¿Estamos en tiempos de suicidio? Para algunos agnósticos y críticos del Cristianismo, se nos suicida el Nazareno, subiéndose a la cruz (o lo «suicidamos» nosotros porque, como es lógico, muchos creyentes rechazan aquella idea y ven a Cristo no como un piloto sino como un pasajero)[I]; se nos suicidan los copilotos enajenados [II], llevándose consigo decenas de muertes inocentes; se nos suicidan los maridos posesivos y asesinos [III], amenazan con suicidarse/suicidarnos los políticos mediocres que, después de haber montado un gran zoco de odios, falsas identidades, juegos de trileros, retos de matón y otras miserias, encuentran que la única forma de seguir adelante es el suicidio (o, quizá, la mera amenaza, el mero simulacro de suicidio, que será evitado en el último momento)[IV]. Un terrible culto al rencor como forma de relacionarse con los demás, a la muerte absurda para resolver los problemas de la vida; un culto a la estupidez, un estúpido desprecio a la Vida.
Lo de la cruz es más complejo: como dice el entrañable personaje de José Luis Cuerda (Así en el cielo como en la tierra), toda una civilización se ha montado sobre ese sacrificio ( o «suicidio») pero que, después, va a culminar en una gloriosa resurrección (en efecto, se nos asegura, ese Dios que bajó a la Tierra en forma humana para salvarnos con su inmolación, después de una pasión espantosa, es capaz de resucitar y volver a sus dominios celestiales…) Pero lo de los maridos y lo de los pilotos y, sobre todo, lo de los políticos mediocres, etc., es más comprensible para los humanos normales… y de más clara, aunque no fácil, solución: se trata de evitar que los suicidas puedan encerrarse en cabinas inaccesibles, en hogares convertidos en checas, en parlamentos transformados en búnquers para llevar a cabo sus crímenes/suicidios (lugares todos estos donde se desprecian los derechos humanos, las leyes y la moral, el mero sentido común).
El 13 de diciembre de 1972 TVE deslumbró a la audiencia con un mediometraje de Antonio Mercero[V]. Un hombre entraba en una cabina telefónica para comunicarse con alguien pero un poder desconocido bloquea la puerta y la cabina y su prisionero acaban destruidos en un desguace. Ahora nuestros pilotos suicidas y nuestros maridos enajenados y, sobre todo, los políticos mediocres se montan cabinas que se cierran por dentro y que, ante el estupor general, conducen a ellos pero sobre todo a quienes, por una u otra razón, están en sus manos, hacia la muerte.
No es fácil neutralizar estos suicidas pero tenemos que intentarlo. Por supuesto, poniendo todos los medios técnicos, jurídicos, etc. para que no puedan realizar sus siniestros designios; pero esos planes empiezan mucho antes. Empiezan cuando un joven desequilibrado siente odio porque no es capaz de integrarse en la sociedad; cuando un marido, mitad bestia mitad loco, considera que la familia es de su propiedad y que la mujer (¡y, desgraciadamente, en demasiadas ocasiones sus hijos!) son meras mascotas a las que se les puede dominar a su capricho o, si se revelan, «ejecutarlos»; cuando un político truhan, que vive (y muy bien) de los votos de los ciudadanos, se considera legitimado para despreciar esos votos, manipularlos, falsearlos y, con ello, despreciar y conculcar las leyes democráticas que tanto trabajo nos costaron. Por eso hay que remitirse a esos comienzos, a esas raíces del odio y la estulticia: hay que desarrollar una Educación donde la muerte no sea la solución espuria a los problemas de la vida. una educación que cante a la fiesta, a la alegría, a la solidaridad a la luz… que no rinda culto al dolor, al resentimiento, a la tragedia, a la venganza, al tráfico de odios y rencores, etc. Tenemos que educar a nuestros pilotos, a nuestros maridos y, sobre todo, a nuestros dirigentes para que ni en sus momentos de mayor desesperación o en aquellos en que un cálculo frio les haga pensar que el suicidio (o la simple amenaza de suicidio) tiene una rentabilidad personal o política de algún tipo, se atrevan a intentarlo. El suicida debe contar con toda nuestra protección para que no lleve a cabo sus designios y, si lo intenta, debe contar con toda nuestra lástima pero, sobre todo, con la firme decisión de neutralizarlo, cueste lo que cueste. Así que evitemos a toda cosas que las cabinas de navegación, preparadas para un viaje feliz, puedan ser herramientas mortales en manos de algún loco asesino; que los hogares, que se crean para el desarrollo armónico de la familia, puedan transformarse en mazmorras donde un verdugo brutal decide sobre la vida de la mujer o los niños; que los parlamentos, creados para la participación democrática de los ciudadanos, se conviertan en búnkers contra la ciudadanía. Hagamos todo lo necesario, empezando por una buena educación y siguiendo con todos los medios técnicos y legales precisos, para evitar que los hogares, los aviones y los parlamentos se estrellen, llevándose vidas inocentes por delante.
