39. Carta abierta a Pedro Crespo

¡Vuelve, Pedro Crespo, reaparece, empuña de nuevo tu vara justiciera, líbranos una vez más del matón, del violador de leyes, personas y haciendas! Vuelve y enfréntate al pendenciero que tiene amedrentada a la gente. Tú puedes hacerlo, tú puedes hacer que su desafío de rufián quede en ridículo; tú sabes que la fuerza del chulo es más aparente que real, que su bravuconería y su prepotencia se acaban cuando quien puede y debe hacerlo toma la vara justa de la autoridad y ejerce el poder sin miedo. Tú puedes hacerlo, Pedro Crespo, alcalde honrado.

Afortunadamente ya hemos superado los tiempos en que los grandes crímenes se pagaban con la muerte pero nuestra época, que ha sido capaz de erradicar ese horror de la pena capital, no ha conseguido dejar atrás a los matones, a los fanfarrones, a los que abusan de los inocentes, y necesita defenderse de ellos

Ya sabes que el delincuente pedante y engreído, después de sus fechorías, lejos de arrepentirse y pedir perdón, se mofará de ti e incluso afirmará cínicamente que sólo él puede ser considerado víctima. Y, por último, cuando vea que estás decidido a someterlo a tu autoridad, reclamará jactanciosamente que debe ser tratado con el máximo respeto. Pero tú, Pedro Crespo, que has tenido la generosidad de dejar tu vara para intentar el diálogo con él de igual a igual, habrás comprobado que no se le puede tratar como a caballero, porque interpreta ese trato como debilidad, así que deberás asirla de nuevo y, con todo el respeto del mundo, pero con todo el ejercicio de tu autoridad que te permite, que te obliga, en determinadas circunstancias, a usar la fuerza, le despojarás de sus galones mal ganados y peor empleados, pondrás en evidencia sus mentiras demagógicas, sus groseros chantajes. Y lo condenarás al ostracismo, lo confinarás en el lugar que les corresponde a los petulantes, el lugar en el que deben permanecer los que se burlan de las leyes, los que abusan gravemente de ellas, los que mienten y amenazan para conseguir sus ilícitos objetivos. Restituirás así el orden alterado por el facineroso, los derechos de las gentes normales conculcados, el imperio de la Ley, la Justicia.

Sabes Pedro Crespo que para esa difícil tarea cuentas con el respaldo de tu pueblo y que cuando hayas cumplido, una vez más, con tu deber la máxima autoridad, hasta el rey si se presenta, tendrá que avalar tu actitud y mantener al matón, al chulo, al violador, en el lugar que tú lo has dejado, desarmado y derrotado.

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38. Carta a una amiga entusiasta del «Carpe diem»

Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios temptaris numeros. ut melius, quidquid erit, pati. seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam, quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare Tyrrhenum: sapias, vina liques et spatio brevi spem longam reseces. dum loquimur, fugerit invida aetas: carpe diem quam minimum credula postero.

Horacio, Odas, I, 11.

No indagues, Leucónoe (no es lícito saberlo), qué fin reservan los dioses a tu vida y la mía, ni combines los números mágicos. Mejor será que te resignes a los decretos del hado, sea que Júpiter te conceda vivir muchos años, sea éste el último en que ves romperse las olas del Tirreno contra los escollos opuestos a su furor. Sé prudente, bebe buen vino y reduce las largas esperanzas al espacio breve de la existencia. Mientras hablamos, huye la hora envidiosa. Aprovecha el día de hoy, y no confíes demasiado en el siguiente.

