¡La noche de la estrellas! Era ya tradición inapelable que uno de los dos últimos sábado de junio, alrededor del solsticio de verano, contando con la combinación amable de la posición del cielo y el descanso vacacional, nos reuniéramos en el chalecito («Lago de Jaral», Mesones, Guadalajara) de Rafael y María, Elena y Rafita. Una veintena larga de amigos para celebrar una fiesta que acababa en la madrugada contemplando el cielo. Rafa, con su valioso telescopio, nos ayudaba a deleitarnos con las visiones y los comentarios celestes… pero eso era el pretexto: lo importante era que desde la media tarde y hasta bien entrada la madrugada esos 20-25 amigos compartíamos mesa y juegos, bromas y juicios. Allí estaban Carmen Jardón, Guillermo Laine, Guillermo Tardío, Fernando Rojas, Rosa Luengo, Carmen Cortés, Jorge Riobóo, Paloma, Sebastián, Pilar Solana, Idelfonso, Sara Moreno, Luz Rodríguez, Ana García-Castellano, Ana López Expósito, Isabel de la Villa, Luisa Mora, Tesa González… y yo mismo; charlábamos de libros, de política, de los problemas de la docencia (María y Rafa ejercían de profesores ambos), y de todo lo divino y lo humano, y cada uno aportaba las viandas que prefería (que siempre eran muchas y buenas); pero el plato fuerte era la barbacoa que Rafa preparaba con buenos chorizos, morcilla, panceta y unas chuletas exquisitas… Bebidas sin excesos pero necesarias para acompañar tanta comida. Una fiesta como la que debería haber en todos los grupos de amigos, aunque desgraciadamente no abundan (una fiesta como la que hacíamos en el Aniversario de Ediciones de la Torre, en la casa de Campo, con tortilla, pimientos y otros alimentos y bebidas compartidas, bailes y juegos…); una velada que debería ser mucho más habitual de lo que es. Pero «La noche de las estrellas» se mantenía fuerte y, como dije, no se podía faltar a ella. El año que yo me despisté (no me llegó el aviso del día exacto) recibí una reprimenda del profe Rafa, ¡y con mucha razón!
Seis, ocho, diez horas de alegría y amistad… Allí se cantaba (sobre todo Guillermo Laine, que siempre tenía alguna letra significativa y el propio Rafa) se contaban cuentos (sobre todo Ana García Castellano), se recitaban poemas (Rafa era uno de los antólogos de nuestra colosal obra Poesía cada día) o se representaban pequeños sketchs, generalmente bajo la dirección profesional (y un tanto paternal) de Fernando Rojas; un año tuve el inmenso honor de que se representara mi «famoso» teatro breve El soldado y el emperador, bajo la dirección de Fernando y con la actuación estelar de Rafa como soldado y yo mismo como emperador.
Así hasta este año, que nos llegó el aviso de Rafa de que la noche de las estrellas («llevamos ya 16 años sin faltar a una sola cita, pasándonoslo cada vez mejor, pero este año ha surgido un inconveniente al menos para mí: me opero el día 25 de junio.») se retrasaba a septiembre; yo bromeé en mi respuesta diciéndole que lo que quería era escaquearse: «¡Vaya faena! y encima por una operacioncita de nada… por supuesto, me apunto a septiembre (como todos los malos estudiantes)». Después de la operación, la puñetera operacioncita con su fallo excepcional pero posible, el coma y la muerte terrible el día 8 de julio.
Sepelio, ceremonias religiosas, duelo compartido… pero, sobre todo ello, el coraje de María, Elena y Rafita superando el dolor y la determinación de celebrar una noche de las estrellas especial en la que todos estuviéramos con Rafa y Rafa estuviera con todos nosotros.
Día 19 de septiembre, Casa de Córdoba con un salón amable, bajo la dirección de Luz y de Fernando, todos con la camiseta homenaje a Rafa con dibujo de Tesa González, con canciones, con reparto de cuadernos y carpetas con testimonios, con lectura de la coral preparada por Fernando: «Desde el corazón de las estrellas» (pueden verse algunos vídeos y fotos en http://cuadernosdelatorre.es/). 18 amigos en representación de todos los demás, hablamos de corazón, de sinceridad, de memoria, de vitalidad, de sueños, de amor por la docencia, de hospitalidad, de la importancia de la familia, de la música y las canciones, de «Rafa músico, Rafa actor, Rafa siempre bajo el firmamento azul, donde las estrellas iluminan el candor de su humanidad y el trasiego de un romántico del siglo xx […] siempre protagonista de cuantas aventuras oníricas te propusiste.»; para concluir: «aquí en la tierra estás cerca de nuestro corazón. Allí arriba, donde el firmamento se hace azul, imaginamos la estrella que has elegido para soñar eternamente, y también sabemos que desde ella nos estas contemplando».
