49. Virtual y real

Virtual. La imagen ha quedado fija después de dos horas de acción trepidante. Una mujer, joven y atractiva (Jessica Chaistan en La noche más oscura [Zero Dark Thirty] de Kathryn Bigelow) sola en el interior de un avión militar, con el rostro surcado por las lágrimas. Sabemos que ha trabajado para la CIA durante 12 años y se ha entregado en cuerpo y alma a la misión de cazar y matar a Osama Bin Laden, formando parte de un equipo de hombres y mujeres altamente cualificados, entrenados y pagados para perseguir a los enemigos. Hemos visto toda la tecnología y la fuerza militar de la primera potencia mundial al servicio de la causa de castigar, ejemplarmente, al hombre que se atrevió a desafiarlos. La mujer, que acaba de sentirse la gran vencedora, al identificar el cadáver del hombre más buscado del mundo después del «11-S», no sabe con certeza adónde va… pero quizá sí sabe bien de dónde viene. Viene de los viejos códigos del «ojo por ojo», de la vieja obsesión por conseguir el Imperio invencible, de la violencia y la mentira, de la Muerte… Quizá por eso llora amargamente. Al menos nosotros quisiéramos que su llanto fuera porque ha comprendido que la Muerte no puede vencer a la Muerte, que los imperios producen odios y envidias, codicias y ambiciones que conducen a nuevos imperios…

Real. La foto es oficial. El Jefe del Estado ha cumplido 75 años (37 de reinado) y su regia figura, por encima de achaques y fatigas, mantiene el porte y la prestancia inherentes a su condición… Sabemos que puede sentirse satisfecho con las tareas que realizó al servicio del país, después de haber sorteado inteligentemente tremendos obstáculos para llegar al Poder y hacerse perdonar algunos graves «deslices», pero también sabemos que tiene por delante algunas tareas quizá más arduas y complicadas y que necesitará de toda su fuerza e inteligencia para realizarlas. Por eso quisiéramos que percibiera nuestro apoyo condicional: «¡Felicidades, Majestad! Recuerde las hazañas que hizo por España y afronte con coraje y valor las que le quedan por realizar.» 

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48. Jornadas Sector del Libro de Madrid

Organizadas por el Gremio de Libreros y la Asociación de Editores, los días 12 y 13 de noviembre, en la Biblioteca Regional de Madrid Joaquín Leguina. Aparte de los discursos de apertura (la respectivas presidentas) y cierre (la Directora General de Archivos, Libro, Museos y Bibliotecas), mesas (paritarias dos libreros dos editores) sobre: «Presente y futuro del libro y de la librería en Madrid: problemas, propuestas, estrategias y tendencias.» – «Comercio del libro y buenas prácticas: libros de texto, libros de derecho, venta institucional.» – «Relaciones institucionales: bibliotecas y compra pública. Plan estratégico del sector del libro. Sello y calidad de Librerías.» – «Comunicación y Marketing: Día del Libro, Noche de los Libros, Día de las Librerías, Feria del Libro; acciones promocionales individuales y/o colectivas.» y «Comercio electrónico y libro digital. Proyectos sectoriales, plataforma digital. Cegal en red. Todos tus libros.com.»

Insuficiente asistencia. Animados debates. Cierto pesimismo. Cierta confusión. Necesidad de reconocer la crisis; de desarrollar creatividad y unidad; de adaptarse a los cambios tecnológicos; de redefinir y combinar de forma sinérgica los diferentes roles (autor, editor, distribuidor, bibliotecario, librero…); de racionalizar los procesos productivos de distribución, logística, etc.; de mejorar sustancialmente la promoción. Tareas: combinar adecuadamente soporte papel y soporte digital; cuidar y «fidelizar» al cliente, desarrollar redes sociales en torno a la cultura… Reclamaciones: (para nosotros) todos los agentes del Libro deben cumplir honradamente las leyes y los acuerdos; (para la sociedad) un IVA cultural reducido.

