(Para E., tras el Monte de El Pardo)
Noviembre dulce (Pat O’Connor, 2001). Con Keanu Reeves y Charlice Theron como protagonistas, esta «comedia/drama» es una réplica de la película de 1968, con dirección de Robert Ellis Miller sobre un argumento de Paul Yurick y Kurt Voeler (datos extraídos de Filmaffinity). Dirección e interpretación controvertidas… Pero la película incita a la reflexión sobre el eterno tema de la búsqueda de pareja, en esta ocasión en un contexto típicamente norteamericano… con la sombra de la soledad y la muerte prematura, siempre acechantes.
En esta historia, el ejecutivo que dedica toda su energía, al trabajo, al triunfo social, que se encuentra con la (bellísima) chica que ha huido justamente de ese ambiente y que se dedica, de forma aparentemente anárquica y caprichosa, a gozar de cada momento (un hombre para cada mes, por eso Nelson Moss será noviembre y solo noviembre en la vida de Sara), a apurar toda la pasión que nos brinda el «carpe diem», en un juego, en el juego, que resulta la vida… Pero tras ello, como la Vida descubrió el amor para poder renovarse permanentemente, vienen todos los problemas de lo individual y lo colectivo, de la eterna (diabólica) dialéctica del amor (el yo y el tú transformado en nosotros) y, al final, todo puede quedar encerrado en un mes, en un instante, o puede proyectarse hacia la eternidad. La magia de las 24 imágenes por segundo, pero también un árbol o un bosque, una bellota caída en el suelo, una juvenil sonrisa capturada, un mohín de coquetería, una hoja de parra o de plátano que te transporta al dúo de Adán y Eva (de la hermosa Creación de Haydn) todo te habla de la realidad pero también de los sueños, todo te lleva a ver a la multitud que se agita cada día pero también a ese hombre y a esa mujer que se buscan esforzadamente para lucha contra la soledad, contra la muerte.