado homenaje, pues, a la voluntad, a la capacidad humana de recibir la acción de la naturaleza y de los congéneres y devolver a una y otros mucho más de lo recibido.
Un canto, sobre todo, a la fraternidad, ese valor supremo que la burguesía emergente  del XVIII quiso poner  en lo más alto de la sociedad… pero que sólo se manifiesta plenamente allí donde un hermano se funde en intereses e ideales con el otro, aprendiendo así, y practicando, el valor supremo del hombre: la generosidad, la capacidad de amar a todo el género humano. Y, como resultado de ello, una crítica sutil pero firme de esos opulentos de vida regalada que si fueran capaces de reducir aunque solo fuera a la mitad su derroche, podrían acabar con la miseria en el mundo. Pero no lo harán: su codicia, su vanidad, su estupidez se lo impide… Claro que ellos se lo pierden: ellos no conocerán jamás la sensación maravillosa de Jackson arañando con sus propias manos la tierra hasta sacar el agua vivificadora (espléndido comienzo de la película) ni el orgullo que siente cuando recibe el encargo de izar la bandera nacional en la escuela; ellos no conocerán el placer de cambiar en el mercado de la ciudad  la gallina que Zahira ha portado durante todo el viaje por una bolsa de alimentos (comercio justo mediante trueque); ellos jamás sentirán la alegría infantil de Micalea manejando el caballo («¡Que no se entere mamá!»);  ellos, los opulentos estúpidos, que se benefician de un mundo profundamente injusto, con las riquezas naturales mal repartidas y el producto del trabajo robado en muchas ocasiones, son en el fondo unos desgraciados porque tienen coches y criados cuando necesitan desplazarse, los terapeutas mejor pagados cuando enferman, pero no conocerán el gozo de Samuel de sentirse profundamente amado y protegido y (final de la película) comenzar a caminar alegremente por la playa bañada por el  agua de la esperanza, de la alegría, de la Vida.

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Doña Rosita la soltera

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(Con-para E.)

Residencia de Estudiantes, Madrid, 29-06-2015, escenario montado al aire libre. Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, de Federico García Lorca, interpretada por el Grupo de Teatro del Aula de las Artes de la Universidad Carlos III de Madrid. Una veintena de intérpretes (Claudia Caro y Carolina León, Doña Rosita; Laura Álvarez, La Tía; Lidia Peña, El Ama; Álvaro Ollero, El Tío…)  dirigidos por Abel González Melo, ayudado por Laura González Cortón y dirección musical de Antonio Dueñas. Una meritoria interpretación con algunas licencias como, por ejemplo, la incorporación de un coro formado por todo el elenco.
Doña Rosita… es la última obra estrenada en vida de Lorca y una de las tres que podrían ser calificadas de «amores fallidos», junto con Amor de don Perlimplín con Melisa en su jardín y Bodas de sangre, aunque mucho menos «sangrienta» que estas. Un espectáculo emocionante que realiza la «conjunción» de espacios y tiempos. 80 años después de su creación y en el mismo lugar en que Lorca vivió un tiempo muy significativo de su carrera y que hoy incluye entre sus remozadas instalaciones la sede de la fundación que lleva su nombre, unos jóvenes universitarios que reivindican el teatro como forma de enriquecer las Humanidades (en una noche calurosa pero bella ¡y sin ruidos exteriores! en el corazón de Madrid), nos regalan a las 400 personas asistentes el milenario arte del Teatro. En este contexto los hermosos octosílabos de Lorca nos llegan con toda su belleza: «Granada, calle de Elvira, / donde viven las manolas, / las que se van a la Alhambra, / las tres y las cuatro solas. […] ¿Adónde irán las manolas / mientras sufren en la umbría / el surtidor y la rosa? […] Deja que rumor extienda / sobre Granada sus olas.» (acto I)
Como es sabido, igual que otras obras de Lorca, Doña Rosita nos presenta un mundo aparentemente acotado pero simbolizando todo un universo social y humano de aquel tiempo y aquel lugar; en esta ocasión, la Granada de principios del siglo XX y con una ficción creada a partir de un hecho real que se dio en la propia familia de Lorca: una promesa de boda entre primos y una traición del varón hacia la muchacha que gastará su vida en esperar el cumplimiento de la promesa. Una sociedad cerrada, con un fondo aparentemente bucólico (el lenguaje de las flores) pero realmente dominado por la cháchara y el chismorreo como sustitutos de trabajo, cultura y reflexión. Una sociedad de «solteras cursilonas», de pretendientes absurdos. La sociedad española de hace 100 años, con todas sus miserias y la ternura que su parte más maltratada, la mujer, despierta ahora en nosotros…
Pero yo, a partir de esa ternura, preferí «leer» la obra pensando no en una mujer o en unas mujeres condenadas por la sociedad a la opresiva dependencia, a la falsa esperanza de que el «galán» ha de resolver su vida y, consecuentemente con la incapacidad de este, a la nostalgia, a la frustración, a la aceptación del fracaso de toda una vida… Preferí proyectar esto en nuestros días y no sobre la mujer en concreto sino sobre nuestra propia sociedad civil, también sumida en una vida aparentemente acomodada pero realmente llena de miserias (mucha cháchara y chismorreo, mucho pretendiente absurdo) y, como Doña Rosita, confiando en la promesa de un «galán» salvador  que nunca llega, a pesar de que regularmente envíe sus cartas renovando su compromiso de amor.
Nuestra pequeña doña Rosita se me antoja que podría ser nuestra pequeña burguesía (si empleamos cierta óptica, nuestra sociedad, apartando a la minoría opulenta de arriba y a la minoría anarquizante, antisistema de abajo,  podría quedar identificada como una pequeña burguesía dependiente y asustadiza y, en cierta medida, soltera cursilona). Una sociedad  ocupada en actividades «placenteras» pero poco productivas y dispuesta a entregarse   a quien le haga la promesa de felicidad más atractiva.
Por supuesto que doña Rosita tiene derecho a y debe casarse y que nuestra sociedad tiene derecho y debe contar con una dirección política honesta e inteligente pero, previamente, el personaje de Lorca y nosotros como sociedad civil hemos de encontrar la manera de de no ser dependientes del otro, de ser nosotros mismos, capaces de distinguir al falso del galán honesto, capaces de pensar, hablar y Sunplusactuar por nuestra cuenta. Si no lo hacemos así, diremos como doña Rosita «y en mi corazón sentí / agujas estremecidas» (acto I). Si no seguimos el consejo que le da La Tía: «Sal de tus cuatro paredes, hija mía. No te hagas a la desgracia.» (acto III), oiremos una y otra vez la voz de la frustración, la voz de la soledad: «sobre tu largo cabello / gimen las flores cortadas.» (acto II)