En lo que a Ediciones de la Torre corresponde, ¿podríamos resumir todo esto en un acróstico como hicimos para en los casos de UMOC, ELIPSE, LEINOBLE, etc.? Probemos: IMADO: I ntervenir en el debate sobre contenidos y sobre continentes y soportes. – M imar al cliente. Comunicarse con él amablemente y ofrecerle, cada día, más por menos. – A plicar tecnologías eficientes: para documentarnos, para producir, para promocionar, para administrar… – D defender la marca. Reivindicar nuestra trayectoria y nuestro compromiso con el Libro y la lectura. – O ptimizar la calidad. No ofertar ningún contenido en cualquier formato que no tenga una calidad óptima en relación con el precio.  

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47. Carta a una amiga que me anima a escribir

Gracias por animarme a escribir, por confiar en que puedo hacerlo («Tienes que escribir otro libro, no sólo relatos cortos.‏», «Tienes que meterte en la cabeza que no eres sólo un buen editor.») Escribir, como cualquier arte, exige una fuerza titánica de la que yo, evidentemente, no estoy sobrado: cualquier ayuda es buena y la ayuda de una persona que conoce el arte en general (que vive en él) y la literatura en particular, es buenísima ayuda… ¡Escribir, no sólo leer y editar, escribir!

El hombre, desde que tomó conciencia de ser una especie superior, se preocupó de escribir la crónica de su paso por la tierra: pinturas y esculturas, totémicas o religiosas (y, por supuesto, lúdicas), monumentos, relatos realistas o imaginativos transmitidos oralmente… hasta llegar al prodigio de la literatura, la capacidad de fijar y transmitir la historia a partir de un código (en un proceso permanente de depuración y simplificación). El hombre, nuestra especie, ha ido escribiendo sobre la piel de nuestro planeta y en el corazón de las personas una crónica inmensa, compleja, plural, tan apasionante como los propios hechos que cuenta; una historia que deslumbraría a cualquier otra especie inteligente que pudiera habitar cualquier otro planeta, que fascinaría a todos los dioses de todos los olimpos y todos los paraísos…

La Literaratura, sin despreciar, por supuesto, otros lenguajes, antes bien apoyándose en ellos, nos regala así el milagro de participar espiritualmente en todos los lugares y en todos los tiempos donde el hombre dejó su huella, de ser parte de todas las tragedias, todos los dramas, todas las comedias o farsas por las que la Humanidad ha pasado y sigue pasando. Ser parte, «estar allí», pero, por el salto que resulta del paso del acontecimiento a la crónica (más que por la distancia de espacio o tiempo), podemos hacerlo sin ser dominados por el sufrimiento insoportable o el júbilo desmesurado, podemos evitar los grandes dolores y sufrimientos de nuestros congéneres que estuvieron materialmente allí, podemos transformar la sangre en lágrimas (menos letales) y, al tiempo, disfrutar con sus fiestas, con sus alegrías… Leer así lo acontecido como también hay que leer la propia biografía: releer la carta, el documento, la referencia, etc., del padre muerto, de la mujer que nos abandonó, del amigo que nos traicionó, del hijo que nos hizo su primer (y entrañable) dibujo donde fue capaz de garabatear PAPÁ Y MAMÁ; tener todo eso para tenerlos presentes, pero para que el recuerdo sea plácido, tranquilo, desprovisto del dolor lacerante o el júbilo desmesurado de aquellos momentos, para que las lágrimas y las sonrisas sean suaves y reconfortantes.

