¡Mira, Anusha, mira! Mantén tus (sin duda, bellos) ojos abiertos y mira. Mira a los chicos que pasen cerca de ti y hazlo con la expresión que te parezca más adecuada para manifestar tus sentimientos… Mira a quien tú quieras, lo que tú quieras, Anusha. ¡Tienes todo el derecho a hacerlo! Y nadie tiene el menor derecho a impedírtelo y mucho menos, ¡horror!, a asesinarte por ello. Mira, Anusha, mira, mira a tus padres, estúpidamente asesinos, y a tus vecinos ignorantes, cómplices de una barbarie que lleva siglos sojuzgando a la mujer y destruyendo lo más humano que hay en el varón. Mira fíjamente a tu padre, saturado de soberbia y carente de amor, mira de frente a tu madre, esclava envilecida y con vocación de perpetuar la esclavitud; míralos hasta que ambos tengan que bajar la vista sintiéndose alimañas y no personas, hasta que comprendan que si fue hermoso juntar sus energías para generar vida es inmundo y miserable hacerlo para el crimen… ¡Mira, Anusha, mira! Mantén los ojos, tus inocentes ojos, bien abiertos: que tu mirada asesinada no muera del todo y nos ilumine a todos, hombres y mujeres de todos los lugares, hasta que nuestros ojos se llenen de lágrimas, como los tuyos se llenaron del ácido criminal, y nuestro llanto nos ayude a comprender, nos anime a combatir con todas nuestras fuerzas, el horror.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/02/actualidad/1351852888_399403.html
Magnífico. Cada vez que lo leo se me pone un nudo en la garganta
No es para menos… Yo lo escribí llorando.
José María, ahí te van dos textos interesantes. ¿Tienes relación con tus últimos comentarios? Yo creo que sí.
Enrique
“La persona a cuyo requerimiento se me había despertado me esperaba en el despacho, mirando por la ventana el desperezarse de la calle popular. Su rostro tenía una expresión de cansancio, el ajamiento de quien ha perdido la noche. No mucho días más tarde había de tocarle perder la vida en los chanchales de la sierra de Guadarrama. (…) Dados los presagios de aquel tiempo, pensé en una nueva desventura irreparable, mientras le preguntaba:
-¿Qué sucede?
-Vengo a decirte, porque acaso convenga que lo conozcas, que anoche han matado a Calvo Sotelo.
No tengo por qué ocultar mi impresión. Fue enorme. La noticia acabó por desvelarme e instintivamente miré hacia la calle, sorprendiéndome encontrarla sin un indicio que denunciase agitación extraordinaria.
-Ese atentado es la guerra – declaré a mi visitante.
-El cadáver – siguió sin pararse en mi observación- ha sido encontrado esta madrugada en el depósito del cementerio. Tenía unos balazos en la cabeza.
Sentía miedo de preguntar y curiosidad de saber. Mi visitante conocía la historia en sus detalles y yo tenía la íntima convicción de que había participado en ella, sin que pudiese suponer en qué grado. Esa sospecha me cortaba la palabra. La propia gravedad de la noticia me tenía desconcertado y sin una posición moral ante mi interlocutor. Pensaba, preferentemente, en las consecuencias políticas del atentado.”
GUERRA Y VICISITUDES DE LOS ESPAÑOLES (Págs. 28 y 29) Julián Zugazagoitia
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De los altares olvidados han hecho su morada los demonios.
Ernst Jünger
“El materialismo del pasado siglo ha trastocado nuestra visión de ciertas realidades: así, la significación de lo trascendental, la relación del hombre con Dios y con la fe. En la era del materialismo esto incumbía, en el mejor de los casos, únicamente a la apartada “facultad” de la Teología. El espíritu científico vino a desgarrarlo del caudal de la vida. Al mismo tiempo las diversas disciplinas científicas fueron replegándose a sus propios reductos respectivos: Filosofía e Historia del Arte, Historia Política y Ciencia Natural, Musicología y arquitectura tomaron cada una su camino.
(…) Algunos observadores han podido afirmar incluso que el nivel alcanzado hacia finales del XVIII revestía una importancia tal, que con él se contemplaba el término del camino en la evolución y el desarrollo de la cultura occidental: como si con Bach y Mozart, con Velázquez y Rembrandt, con Leibnitz y Newton, con Balthasar Neumann y Bernini se hubiera alcanzado un cenit que jamás podría repetirse. Y, en verdad, allí estuvo la cumbre del desarrollo histórico de una cultura centrada en la referencia a Dios.
Vino seguidamente la sustitución de la creencia en Dios, por esa fe del hombre en sí mismo solamente. Pero ese hombre autónomo y prometeico no podía prescindir en absoluto de valores absolutos; y hubo por ello de crearse ideologías, ídolos que llenaran el vacío de Dios. En los altares derribados pusieron su morada los demonios.
Seréis como dioses (Hans Graf Huyn)
Fe de erratas: Dice: “Tienes” y debe decir: “Tienen”
Gracias, Enrique. Por supuesto que los dos textos que, amablemente, me envías tienen mucha relación con lo que escribo, con mi preocupaciones y mis intentos de colaborar, en la pequeña medida de mis fuerzas, en la siempre necesaria (e incierta) lucha contra todo tipo de injusticias. El primero pertenece a uno de los estudios sobre la guerra civil española, de obligada lectura; creo que fue nuestro común amigo PGM quien me lo recomendó en los ya lejanos días de Carabanchel. El segundo texto es más complejo y menos accesible para mí: sólo tengo referencias indirectas de Jünger, nunca lo he estudiado; pero el tema que toca sí me interesa mucho, todo lo relativo a la espiritualidad en cualquiera de sus formas o manifestaciones me interesa sobremanera; pero la cuestión, para mí, es que siempre que se busca comprender cualquier tipo de espiritualidad, siempre que se busca dialogar con cualquier dios, se encuentra la materialidad de la vida política y social, los hombres que interpretan y representan a los dioses… y al final lo absoluto y lo relativo, como todo lo humano (y quizá no hay nada más humano que la religión), aparece en permanente diálogo y pelea, indisolublemente ligado a intereses e ideologías…
Un abrazo, JM.