 

 

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El papel necesario

El_EspañolCon el impulso y el estilo de Pedro J. Ramírez (y su protagonismo absoluto), hoy se ha consolidado la sociedad anónima No Hace Falta Papel, que publicará, a partir de septiembre, el diario digital EL ESPAÑOL. Junta General Extraordinaria de Accionistas de El Español, aprobando por unanimidad (quizá a algún accionista le haya parecido excesiva la presión sobre los posibles disidentes o que simplemente quisieran abstenerse) cuentas, cargos y delegación en el Consejo de Administración de importantes decisiones a futuro. Acto «histórico» porque la cantidad de accionistas (5.624, entre los que me cuento), el capital social (17.134.900 euros) la forma en la que se han conseguido (por «crowdfundigng», batiendo todos los records, aunque conviene señalar que hay aportaciones de «inversores institucionales» muy significativas fuera de estas aportaciones «populares»), las empresas que se relacionan con el nuevo periódico, los equipos (periodistas, técnicos, etc.) que se han conseguido, un diseño muy atractivo (un acierto haber incorporado a la marca el león, como uno de los símbolos más importante de la historia de España), y, sobre todo, la gran necesidad de mucha gente de sentirse bien informada a pesar de las presiones políticas o económicas, hacen prever que el nuevo medio tendrá mucho éxito como empresa y contará con una gran influencia en la sociedad española. Por eso me parece importante prestarle toda la atención.
Tengo entendido que los socialistas vizcaínos de principios del siglo XX decían: elijamos para tesorero al más honrado de todos nosotros y, luego, vigilémosle como si fuera el mayor ladrón. Algo así tendremos que hacer con nuestros medios, con nuestros periodistas: apoyemos al que parezca el más capaz de llamar al pan, pan y al vino, vino (y en el mejor español posible, evitando extranjerismos innecesarios); el que declare que será capaz de resistir cualquier presión económica, política, personal… pero, luego, vigilémosle como si hubiera un gran peligro de que nos engañara, de que, en realidad, lo que buscara fuera su propio provecho, resolver cuentas personales o la mera notoriedad.
El Español declara solemnemente que será indomable, que no habrá nadie «intocable» salvo la ciudadanía, que apoyará sin ambages el fortalecimiento de la nación española y la regeneración de la democracia… ¡Bravo, cuenten conmigo!
De forma que para difundir el periódico, que se hará digitalmente, «no hace falta papel», pero es necesario el papel, el rol, la función, de un periodismo honrado y valiente… y, sobre todo, de unos lectores inteligentes, resistentes a cualquier tipo de demagogia, dispuestos a aportar su granito de arena en forma de suscripción y, también, deblogjm participación, que hoy es más posible que nunca.
Por último, tampoco hay que exagerar con lo del rechazo del papel. Como anécdota hay que decir que para asistir a la JGEAEE había que imprimir un folio… y que el obsequio para los que, después de terminada la Junta y el excelente cóctel, abandonamos el impresionante Palacio Municipal de Congresos era una bolsa con diversas revistas, ¡tres kilos de papel impreso!