Sí, sería maravilloso escribir, aunque sólo fuera un parágrafo, una línea de esa Crónica de la Humanidad que significa la gran litreratura, la Literatura. Porque es verdad (y yo lo tengo reivindicado como editor) que, por ejemplo, ese primer libro que conocemos, La epopeya de Gilgamesh, no hubiera llegado a nosotros sin la acción de las personas que trasladaron el relato a las tablillas (escribas/editores), los que las conservaron y difundieron (bibliotecarios/libreros), los que las hicieron inteligibles para todas las lenguas (traductores), pero ha llegado merced sobre todo al escritor, al creador de la forma de la historia, al «biógrafo» que fijó, depurándola de contingencias, la epopeya de un ser humano y, con ello, pone a nuestro alcance toda una civilización, ¡nos invita a participar en ella! Por eso te aseguro que me gustaría ser escritor, dejar escrita alguna epopeya importante, alguna crónica digna de ser editada y atesoradas en las bibliotecas.. ¡Qué no daría yo por dominar este oficio sublime! Narrar alguna aventura del hombre, acaecida o imaginada, para que otros puedan, al leerla, recrearla; cuánto me gustaría disfrutar de esa experiencia en vida y saber a mi muerte que, cuando yo ya no sea más que un recuerdo borroso en mis descendientes, lo que dije, lo que escribí puede ser escuchado, revivido, por otras gentes que, con ello y en alguna medida, participan de mi vida, evitan mi muerte total…

Sí, me gustaría seguir tu cariñoso consejo («¡Tienes que escribir una novela maravillosa y presentarte a Premios! ¡Asoma la cabeza!») ¡Una novela maravillosa!… Una novela, el género supremo de la Literatura… La novela, la buena novela, crea un mundo virtual completo donde, a modo de espejo inteligente, se refleja perfectamente la realidad seleccionada de un mundo real y, con ello, nos abre horizontes y caminos para nuevos mundos; con la novela, con la buena novela, podemos viajar en el tiempo y en el espacio en todas las direcciones y hasta donde podamos imaginar y, sobre todo, viajamos hacia nuestro interior, buscando y a veces encontrando nuestros pliegues y rincones más recónditos. Acotar el mundo real, seleccionar las partes que deben reflejarse en ese espejo para crear el mundo virtual o de ficción y dejarlo todo suficientemente claro para que quien lo mire lo comprenda y, al tiempo, lo suficientemente abierto para que cada lector pueda recrearlo (y recrearse a sí mismo) es, como decía antes, tarea de titanes… Pero, claro, ¡claro que me gustaría! Una novela que hablara de los anhelos del hombre, de las angustias del hombres, de los miedos del hombre (de mis propios anhelos, miedos y angustias)… de la prodigiosa capacidad de las personas, varón o mujer, para equivocarse una y otra vez y seguir intentando alcanzar la perfección, de seguir cayendo y levantándose cada día (y cada noche), de perderse una y mil veces por todos los caminos y seguir señalando horizontes y mantener, altivamente, la determinación de alcanzarlos. Del hombre y la mujer (de mí mismo) buscando, en su cósmico abrazo, la belleza de la Naturaleza o del Arte, el inabarcable e incomprensible Infinito, la felicidad, ¡la Vida! El amor del hombre y la mujer, el amor en cualquiera de sus formas. La lucha del hombre contra la ignorancia y la injusticia… Una novela que creara personajes tan magistralmente trazados que consiguieran enamorar a los lectores más exigentes; personajes capaces de representar, de simbolizar al hombre y la mujer de nuestro tiempo, de nuestra sociedad, de todas las sociedades y todos los tiempos. Un héroe y una heroína que se sumaran a esa excelsa galería de hombres y mujeres arquetípicos, ejemplares, maravillosos, creados por los grandes escritores de todos los tiempos, de todas las lenguas… Pero, sobre todo, esas masas de seres anónimos, oprimidos secularmente, sacrificados para mantener la estúpida avaricia, el poder espúreo. Y, especialmente, esos millones y millones de niños maltratados: los del «primer mundo», saturados de cachivaches y faltos de afecto; los del «segundo mundo» que ha dado a sus niños un turbio pasado y un incierto futuro; los del «tercer y cuarto mundos», con los huesos y la sangre de los cuales se construyen las avenidas por donde transitan jactanciosos los parásitos opulentos… Si yo pudiera crear esa gran novela, querida amiga, si yo pudiera añadir un modesto granito de arena a esa montaña formada por el género cumbre de la Literatura, sería inmensamente feliz…

Pero no hay que ser pretencioso, no hay que soñar demasiado: conformémonos con escribir algo agradable e interesante, capaz de despertar un cierto interés de un pequeño número de lectores, capaz de producir una sonrisa empática de los amigos. Sigamos escribiendo, aunque sea sólo una pequeña nota del editor, a pie de página, de una modesta página de los millones de páginas que consituyen la Gran Crónica de la Humanidad…. Sigamos escribiendo, a ver qué sale. Pero, sobre todo, sigamos leyendo… ¡Hay tanto que leer!

