384. Hace cinco años

Hace hoy cinco años, el Jefe del Estado, Felipe VI, dirigió un mensaje a la Nación necesariamente solemne y breve y especialmente claro y determinante.
El motivo era evidente: «Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada −ilegalmente− la independencia de Cataluña.– Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno.» El diagnóstico, certero: «Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña.» Y la solución, justa y necesaria: «Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.»
Consecuentemente con ello, el Rey enfatizó la necesidad de mantener la esperanza en esa solución: «Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña.» Y su compromiso, institucional y personal, con el pueblo español: «Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.»
Cinco años después y tras una serie de acontecimientos de importancia histórica: aplicación huera del art. 155, elecciones autonómicas convocadas para facilitar el reagrupamiento de los separatistas, fuga (sospechosamente fácil) del presidente de la Generalidad y deambular por Europa con apoyos sospechosos, proceso a los líderes secesionistas con una condena absurdamente blanda y con alguna justificación surrealista (como que la proclamación de la República independiente de Cataluña era una especie de ensoñación), el cambio radical del Presidente del Gobierno que pasó de pedir mano dura contra los golpistas a indultarlos para que salieran de la cárcel… cinco años después la rebeldía se mantiene en todas las instituciones catalanas, el acoso a la ciudadanía no independentista es cada vez más fuerte (especialmente en la enseñanza pública) y el Estado es prácticamente inexistente en Cataluña.
Es cierto que en el gobierno catalán hay un fuerte enfrentamiento entre las dos fuerzas principales (Ezquerra Republicana y JxCat), pero más cierto aún que el Gobierno central colabora por activa y por pasiva para que esa ausencia del Estado allí se «institucionalice».
Por eso el discurso de Felipe VI hace cinco años es tan oportuno y actual como entonces… aunque, desgraciadamente, también tan arriesgado.

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