«Recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional» (II)

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Tomo de nuevo la acertada frase del Jefe del Estado, en su acertado discurso de 24-12-2014, para mi entrada de hoy. El llamamiento de Felipe VI tiene plena vigencia en este día, cuando tres presidentes de comunidad autonóma (que, constitucionalmente, son la máxima representación del Estado en su territorio y de ello les viene su legitimidad y su legalidad para gobernar en esa comunidad) y otros pequeños demagogos se dedican a despreciar a la nación española y a ridiculizar el Día Nacional de España.
No recuerdo los detalles
ni la fecha de uno de los actos que Ediciones de la Torre celebró en el Ateneo bajo la presidencia de José Prat García, pero sí recuerdo bien la magnífica impresión que me hizo don José cuando fui a buscarlo a su domicilio para llevarlo al acto: socialista de los clásicos (ilustrado, moderado, educado y amable) se había presentado, a la vuelta del exilio, a las elecciones como dirigente del PSOE (Sector Histórico) pero, tras el resultado de las urnas, se había integrado en el PSOE «oficial» (devenido a tal mediante maniobras internas y externas). No sabía yo entonces, o no la había valorado correctamente, la postura de don José, como senador por Madrid, en relación con la Ley 18/1987, de 7 de octubre que había establecido en su artículo único «Se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre.» El Sr. Prat había declarado, en su calidad de senador, que cualquier país que tuviera en su historia la hazaña de haber encontrado todo un continente y haberlo incorporado al mundo que ya sentía la necesidad de una globalización civilizatoria (por muchas sombras que acompañen a las inmensas luces que iluminan la gesta) se sentiría especialmente orgulloso y no dudaría en señalar la fecha del descubrimiento como Día Nacional. ¡Cierto! A pesar de los errores, a pesar de las leyendas negras y a pesar de tantas guerras cainitas que hemos tenido en España, bien podemos sentirnos orgullosos de nuestro 12 de octubre, como debemos sentirnos orgullosos de haber puesto en pie, hace más de cinco siglos, uno de los primeros estados de Europa, de haber expandido por todo el mundo una lengua riquísima que hablan 500 millones de personas, de haber establecido una de las primeras constituciones modernas (la Pepa de 1812) y de haber mantenido una diversidad en la unidad que solo la acción concertada de grandes corruptos, de estúpidos racistas y xenófobos y de pequeños ignorantes y demagogos pone en peligro (aunque no nos engañemos: se trata de una exigua minoría, por mucho que se aprovechen hábilmente de tibios y confusos, frente a una inmensa mayoría de españoles, que no permitirán que se destruya una labor de siglos que ha conseguido, a trancas y barrancas y con no pocos errores y tragedias, uno de los países del mundo más agradables para vivir).
Tal como recogí en mi crónica del acto de Libres e Iguales del Ateneo, del 22 de septiembre ppdo., uno de los intervinientes, Federico Jiménez Losantos, aseguró
: «el problema fundamental de España […] es la traición de la izquierda a la idea nacional». Es verdad esa traición, y ello constituye una de las tragedias de nuestra historia moderna, de nuestra Transición, pero no es menos cierto que la derecha, con un Ejecutivo débil, con o sin mayoría absoluta, y embarrancado en la corrupción, no ha sabido adaptar la idea nacional a una situación democrática y ha oscilado entre una concepción vulgar de patria y una indolencia suicida frente a los ataques de los separatistas.
Por eso hizo muy bien el Jefe Estado en llamar a la gente del común a sentir «orgullo nacional», en convocar al buen pueblo, al verdadero pueblo, a defender, contra viento y marea, nuestra nación, la nación de todos, diversos pero unidos. Celebremos, pues, el Día Nacional de España como se merece: al lado de nuestras legítimas autoridades (aunque no nos gusten del todo), descarga (1)pensando en las generaciones que nos precedieron en nuestra tierra y en las venideras que han de disfrutarla, con orgullosa alegría, con optimismo frente al inmediato futuro, a pesar de los nubarrones que, como ahora en Madrid, se ciernen sobre nosotros.

 

 

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4 respuestas a «Recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional» (II)

  1. Elisa dijo:

    Artículo que destilando auténtica y valiente crítica, preserva el verdadero espíritu de consenso. En este período de intensa desintegración y confusión: “un faro”. Gracias, José María.
    E.S.

  2. Mercedes Alonso dijo:

    !Felicidades! Así se habla, es una pena que millones de personas que opinamos igual, no seamos capaces de manifestarlo en público y que tengamos miedo a exhibir la bandera públicamente. Ayer en nuestro barrio solo teníamos puesta la bandera en las terrazas nosotras y otros dos vecinos más. ¿Miedo a qué? Confundimos patriotismo con ideología política. A ver si ahora espabilamos y nos vamos sintiendo orgullosos de airear nuestra enseña para decir que somos españoles por encima de todo.

  3. librosyabrazos dijo:

    Tienes toda la razón, Mercedes. Hemos dejado que la conciencia nacional se debilite hasta extremos peligrosos y ahora necesitamos hacer un esfuerzo colectivo e individual para invertir la situación. Pero podemos hacerlo. Como dije hace tiempo: Somos más, tenemos más fuerza y mejores razones.

  4. María Agra dijo:

    Aplaudo la moderación y el respeto que tienen estas líneas, sin que eso sea motivo de ambigüedad. Ante todo, no podemos desprendernos de lo que somos -tanto individual, como en colectivo-, debemos tomar conciencia de nosotros mismos y luchar por construir en conjunto. En el país del desprecio y de la queja, hay que abrirse paso para potenciar nuestra belleza y responsabilizarse de un lugar que depende de nosotros. Ya no estamos en el tiempo de desentendernos, hay que sonreír y desprenderse de tanto lastre que no deja mirar hacia delante.

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