Con todo cariño.

 

 

 

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46. El trovador

Bienvenido trovador. Gracias por tu canción. Tu voz, que en tantas ocasiones me deleitó pero en tantas otras mortificó mis oídos, viene hoy con un canto alegre e inteligente, me levanta el ánimo y me hace recuperar la esperanza que tenía en ti. Tu voz me trae los ecos de las canciones antiguas pero también actuales porque han sido tamizadas y reafirmadas por el devenir de los tiempos. Tu voz repite las bellas palabras nacidas de nuestra lengua y que a su vez la hicieron crecer y brillar en este babel que es la humanidad.

Tu voz, que en otras ocasiones fue vacilante o confusa, se suma hoy, con coraje, a otras muchas voces que te precedieron en la hermosa tarea de animar a las gentes al trabajo honrado y la fiesta noble, a la unión y la concordia. Tu voz, que convoca a «ciudadanos, ni héroes ni villanos», «tan fieramente humanos»; tu voz, que invoca «pan amasado con fe y dignidad», que pone en lo más alto del ideario «la libertad»…

Tu voz, en otros momentos estridente, recupera así lo mejor de tus melodías, y tu actitud, en otras ocasiones servil ante el poderoso, exhibe hoy el gesto altivo de los mejores trovadores, aquellos que cantaron al pueblo y para el pueblo sin someterse a censuras ni subvenciones.

Gracias, trovador. Quiero unir mi débil voz a la tuya, tan poderosa, e invitar a mis amigos a que se sumen a tu canto y ayuden a formar un coro que se oiga en todos los rincones de nuestro continente.

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45. Premios de Cultura. Madrid, noviembre 2012

Entrega de los Premios de Cultura de la Comunidad de Madrid y Medalla Internacional de las Artes 2011. 6 de noviembre de 2012. La hermosa sala roja de los teatros del Canal repleta de gentes de la cultura, con predominio de las clases medias que votan PP.

El popular Arturo Fernández (Teatro), la delicada y bella Mónica Runde (Danza), la bella y delicada Sylvia Torán (Música), la «bestsellera» (pero buena escritora) María Dueñas (Literatura), la realista Carmen Laffón (Artes Plásticas), el veterano periodista gráfico Chema Conesa (Fotografía), el eficiente empresario Enrique Cerezo (Cine), la sesentona Asociación Española de Amigos Castillos (Patrimonio Histórico) y el anciano ganadero Victorino Martín (Tauromaquia) que reivindica el mito del toro (el toro que festejan gentes de muy diversa condición, el hermoso toro que adorna nuestras colinas por toda la geografía nacional como símbolo patriotero, pero también el toro indómito que reivindicó Miguel Hernández para oponerse a «los bueyes [que] doblan la frente».) Y como premio especial, Medalla Internacional de las Artes 2011, Antonio López, nuestro mejor pintor, con su eterno aire de pueblerino honrado e ilustrado.

Para terminar, discurso inicialmente protocolario del Presidente de la Comunidad, Ignacio González, que se estrena en estos cometidos, pero con un final político en el que, al agradecer el trabajo creativo de nuestros artistas, liga la idea de cultura con la idea nacional y reivindica los valores que nos han traído hasta aquí y que nos pueden ayudar a afrontar el difícil futuro…

