A pesar de que quizá se podrían contar por miles las veces que he entrado en la Biblioteca Nacional (antes y después de obtener el carnet), siempre siento una emoción especial cuando subo las cada vez más altas escaleras de la impresionante fachada y paso entre las estatuas del rey sabio y del santo erudito (ambas de Alcoverro), cuando entro por las puertas «custodiadas» por grandes maestros de nuestra lengua y nuestra literatura: Nebrija (estatua obra de Nogué), Luis Vives (Carbonell), Lope de Vega (Fuxá) y Cervantes (Vancell) después de rendir tributo, también, a otros 11 grandes escritores (entre los cientos, miles, que podrían estar) como son el padre Mariana, fray Luis de León, Quevedo, Calderón, Garcilaso, Diego Hurtado de Mendoza, Arias Montano, Santa Teresa de Jesús, Tirso de Molina, Nicolás Antonio y Antonio Agustín. Y una vez dentro, me gusta pararme ante la estatua de don Marcelino Menéndez Pelayo, uno de nuestros más grandes (y peor conocidos) intelectuales, que dirigió brillantemente la Biblioteca desde 1898 hasta su muerte en 1912… ¡Estoy en el templo más grande que hay de la cultura española! Todo el tesoro de nuestra lengua, de nuestra literatura, de nuestro pensamiento. Aquí está la mayor y mejor representación de cuanto se ha escrito en español, aquí están los saberes, los pensamientos, las fantasías, los sueños… de nuestros antepasados y nuestros contemporáneos más dignos de ser conocidos y estudiados. Más de treinta millones de «documentos», no solo de libros sino también de cartas, mapas, grabados, fotografías, partituras (y ahora ya de soportes electrónicos e informáticos), bien organizados y correctamente custodiados para ser ofrecidos en las mejores condiciones a la ciudadanía de ahora ¡y la de los siglos venideros!, mediante el servicio de consulta, las visitas guiadas, las exposiciones y actos públicos, con las publicaciones correspondientes… Admiración y gratitud, orgullo y alegría. El gozo vivificante de la Cultura.
Pero la Biblioteca no solo ofrece su tesoro a los visitantes sino que, desde hace años, se esfuerza por abrirse a la sociedad, adaptarse a los nuevos tiempos en los que la comunicación fluye en todas las direcciones, las instituciones se hacen cada vez más transparentes y la vida social adquiere nuevos perfiles, nuevas oportunidades, nuevos eventos.
Uno de los mejores ejemplos de esto que digo es la Coral de la Biblioteca, dirigida por el maestro Román Clemente y que con sus 50 miembros nos deleita en varias ocasiones durante el año en la magnífica sala de la Biblioteca o, como en esta ocasión, en la sala de Cámara del Auditorio Nacional, anteayer repleta de un público feliz y con un programa y una interpretación a la altura de las corales profesionales de nuestro país. Villancicos de Boccherini, de Matías Veana, de Juan Antonio Castellano, una jácara a cinco de José de San Juan y, como final impresionante, la zarzuela en un acto de Mariano Pina y Francisco Asenjo Barbieri Los Carboneros, estrenada en 1877 y no repuesta en los años siguientes. Espectacular representación que aprovechó, con la ayuda de tres miembros de la Asociación Polibea, todos los registros que facilita la obra y el escenario del auditorio. Éxito total. Y dos amables bises: «Oh, santa noche», de Adolphe Adam y Placide Cappeau, y la popular «Blanca Navidad» de Jess Cate y Kike Santander.
Es bueno que la Biblioteca salga a la calle, en este caso a través de sus magníficos embajadores de la Coral, que llegue a un público no específicamente bibliotecario y que pueda interesar en la valoración y aprovechamiento de la Biblioteca. Agradezcamos a todos sus miembros representados por su directora Ana Santos Aramburo y a la Fundación de Amigos de BNE, que nos ayuden a disfrutar de la cultura y de la buena música.