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 Ciudad Universitaria

IMG_2308RCasa de Velázquez. 6 de mayo de 2015. Lectura dramatizada de «Paisajes de una guerra: textos y manifiestos en torno a la Ciudad Universitaria», a cargo de Ramón Esquinas, Silvia Marsó y Pepe Martín, con fragmentos seleccionados por Rafael R. Tranche.
Una buena selección realizada, por el profesor Rafael Rodríguez Tranche, «con varios criterios: ofrecer un abanico diverso de géneros y enfoques, tanto estilísticos como políticos; revivir los hechos más destacados y la impresión que causaron en sus protagonistas, y patentizar la escasa atención que la ciudad universitaria ha recibido como lugar de memoria desde una perspectiva democrática»
Aquí están los testimonios ―contemporáneos  y representativos de aquella terrible época, en prosa o en verso y desde una posición política u otra― de una impresionante lista de  personas comprometidas con su tiempo: Rafael Alberti, Arturo Barea, Pío Baroja, Chaves Nogales, Bobby Deglané, Agustín de Foxa, O. D. Gallagher,  Pedro García Suárez, Eduardo de Guzmán, Machado (don Antonio, pero también Manuel con un poema que nos invita a reflexionar), Malraux, Alfredo Marquerie, Alberto Martín Fernandez (con el pseudónimo Juan Deportista), José Miaja, Margarita Nelken, Pablo Neruda, Edgar Neville, Adolfo Prada,  Ksawary Pruszynski, Vicente Rojo, Víctor Ruiz Albéniz (abuelo de Ruiz Gallardón y con el pseudónimo Tebi Arrumi), Lucía Sánchez Saornil, Julian  Zugazagoita… y hasta un discurso de Francisco Franco. Y las reflexiones o recuerdos posteriores de: Fernando Fernán Gómez, Emilio Gutiérrez Cava, Lise London, Alberto Méndez, Antonio Muñoz Molina, Octavio Paz y Juan Urra Lusarreta. Una nómina imponente cuyas referencias, concentradas en esta ocasión en la Ciudad Universitaria de Madrid, nos ayudan a comprender un poco mejor la parte más dramática de la historia reciente de España y la que más controversias ha producido aquí y en muchas partes del mundo.
Espléndida como siempre Silvia Marsó, con un principio sorprendente cantando a capella, entre el público, una de las numerosas versiones de la popularísima canción «Si me quieres escribir / ya sabes mi paradero…» y dramatizando diversas lecturas, la más espectacular en mi opinión, un párrafo de L’Espoir de Malraux, en el suelo cubierta con una manta, reflejando toda la angustia del combatiente que no sabe por dónde puede venirle la muerte. Flanqueada por un magnífico Pepe Martín, pleno de voz y de gestos, y Ramón Esquinas, codeándose dignamente con estos dos gigantes.
Hora y media de palabras evocadoras e iluminadoras, con las voces y los gestos adecuados, con música y fotografías sobrias, bajo los arcos del hermoso patio central lleno de un público capaz de valorar un espectáculo de esta naturaleza. Diversas edades y condiciones sociales: por ejemplo, a mi lado, Raquel Güemes, que está iniciando con entusiasmo (y con sus recién cumplidos 19 años y sus bellísimos ojos verdes) su prometedora carrera de actriz.
Final impactante, representando una escena de la novela de Neville El frente de Madrid con un combatiente falangista y otro del bando republicano, ambos sabedores de su inmediata muerte que los unirá en un cuasi abrazo.*
Y para redondear la velada, una autofoto de Silvia con los artistas y los espectadores más entusiasmados… Quizá la Guerra Civil debería quedar en eso: un grupo de personas de varias generaciones abrazadas, sonrientes, recordando con emoción pero sin rencores lo IMG-20150506-WA0002que fue aquella terrible guerra entre hermanos y dispuestos a mantener las controversias en un tono civilizado (a lo que ayuda sin duda el famoso cielo velazqueño, del que hemos disfrutando en este bello véspero con el que se ha iniciado el acto y la serena noche que nos despide) en el corazón de España, en el corazón de nuestra patria que, reconozcámoslo, ha podido superar, con mucho dolor pero con mucha menos crueldad que otras,  su contienda fratricida.

