«Recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional»

0,,18150859_303,00Mensaje de Felipe VI. Su primer mensaje de Navidad, que debe analizarse junto al discurso de proclamación de 19 de junio y al de la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, el 24 de octubre, todos de este año y los tres de su directa responsabilidad (aunque hay que suponer que consultados con el Gobierno de la Nación, sobre todo el primero y el de anoche).
Veamos  el escenario. Palacio de la Moncloa pero un saloncito hogareño sin bandera ni otros símbolos de autoridad en primer plano ni referencias religiosas específicas. Dos fotos muy personales: el Rey y la Reina en actitud cariñosa y el matrimonio con las niñas, ambas sin atuendo especial. Quizá se quiere presentar al Jefe del Estado como un profesional en su casa, en un rincón cómodo de su salón, explicando a unos visitantes amables cómo ve él su situación en esta coyuntura. Sólo casi al final de su parlamento, al ampliar el foco de la cámara, aparecerán en otro rincón del salón la bandera nacional, una foto del relevo y una referencia minimalista al Portal de Belén. Quizá se quiere significar con ello que este hombre tiene tras de sí toda una estructura política… pero, puesto que quiere agradecer la amistad recibida de la gente del común y buscar el apoyo de todos los ciudadanos, se presenta ante ellos de la forma más personal posible.
Atrevámonos a glosarlo: tenemos todo el derecho y hacerlo nos permitirá comprenderlo mejor y utilizarlo si fuera necesario; por muy personal y hogareño que se presente el mensaje, las palabras del Jefe del Estado son importantes para nuestra vida en común, para nuestra convivencia social y nacional.
Contundencia y claridad frente a la corrupción, aunque emplee palabras muy generales:
«las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto», «principios éticos que reconocer, valores cívicos que preservar», «necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva»… lenguaje comedido pero, por lo que dice y por lo que calla (¿para qué necesita, como insinuaban algunos, referirse explícitamente al procesamiento de su hermana?) y, sobre todo, por lo que ha hecho en estos meses últimos, su compromiso parece firme: «la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable.» Y en relación con esto, es bueno que el Jefe del Estado se refiera a la paradoja de que, mientras «Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro.», «Es cierto que nuestras empresas son punteras en muchos sectores en todo el mundo; pero también lo es que nuestra economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental.» Es bueno porque, en mi opinión, es ese desequilibrio la causa y efecto de la corrupción, el caldo de cultivo en el que florecen todas las corrupciones, económicas, políticas y, sobre todo, intelectuales.
Claridad y contundencia frente al secesionismo catalán: los que nos hemos sorprendido o escandalizado de ver al Rey de España conduciendo un coche con Artur Mas (pendiente de una querella por desobediencia al Tribunal Constitucional) de copiloto, en un acto institucional en una de las fábricas emblemáticas de Cataluña, entre risas y bromas, podemos ver ahora, leer, cómo ese mismo Rey (que quizá hizo ese gesto tan discutible y tan discutido para, primero, hacer alarde de «buen rollito» y, después, hacer alarde de absoluta intolerancia a la secesión) reivindica la plena legitimidad y vigencia de la Constitución, «
nuestra unidad histórica y política», sin ninguna concesión retórica a quienes hablan de empezar de nuevo, de iniciar un proceso constituyente; a quienes dan por amortizada la Carta Magna que nos dimos a la salida del anterior régimen. Y no olvidemos que esos que reniegan de ella no son cuatro gatos sino fuerzas muy importantes y con mucho poder, sea la Generalitat, el PSOE o la nueva estrella Podemos… de forma que si Felipe VI mantiene que «Es evidente que todos nos necesitamos. Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto.» [subrayado mío]; si el Jefe del Estado se afianza en esto, merecerá todo nuestro apoyo, todo el apoyo de cuantos españoles, de derecha o izquierda, de una u otra condición, sabemos que tenemos grandes problemas en España pero partirla o repartirla (o estar ensayando cada generación nuevos regímenes para satisfacer a los aventureros) no es la solución sino justamente la agravación de todos los problemas. Todo el apoyo de cuantos, después de reflexionar profundamente, llegamos a la misma conclusión que Felipe VI: «lo que hace de España una nación con una fuerza única, es la suma de nuestras diferencias que debemos comprender y respetar y que siempre nos deben acercar y nunca distanciar.» [subrayado mío]. Todo el apoyo… y así, juntos, asumir «la responsabilidad de corregir los fallos y mejorar y acrecentar los activos de la España de hoy, con la vista puesta en un futuro que nos pertenece a todos los españoles.» [subrayado mío].
Firmeza para reivindicar su asunción de la Jefatura del Estado: «
España se dio a sí misma y al mundo un ejemplo de seriedad y dignidad en el desarrollo del proceso de abdicación de mi padre el Rey Juan Carlos y de mi proclamación como Rey; todo ello de acuerdo con nuestra Constitución.» Firmeza oportuna, en esta hora difícil de España, frente a los «republicanos», nostálgicos o de nuevo cuño, y los «constituyentes» aventureros que, por estupidez o egoísmo, estarían dispuestos a añadir una división más a las muy graves creadas por los que se han aprovechado de la crisis para hacer aún más grande el foso entre potentados y menesterosos; firmeza necesaria frente a los que desafían al Estado exigiendo derechos ilegítimos y muy dañinos para el conjunto de los españoles.
Para resumir, el mensaje del Jefe del Estado, a pesar de su tono moderado, pone el dedo en la llaga y nos habla a todos, sin eufemismos, sin ambages ni perífrasis, de la Nación española, del pueblo español, de los problemas de ambos y de la necesidad de que todos, él el primero, nos esforcemos en resolverlos, pero que lo hagamos aprovechando la democracia que supimos darnos, con el esfuerzos de tantos, de acuerdo con las leyes que aprobamos por inmensa mayoría. Y para todo ello, y porque cree que podemos hacerlo, nos convoca a todos a
«recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional». Yo me apunté a ello hace tiempo. Quiero que pueda sentirme orgulloso de ser español: quiero que la bandera nacional esté en todos los organismos y centros oficiales de mi país; quiero que la lengua común no esté perseguida en ningún territorio español y quiero que los derechos y libertades, los servicios que presta el Estado, sean de todos y para todos. A partir de ahí defenderé con entusiasmo la pluralidad y la diversidad de España, que tanto nos enriquecen. Naturalmente, me gustaría que mi país no tuviera tantas miserias, que los políticos que me representan fueran más inteligentes y más honrados y que nuestras leyes, nuestra democracia en suma, fuera más democracia (más poder del demos, de la gente, menos demagogia); que nuestras instituciones, incluyendo la Jefatura del Estado, fueran más asumidas y controladas 63753433por la ciudadanía… pero con lo que tenemos ahora me conformo si lo que me ofrecen como alternativa es caer en los brazos de los que viven de sembrar el odio a España y entre los españoles y los que, combinando marketing y demagogia, manipulan a la gente más ingenua para, sobre ellos (y contra ellos), encaramarse al Poder.

 

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2 respuestas a «Recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional»

  1. María dijo:

    Lo que me gustó de la parte sobre Cataluña de su discurso fue la parte emocional, muy estudiada. Al españolito medio (catalanito medio) la Carta Magna no puede traerle más al pairo. Hablar de evitar que haya familias divididas, no dejar que intereses políticos interfieran en la convivencia del día a día es un concepto mucho más cercano y comprensible. No habría estado de más ahondar en esa línea de comunicación, por ahí se gana a los que se están perdiendo a base de discursos manipuladores = emocionales: tocando la fibra sensible, no la institucional.

    Sí, simplista y sentimentalón, pero es lo que funciona con la gente con nulas inquietudes intelectuales que le dicen que pasa un burro volando con la senyera y se lo cree.

  2. Daniel de Culla dijo:

    “La conciencia era verde y se la comió un burro”, esto me enseñaron en el Seminario Conciliar de Segovia.

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