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Por alusiones me permito escribir estas palabras de agradecimiento al gran amigo, editor de vocación desde hace cuarenta años y magnifico escritor José María Gutierrez de la Torre, para agradecerle públicamente el bello escrito que describe con gran precisión el sentir del templo de la cultura, que constituye la BNE. El legado que reciben sus directores/as, como todos sus colaboradores es de incalculable valor y me consta que con entrega y precisión se encargan todos ellos de cuidarlo y mantenerlo como esencia fiel de la cultura de un pueblo. La Fundación de Amigos, creada en 2009, quiere ser el motor de difusión de los tesoros que alberga la BNE. para lo que invita a disfrutar de pequeños privilegios a todo el que quiera participar como socio para lo que pone a disposición de los mismos visitas guiadas por los Comisiarios a las grandes exposiciones que se programan día tras día en la sede de la BNE., asi como invitaciones a Museos en todo el territorio español, y diversos conciertos como el que destaca en su articulo José María, en este caso de Navidad, que tienen lugar en diferentes fechas del año y diversos escenarios, siempre sobre conocidas partituras musicales o inéditas rescatadas de los ingentes fondos de la Biblioteca, para lo que la Fundación concede becas a estudiosos cualificados para la investigacion, todo ello interpratado con maestria y dedicación por el gran Coro de voluntarios que dirige Román Clemente y que patrocina con orgullo la Fundación de Amigos de la Biblioteca Nacional de España, gracias y féliz Navidad a José Maria, a todos los integrantes del Coro y a su Director y particularmente mi agradecimiento a los Patronos y Socios, que con su apoyo hacen posible el gran desarrollo que Fabne. acomete minuto a minuto. Mi agradecimiento a Eva San Felipe, gran trabajadora, que con su constancia y entrega diaria consigue el continuado exito de los proyectos de FABNE.
Muchas gracias, José Manuel. Tu amable comentario («addenda et corrigenda» completa y mejora mi «crónica» y me anima a seguir escribiendo cada día un poco mejor aunque, por supuesto, siempre de forma sincera y respetuosa. Todo lo que podamos hacer por la extensión de la Cultura y cuantos la apoyan (como es el caso de FABNE) redundadará en beneficio de nuestra sociedad.
Muchas gracias por este maravilloso artículo.
Desde Cinco Palabras, un saludo de La Carbonera que disfrutó de este gran concierto.
Feliz Navidad.
http://youtu.be/w4LwgGRbXjQ
Gracias a vosotros por leerme… ¡Y Felices Fiestas!
Muchas gracias, José María. Reconfortan tus palabras de apoyo porque nacen espontáneas y las envuelves en un marco erudito y de gran altura en el decir. El coro recibe y relee palabras como las tuyas, como recibe y rememora los aplausos del público; lo agradecemos de verdad porque nuestra labor es callada y generosa, sólo pretendemos disfrutar de la música, alimento que sacia y fortalece, arte que no engaña expuesto a juicio. El amor por la música nos une y si compartimos este vínculo entre estatuas tan ilustres de nuestros antepasados, mejor que mejor. Un abrazo mío y de todo el coro. Feliz Navidad.
Muchas gracias, de verdad, a vosotros: hacéis una labor «callada y generosa»… como todas las cosas que son auténticas y en beneficio de los demás. Yo tengo una especial relación con la música. Estudié canto de muchacho y mi profesora estaba enamorada de mi voz de tenor lírico y, como no podía pagar las clases, me las daba gratis… Poco tiempo, porque la la vida me llevó por otros caminos pero aún recuerdo con especial emoción las veces que canté ante el público. Pasado el tiempo, me casé con una mujer que toca el piano con especial sensibilidad… y tengo un hijo violinista y otro pianista. Todo ello me hace amar profundamente a la gente que se eleva y nos eleva con la música, con el canto.
Abrazos sinceros para todos.