 * Mi camarada PGM me aseguró que, cuando la guerra estaba más enconada, cuadros medios de Falange y del Partido Comunista tuvieron conversaciones discretas explorando la posibilidad de buscar una salida patriótica que conllevaba apartar de la contienda al eje nazifascista y al gigante estalinista. Como tantas otras cosas en aquella dramática década, ese intento de reconciliación fracasó y la guerra se resolvió en una clara victoria del general Franco y en una terrible derrota del bando republicano.

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Premio de Literatura en lengua castellana Miguel de Cervantes 2014

IMG_20150423_123839754Nada más terminar el discurso de Juan Goytisolo al recoger el Premio Cervantes, El País y otros medios destacaron que había hecho una explícita referencia al partido Podemos. Sus últimas dos frases fueron «Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia».
Quizá haya tiempo de glosar ambas frases [i], que tanto han llamado la atención, junto a la ausencia, quizá desprecio, de todo protocolo en la vestimenta y en el comienzo del discurso (Goytisolo iba vestido de «sport elegante» y, comenzó su discurso —«A la llana y sin rodeos», tomado de una frase de Cervantes— directamente con la dedicatoria a su maestro, omitiendo ostentosamente cualquier referencia a los Reyes o las miembros de la mesa), pero ahora me interesa glosar su referencia  a la nacionalidad. En su bien trabado discurso, el ministro Wert se refirió a la divulgada frase de otro Premio Cervantes, don Francisco Ayala: «La patria del escritor es su lengua» y enlazó así con la afirmación de Goytisolo de que la nacionalidad que siente como suya es la cervantinza: así lo expresó: «Mi instintiva reserva a los nacionalismos de toda índole y sus identidades totémicas, incapaces de abarcar la riqueza y diversidad de su propio contenido, me ha llevado a abrazar como un salvavidas la reivindicada por Carlos Fuentes nacionalidad cervantina. Me reconozco plenamente en ella». Buenos juegos de palabras estos de las patrias lingüisticas y las nacionalidades otorgadas por grandes escritores… ingeniosa definición para un intelectual en parte exiliado, en parte cosmopolita y en parte apátrida… y en general para cualquiera que quiera hablar simbólicamente. Pero, cuidado, todo este simbolismo puede ser engañoso o confuso para la  mayoría de las gentes del común.
Estas personas quizá se resignan más a la injusticia que el famoso hidalgo y sus muchos y variados epígonos, pero, sin la menor duda, luchan como pueden contra ella y, sobre todo, la sufren mucho más directamente que todos los «contaminados por nuestro primer escritor» (aunque no puedan decirlo tan «alto» ni desde tan alto como Goytisolo). Esas personas necesitan una patria mucho más concreta y una nacionalidad mucho más definida; en definitiva, una patria-nación con sus estructuras, sus infraestructuras, sus instituciones jurídicas y políticas, sus organismos sanitarios o docentes, su Estado fuerte que defienda a la ciudadanía; algo mucho más concreto que una lengua, (¡aunque, por supuesto la integre y cuente con ella!)  Algo con continente y contenidos bien definidos: con fronteras, todo lo abiertas que sea posible pero todo lo protegidas que sea necesario; con leyes que regulen la vida civil y se hagan respetar; con una Hacienda capaz de regular y recaudar impuestos para luego atender a las necesidades públicas (como, por ejemplo este importantísimo premio dotado con 125.000 euros), etc. Es en esta patria, en esta nacionalidad, en la que la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos pueden sentirse a gusto, aunque, por supuesto, sin rechazar otras patrias como la Comunidad Iberoamericana, la Unión Europea, las «patrias chicas», desde la comunidad autónoma hasta nuestra aldea más pequeña… ¡el mundo todo! Pero sin que la existencia de esas patrias, incluyendo la hermosa patria de la lengua o el riquísimo mundo cervantino nieguen o desprecien a esta principal (como, en mi modesta opinión, intentó hacer nuestro último Premio Cervantes). Por supuesto, una patria, la real que nos hemos IMG_20150423_140619930_HDRdado entre todos, esta que sufre tantos ataques desde tantos y diversos lugares internos y externos, llena de defectos y carencias, inmersa actualmente, en una terrible crisis sobre todo moral e intelectual pero una patria que, precisamente por ello, no puede ser salvada mágicamente por ningún revolucionario de salón.

[i]  Aunque quien esté interesado en lo que opina de Podemos otro gran Premio Cervantes, puede consultar el siguiente artículo: http://andalucia.diariocritico.com/politica/caballero-bonald-podemos/44441

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