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44. Anusha

 Arriba1¡Mira, Anusha, mira! Mantén tus (sin duda, bellos) ojos abiertos y mira. Mira a los chicos que pasen cerca de ti y hazlo con la expresión que te parezca más adecuada para manifestar tus sentimientos… Mira a quien tú quieras, lo que tú quieras, Anusha. ¡Tienes todo el derecho a hacerlo! Y nadie tiene el menor derecho a impedírtelo y mucho menos, ¡horror!, a asesinarte por ello. Mira, Anusha, mira, mira a tus padres, estúpidamente asesinos, y a tus vecinos ignorantes, cómplices de una barbarie que lleva siglos sojuzgando a la mujer y destruyendo lo más humano que hay en el varón. Mira fíjamente a tu padre, saturado de soberbia y carente de amor, mira de frente a tu madre, esclava envilecida y con vocación de perpetuar la esclavitud; míralos hasta que ambos tengan que bajar la vista sintiéndose alimañas y no personas, hasta que comprendan que si  fue hermoso juntar sus energías para generar vida es inmundo y miserable hacerlo para el crimen… ¡Mira, Anusha, mira! Mantén los ojos, tus inocentes ojos, Abajo1bien abiertos: que tu mirada asesinada no muera del todo y nos ilumine a todos, hombres y mujeres de todos los lugares, hasta que nuestros ojos se llenen de lágrimas, como los tuyos se llenaron del ácido criminal, y nuestro llanto nos ayude a comprender, nos anime a combatir con todas nuestras fuerzas, el horror.

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/02/actualidad/1351852888_399403.html

 

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43. Diálogo

dialogo1Las palabras, como si imitaran a las camisas o a los zapatos, sufren distintas modas. Últimamente vuelve a estar muy de moda la palabra diálogo y todos sus derivados: yo dialogo, tú dialogas, él dialoga, nosotros dialogamos…, y quizá por ello ninguna persona de las que viven de conseguir por uno u otro medio el favor (y el tributo, a veces muy alto) de las gentes del común se atreve a rechazar esta mágica palabra.
Pero ¿es el diálogo el valor supremo de ser humano? Antes de responder a esta pregunta, hagamos una pequeña disquisición.
Por supuesto es estupendo conjugar el verbo dialogar, propiciar el dialogo, llegar a acuerdos a través del diálogo, etc. Pero no olvidemos que no todos los diálogos tienen la misma naturaleza, no siempre el diálogo es entre dos iguales, no siempre se da entre dos partes bienintencionadas, no siempre el diálogo puede ser la última razón para defender una idea o un derecho. Pensemos, por ejemplo, en el diálogo que se da entre un padre y un hijo, entre un profesor y un alumno, entre un juez y un reo, entre el representante de un todo y el de una parte… tan diferentes al diálogo que se da entre esposos, entre compañeros de excursión, entre condiscípulos, entre socios igualitarios de una compañía, etc. Lo mismo que no es igual el diálogo entre dos negociadores que van con las cartas boca arriba y no pretenden engañarse mutuamente al que se produce entre dos negociadores que van con cartas ocultas o marcadas y con la decidida intención de engañarse o, todavía más grave, entre un negociador honrado y uno tramposo. Es evidente que acudir a un diálogo o negociación civil dónde una de las partes pone una pistola sobre la mesa (o, lo que es peor, sabemos que la tiene dispuesta un sicario que nos espera a la salida del «diálogo») es muy peligroso y debemos rechazarlo aunque nos acusen de poco dialogantes…
Volvamos ahora a la cuestión, ¿es el diálogo el valor supremo de ser humano? ¡No! Hay otros valores superiores. Por ejemplo, la bondad; por ejemplo, la libertad; por ejemplo, la justicia; por ejemplo, y quizá sobre todo, la dignidad, el valor que define al ser humano. De forma que, si no buscamos votos espúreos, seguidismos tontos o negocios turbios, hemos de sostener, contra viento y marea, que si, individual o colectivamente, nos vemos obligados a elegir entre diálogo y dignidad elegimos, sin ninguna duda, la dignidad.
Evitemos, pues, la fascinación por el diálogo: dialoguemos todo lo que sea necesario y posible pero pongamos claramente por encima del diálogo la justicia, la ley y, sobre todo, la dignidad.

