Para qué sirve hoy la monarquía

Hace tres días se celebró en el Hotel Palace el solemne acto, presidido por el Rey, de la entrega del Premio Francisco Cerecedo 2019 a Javier Cercas por su artículo publicado en El País el 3 de enero de este año con el título de «¿Para qué sirve hoy la república?», del cual transcribo una de sus frases que me parecen más oportunas:

«¿Sería mejor nuestra democracia si, en vez de una monarquía, fuera una república? ¿Lo serían la democracia noruega, danesa, sueca o británica, que también son monarquías y, a la vez, algunas de las mejores democracias del mundo? Nadie lo cree, y por eso en dichos países el dilema entre monarquía y república es irrelevante. En realidad, se trata de un falso dilema, y plantearlo equivale a ocultar los problemas reales del país tras un problema irreal: puro postureo de izquierdismo guay, a la larga letal para la izquierda.»
https://elpais.com/elpais/2019/01/03/eps/1546534127_107680.html

El articulo premiado es una réplica a una tribuna, también publicada en El País el 22 de noviembre de 2018, «¿Para qué sirve hoy la monarquía?»; texto bien armado y comedido pero donde se ve la clara intención de –con la demagógica táctica de la equidistancia– apoyar la causa secesionista y debilitar a la Jefatura del Estado, que sufre los ataques miserables de los separatistas. La entradilla del periódico es elocuente: «Una nueva república será la mejor garantía para una España unida sobre la base del respeto y la libre decisión de sus pueblos y sus gentes.» Y las afirmaciones del líder de Podemos son igualmente elocuentes; por ejemplo:

«Si el 23-F reforzó a Juan Carlos, el 3 de octubre debilitó a Felipe VI, que no fue capaz de erigirse como símbolo de diálogo, sino como símbolo de la autoridad de un Gobierno que fracasó a la hora de lograr una salida política a un conflicto en buena medida alimentado por su ineptitud.»
https://elpais.com/elpais/2018/11/21/opinion/1542806031_921444.html

Pero, volviendo al acto, lo que me interesa destacar son estas palabras del premiado, dirigiéndose a Felipe VI, más rotundas que las del propio artículo:

«Quisiera darle las gracias porque el día 3 de octubre de 2017, mientras un grupo de políticos felones intentaba imponernos a la mayoría de nosotros, por las bravas, un proyecto minoritario, inequívocamente antidemocrático y profundamente reaccionario –es decir, mientras esos políticos arremetían contra nuestras libertades e intentaban derogar el Estatut y violar la Constitución, aboliendo el Estado de derecho-, usted nos dijo a quienes nos hallábamos del lado de la legalidad democrática que no estábamos solos. Porque éramos, repito, la mayoría, centenares de miles, millones de catalanes, pero nos sentíamos solos. Y teníamos miedo. Mucho más miedo del que ahora queremos recordar, mucho más del que nos gustaría confesar, mucho más del que ustedes se imaginan. Y aquel día usted, Señor, nos dijo que no estábamos solos, y –esto es lo más importante– al decírnoslo usted nos lo dijo el Estado democrático que usted representa. Que no estábamos solos, nos dijo. Que no nos iban a abandonar. Y que, esta vez, por lo menos esta vez, no pasarían. Y no pasaron.
Así que muchas gracias.»
http://www.apeuropeos.org/el-combate-por-la-verdad-es-un-combate-contra-la-esclavitud-palabras-de-javier-cercas-al-recibir-el-premio-de-periodismo-francisco-cerecedo/

Y la respuesta del Jefe del Estado, significativamente personal y directa, nos debe hacer reflexionar de cómo está la situación, que nos exige a todos y cada uno un compromiso con la verdad y el coraje de reclamarla, a pesar de los peligros que ello, en este país tan trufado de demagogia y relativismo, nos pueda acarrear:

«Cercas huye de la equidistancia entre Estado de Derecho y quienes pretenden destruirlo. En este sentido, nuestro premiado ha sabido, con serenidad, sensatez y rigor, poner el foco en lo sustancial, rechazando lo accesorio y centrándose en el irrenunciable interés general de toda la sociedad, a la que las instituciones y los poderes públicos se deben siempre; ese tan necesario “bien común”, que antes mencionaba y del que tanto habla el filósofo político Michael J. Sandel, como vehículo ético y moral para alcanzar una verdadera y justa democracia.
[…]
Por eso, hoy quiero no solo felicitarte por tu merecido premio, sino también mostrarte mi respeto y mi reconocimiento por tu coraje, por tu valentía, en circunstancias que no son fáciles; y lo hago como persona y como Rey, por tu firme defensa de la legalidad democrática y de la libertad.» ­
https://www.casareal.es/ES/Actividades/Paginas/actividades_discursos_detalle.aspx?data=6212

No he visto mucha resonancia sobre este premio ni sobre el acto de entrega… pero, en mi modesta opinión, el motivo del premio y las palabras en el acto hubieran justificado varios editoriales, al menos uno claro y tajante de El País… aunque la información que publicó ayer con la firma de V.G.C. compensa esa ausencia:
https://elpais.com/politica/2019/11/29/actualidad/1575031146_649205.html.

Es necesario que la opinión pública no olvide que el Jefe del Estado contó con el apoyo de firmas notorias a su valiente acto del 3 de noviembre de 2017 y sobre todo que ello impulsó una de las manifestaciones más importantes de las últimas décadas y que, con ese recuerdo vivo, sepa que, si fuera necesario repetir algo parecido ahora, seguiría contando con igual o mayor apoyo… y que las preguntas falaces y tramposas como las que hace Pablo Iglesias y sus correligionarios, si fuera necesario, se responderían no solo en los papeles y en las instituciones sino también, y sobre todo, en un sitio que tanto anhela dominar el «progresismo»: la calle.
Y para ello en esta circunstancia, coyuntura, época política que nos ha tocado vivir sirve hoy, mucho más que cualquier otro sistema, la monarquía parlamentaria que nos dimos cuando nos enfrentamos, hace 40 años, a la disyuntiva de cambiar de régimen mediante una revolución de desarrollo y resultado claramente inciertos o mediante una reforma «de la Ley a la Ley» cuyo desarrollo y resultado han causado justa admiración en todo el mundo. Por eso separatistas y populistas de toda laya miran con mucha simpatía a Pablo Iglesias y sus seguidores y con profunda antipatía a Javier Cercas y cuantos suscriben sus palabras.

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