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Es un tema muy importante el suicidio , yo lo he sufrido en mi familia. , no tiene explicación solo la total desesperación del suicida., del que nunca sabemos sus causas , su total convicción de que su problema no tiene salida ,es lo que le lleva a su decisión fatal , lo actualmente desesperante es que ahora también se quiere vengar de no haber sido escuchado , querido , etc para llevarse por delante a sus hijos , esposa …, compañeros de colegio …,o pasajeros de un avión…,
Por eso creo que a veces somos muy poco pacientes con nuestro prójimo , vecino , no nos preocupamos demasiado por ser mas escuchantes.., desde los padres con sus hijos , los vecinos con los vecinos , los amigos con los amigos …y así en cualquier situación…, con la que nos encontremos en nuestro día a día.., en el metro , autobús , avión, o en la calle…,, creo que actualmente hay muy poca comunicación entre todos , lo cual lleva a un gran aislamiento , no digo que hablar sea la solución para los suicidas , solo que podría ayudarnos a conocer mejor a las personas que tenemos a nuestro alrededor para darles una palabra de apoyo , y que no nos veamos inmersos en una profunda soledad..,
Creo que vivimos en un mundo súper competitivo , todos nos creemos perfectos y auto suficientes , así no podemos saber quien lo esta pasando mal y que ayuda necesita..
Así mismo las empresas , no se preocupan de sus trabajadores , de su estado personal , familiar , profesional …solo quieren que curres a tope y a bajo precio ,dado que hay mucha demanda , no importa despedirlo…, y ahora tenemos la crisis que tenemos ….
Nos olvidamos que la motivación emocional es la que mueve montañas , y hace que una empresa sea productiva….
Que nos queda , una política incoherente , unos políticos vacíos de contenido …sin conciencia de su papel en la sociedad , y solo buscando su interés personal…
Al final , solo quiero manifestar que vivimos. Desconectados , obsesionados …cada uno por lo suyo …. , y al final pasa cosas como la de los Alpes franceses , unas puertas que no se abren por culpa de gente que ha perdido su esencia de ser humano , solo piensa en si mismo y en su problema de ganar mas .., aunque sea mintiendo y matando , nadie le ha podido que hay mas cosas importantes en la vida. Que ser piloto/comandante ..
No se si los humanos tenemos remedio , empezando por mi , que cometo errores, pero no dejo de saludar a mi vecino ,cumplir con las normas básicas , pero sobre todo ayudar y escuchar a tu vecino , amigo , compañero , novia ,etc , por si les podemos ayudar en caso de que estén confusos , dolidos ,des motivados , enfermos , para que no tomen decisiones que No tienen solución.. Pero llevan a grandes catástrofes con perdidas de vidas humanas. INOCENTES
Gracias por participar tan sinceramente, Antonio. Tema muy delicado este del suicidio y, en general, el de la muerte. No sé si has leído otra de mis entradas sobre esto: http://librosyabrazos.es/2013/08/27/no-todo-se-termina-con-la-muerte/
Y, desde luego, creo que la pregunta sobre si los humanos tenemos remedio es muy lícita… pero hay que seguir respondiendo que sí, que merece la pena seguir buscándolo.
Saludos cordiales,
José María