Después, como le hubiera gustado a Rafa, la cena en el hermoso patio cordobés de la Casa de Córdoba, en un ambiente relajado y festivo. Es fácil, así, producir ripios de amistad sincera.
Junto al dolor y la pena
por la muerte prematura,
la alegría de sentir
―participar, compartir―
con Rafa y con su familia,
y muchos de sus amigos,
en ocasión especial,
la noche de la ternura,
la noche de las estrellas.
Un texto alegre y triste a la vez: pero esperanzador. Rafa debe de ser una persona inolvidable y tú, José Mª, un excelente amigo.
Gracias, Pepe. Ciertamente Rafa era un gran amigo… Llevo una temporadas de personas allegadas que se van, que me hacen apreciar cada día más el valor de la amistad.
Un abrazo,
José María
“Cuando un amigo se va…” duele. Pasan unos días duros. Tras las lagrimas llegan las añoranzas. Y los corazones desean unirse en el recuerdo, al amigo. Quien fue perfecto anfitrión de largas noches mágicas, se merecía ser el centro en una fiesta de las estrellas tardía. En una fiesta homenaje llena de amor y luz de su estrella.
Qué suerte haberle disfrutado! Qué fortuna haberle compartido! Qué fiesta con tanto amor!
José Maria este homenaje es a vuestro amigo Rafa, pero es un homenaje a la vida, que no se pliega ante la muerte. Felicidades.
Gracias, Mavi. Eso quise que fuera mi modesto homenaje al amigo (y al excelente entorno familiar y amistoso que él, con la imprescindible ayuda de María, Elena y Rafita, supo poner en pie y mantener durante tantos años. Que dentro del dolor todos seamos capaces de apreciar que la vida sigue y que nos tenemos unos a otros.
Abrazos,
José María
Hace unas horas, una tarde de lluvia y un inverosímil azar me han traído a este sitio. Un enjuto y familiar rostro captó mi atención inmediatamente, la lectura me confirmó al instante que era él. Una contenida alegría por el reencuentro con el viejo amigo/hermano se tornó pronto en una infame cuchillada que humedeció mi visión. Al instante se agolparon en mi recuerdo los años de infancia y juventud compartidos, los felices días en el colegio Nuvel, donde compartíamos las horas de recreo con los mismísimos Tip y Coll en los billares del edificio anejo, o en el que su padre provocaba el asombro y la risa entre los compañeros cuando de vez en cuando aparecía por allí y asomaba su bigotillo por la puerta al grito de “¡Falín!”; los largos paseos errabundos en las tediosas tardes de las Semanas Santas en las que todo, salvo las iglesias, se cerraba y nos conducían a las primeras y rudimentarias conversaciones filosóficas acompañadas de algún cigarrillo furtivo en el chaflán de cualquiera de las industrias del pequeño oasis industrial de nuestro barrio; Gudillos, Pirineos, Ibiza, Londres…, el primer trabajo como maestros en Vallecas…
Conocí a María, y aunque hemos compartido pocos momentos, siempre la consideré como una excelente persona y como la compañera ideal para Rafa.
Desde aquí sólo me queda expresar y compartir modestamente mi dolor así como la alegría de haber coincidido en una parte de mi vida con él.
Yo estudié en el Colegio Nuvel… que recuerdos.
Muchas gracias, Antonio, por visitar y compartir recuerdos en este lugar tan entrañable.
No sé por qué, no aparece aquí la respuesta que recuerdo hice en su día. Daba las gracias a Manuel y le comentaba la importancia de dejar en este mundo un tanto volátil de la Red estas anécdotas, sencillas pero entrañables, que son tan valiosas para la intrahistoria.
Rafa fue mi tutor en el año 95 mas o menos en el colegio francisco de goya de fuenlabrada, recorrimos colegios representando juan sin miedo y le recuerdo en clase con su guitarra, repeti septimo de egb y le recuerdo agarrandome del hombro diciendome que era por mi bien para coger vuelo al siguiente año, gran persona
¡Cierto, gran persona! Su memoria permanece no solo en su familia sino en cuantos lo conocimos.
Los grandes maestros dejan huellas imborrables. Rafa lo era. Su gran humanidad pervive en las vidas de los que con él aprendieron a leer el mundo y la poesía.
Gracias, Francisco Pacheco por compartir tu recuerdo.
Ana G- Castellano.