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42. 12-O

spain-1273335__180La gente recuerda, conmemora, apoya, celebra, enaltece…, más o menos espontáneamente, fechas señaladas. Últimamente se manejan muchas fechas simbólicas, pero siempre fue así. Hubo un tiempo en el que también se conmemoraban (o se prohibían) muchas fechas. Así teníamos el 18 de julio («glorioso alzamiento nacional» se llamó oficialmente al levantamiento militar contra la República), 1 de abril (fin oficial de la Guerra Civil), 1 de octubre (designación del caudillo), 1 de mayo (primero San José obrero y luego, por fin, Día Internacional del Trabajo), 8 de marzo (día de la mujer trabajadora), 14 de abril (proclamación de la segunda República Española), 20 de noviembre (ejecución de José Antonio Primo de Rivera, asesinato de Carrero Blanco, muerte de Franco)… pero no se empleaba la actual notación minimalista. Ahora se dice escuetamente 15-J (para referirse a las primeras elecciones democráticas después del franquismo), 15-M (para referirse al movimiento de los indignados), 25-S (para el movimiento «toma/rodea el Congreso»), etc. Pero de minimalismo en minimalismo podemos llegar a «minimalizar» tanto que sea difícil para la gente del común saber lo fundamental de lo que comprende cada fecha (con sus luces y sus sombras) y fácil para las minorías que manipulan a la población reducir esa definición o etiqueta a un mero sentimiento de odio o de afirmación excluyente. Sobre todo si se trata de fechas referidas sólo a una parte del territorio nacional: Galicia (25 de julio), Andalucía (28 de febrero) Cataluña (11 de septiembre) donde es mucho más fácil reducir todo el simbolismo de la fecha a un maniqueísmo absurdo.
Quizá por eso soy partidario de estudiar o pensar en la historia no tanto por fechas únicas sino por periodos de tiempo que nos permitan algo más que un sentimiento primario de odio, de orgullo, etc. Por ejemplo, el 14 de abril que nos recuerda el nacimiento de una República que no pudo ser, nos obliga a pensar en esos años del 31 al 39 y en todo lo que pasó para que no pudiera ser. Por ejemplo, el 15-J nos anima a analizar el largo, complejo, esperanzador, y muy positivo a la postre, periodo de la Transición, que tanta admiración despertó en el mundo entero.
Pero si, por las razones que sean, queremos establecer fechas muy simbólicas, hay tres que me parecen fundamentales y dignas de ser objeto de «españolizar» (es muy esclarecedor que esta palabra escandalice e indigne tanto a los que, con métodos dictatoriales, con gran cinismo y gran deslealtad, «catalanizan» a sus escolares) para todos los educandos de España:
El 19-M, 19 de marzo de 1812, cuando lo mejor de nuestro país, lo mejor de sus clases y sus territorios, se reunieron en Cádiz, no sólo para resistirse al invasor, sino sobre todo para afrontar los problemas de atraso y de injusticia que habían hecho posible esa invasión y dar al país una constitución que transformara a los súbditos en ciudadanos, sujetos de derechos y deberes nacionales y democráticos.
12-O, es decir, 12 de octubre, cuando, en 1492, tres naves que hoy nos parecerían ridículas para atravesar todo un Atlántico llegaron a un continente desconocido y ampliaron política, social y culturalmente el mundo. Desde luego, con errores, atropellos y crímenes pero con un resultado fundamentalmente positivo, con un mestizaje, una «interculturalidad», mucho más humanos que la mayoría de las experiencias comparables.
6-D, es decir, 6 de diciembre de 1978, cuando se establece una constitución democrática por consenso de todas las clases y de todas las fuerzas políticas importantes, nacionales o regionales, que fija unas reglas del juego válidas para la inmensa mayoría de la ciudadanía, un reparto de deberes y derechos evidentemente perfeccionable pero suficiente para, a partir de ahí, acabar con guerras civiles, con enfrentamientos antagónicos de clases o de territorios, que sólo benefician a los mercaderes del odio.
Esas tres fechas, sobre todo las dos últimas, deberían ser, en mi modesta opinión, fechas nacionales de España celebradas obligatoriamente por todas las autoridades españolas e invitar a todos los ciudadanos a disfrutarlas. Mucho más que cualquier otra fecha que quieran celebrar en alguna de las partes de nuestro país o en algunas de sus clases pero que por su carácter no general, no nacional, deben ser menos importantes.
Respeto y honor, pues, para cuantas fechas se conmemoren en las distintas partes de España (siempre que no se utilicen para manipular la Historia, atizar odios o levantar barreras) pero, en primer lugar y sobre todo, respeto y honor por las más importantes fechas nacionales. Honor, pues, al 12 de octubre, fiesta de la hispanidad, fiesta nacional de España. Respeto y celebración obligados por parte de todos los altos representantes del Estado y fiesta para cuantos españoles sientan el orgullo de serlo.tclave01ce1978

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41. Cultura y política

En la situación social especialmente confusa que vivimos en nuestro país la cultura, tanto como la economía, debe estar en el centro de todos los debates. Y no sería necesario decir que cultura incluye actividades, obras, creaciones, industrias, estructuras, coyunturas, administraciones, empresas, clientes… pero sobre todo y por supuesto personas. Personas con una función u otra (y no es la menos importante la de receptor y usuario de la obra o actividad cultural), con intereses y con ideales, con capacidades y con carencias, con trayectorias, con pasados, presentes y futuros. Hay que estar por tanto muy atentos a las personas. Aquí, como en todas las cuestiones sociales, todos somos protagonistas, todos nos sentimos afectados por el hecho cultural y todos y cada uno de nosotros actuamos en él. También en la estrecha e intensa relación de la cultura con la organización política, con el ámbito donde se desarrolla. Se ha dicho muchas veces pero es necesario, aquí y ahora, repetirlo: la cultura no debe ser partidista pero no puede ser apolítica; la organización política que nos damos (o que nos dan si renunciamos a nuestros deberes y nuestros derechos) condiciona tanto la cultura que no es posible disociarlas. Y si la cultura no puede ser apolítica parece claro que los que nos movemos en el mundo de la cultura, con uno u otro rol, los creadores y los trabajadores de la cultura, los protagonistas y los secundarios, no tenemos otro remedio que comprometernos.

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40. Educación y patriotismo

¿Se puede estudiar Ciudadanía sin estudiar Patriotismo o viceversa? No. La Nación (o si se quiere el Estado-nación) es el ámbito donde se puede desarrollar el proyecto colectivo de derechos y oportunidades para el bienestar general. Por debajo de ello (comunidades, regiones, «tribus», etc.) o por encima (uniones supranaciones, acuerdos, alianzas, etc.), por mucho que representen sentimientos o pasiones o intereses legítimos, no pueden garantizar esos derechos y oportunidades a todos y cada uno de los ciudadanos. Es decir, para enseñar convivencia (diálogo, respeto, tolerancia, etc.) a nuestros educandos, y para garantizar sus derechos, tenemos que enseñarles patriotismo, amor por la nación, respeto al Estado.

Y no se puede caer en la trampa de que, como hay ciudadanos que no se sienten de nuestra nación, hay que intentar atraerlos o mantenerlos con nosotros a base de permanentes concesiones. Hacerlo así significaría que estamos sacrificando a las mayorías para contentar a las minorías. Por supuesto, la gente tiene derecho a defender sus ideas, incluyendo las ideas secesionistas… pero si lo quieren hacer por la vía democrática (respetando las leyes vigentes) y no por la vía revolucionaria (suprimiéndolas e implando otras por la fuerza) no podrán utilizar los medios legales a su alcance para inculcar en los educandos odio hacia la Nación, rebeldía ante el Estado. Ésta es la clave de la política española desde la Transición y seguirá siéndolo hasta que los enemigos internos de España, de lo español, ganen la batalla o acepten el juego democrático. Hay miles de anécdotas (como la «guerra de las banderas», la mofa al himno nacional o al Jefe del Estado, las prohibiciones y manipulaciones lingüísticas, la falsificación de la historia y un largo etcétera) que lo demuestran.

Es fundamental, por ello, que el Estado no decline su alta responsabilidad de educar a las nuevas generaciones en los valores democráticos, en la ciudadanía y el patriotismo. Con o sin transferencias en la gestión de la educación; con o sin la colaboración de las minorías nacionalistas.

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