(trad. de Germán Salinas)

Gracias por tus buenos deseos: es hermoso vivir el momento… Pero no debemos seguir a Horacio al pie de la letra, como no debemos seguir a ningún clásico, a ningún maestro, más allá de lo que nuestra necesidad, nuestra razón, nuestra capacidad nos dicten. Por eso, viviré el momento contigo, apuraré el vino amable que me ofreces, gozaré de tu sonrisa y tus caricias pero me niego a reducir «las largas esperanzas al espacio breve de la existencia.» Porque aunque me siento deslumbrado por la belleza de la oda, no seré como una Leucónoe obediente, como quería el Poeta, sino que, rebelde, dejaré que mi memoria, cuando lo necesite, galope hacia el pasado y recorra, una vez más, las praderas inmensas y los pequeños y amables jardines por los que transité durante décadas; volveré al esfuerzo sostenido para devenir en hombre maduro y responsable, al abrazo joven y al vientre abultado de mi compañera cuando creaba vida; volveré al cañón en la sien y el miedo combatido con la voluntad de oponerse al tirano, volveré a los paseos por la pequeña ciudad galanteando a las doncellas, a la primera entrada en la Universidad, al primer salario de niño, a la cuasi muerte en el tope en el tranvía, a la búsqueda del alimento en las basuras, al amor infantil y prohibido, al descubrimiento del cosmos en el espasmo prodigioso de la acacia, al primer recuerdo cierto (arrodillado rezando para combatir a la muerte que quería llevarse a la madre), al primer instante de la luz, al sueño fetal y al abrazo fecundo de mis progenitores… Carpe diem, carpe diem, pero sin renunciar al pasado, hasta más allá de la propia existencia, hablando con el tatarabuelo que tuvo parecidas zozobras que las mías, buscando incluso al primer hombre que se irguió orgulloso para poder mirar a las estrellas. Aprovecharé el día de hoy, como aconsejaba el latino, pero sin renunciar a caminar hacia los horizontes, a pensar en el mañana inmediato o más lejano, que tendrá nuevos afanes; sin renunciar a intentar una vez más (aunque parezca inútil) comprender todos los números, dominar todas las cantidades y con ello el propio universo. Quiero saber «qué fin reservan los dioses» a mi vida y a la vida de los otros, para oponerme valientemente a sus designios y caprichos. Carpe diem, carpe diem, pero sin renunciar a pensar en la fecha en que ya los pies no me respondan, la vista se nuble y yo sea, sobre todo, un conjunto de achaques y dolencias. Imaginando a los que hoy son niños (y que veré crecer apenas unos años) cuando lleguen a mi edad y el mundo sea otro y el mismo, y otros hombres y mujeres se debatan con parecidas angustias a las nuestras, buscando lo mejor de nuestra especie, pero también horrorizados por la nefasta acción del odio y la estulticia, también deslumbrados por la gran tecnología. Más allá, incluso, de ese dulce momento en que atreviese la puerta que conduce a la noche eterna buscando otra luz, bien diferente. Sí, carpe diem más allá del último suspiro, cuando cumpla mi función bajo la tierra. Viviré intensamente el día, el instante, pero sin dejar de indagar (porque es lo más lícito que puede hacer el hombre), sin resignarme, sin someterme a «a los decretos del hado», sin dejar de hojear y ojear las maravillosas páginas pretéritas y sabiendo que aun quedan por escribir las mejores páginas del libro de la vida, del libro de la historia del hombre… Claro que, a pesar de todo esto que digo, por supuesto que deseo vivir contigo, intensamente, este momento, sabiendo que «mientras hablamos, huye la hora envidiosa» y sintiendo que un instante puede contener el Tiempo entero, que un abrazo puede ser el yin y el yang de todo el Universo.

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37. Ruth y José

Os trajeron a un mundo convulso, donde la estulticia y el rencor señorean pero vosotros, naturalmente, no lo sabíais. Y aprendisteis a caminar y a hablar, desde vuestra inocencia, sin dejar de reír. Sin dejar de reír, con ansias de crecer, de asir el mundo, de cabalgarlo, de someterlo a vuestras fantasías, como si fuera uno de vuestros juguetes. Avanzabais a zancadas, como todos los niños, y cada día crecía vuestro cuerpo y vuestra inteligencia… Pero no llegasteis a comprender a qué pozo de odio estabais destinados. Quizá no supisteis de él ni siquiera en el momento de abandonar este mundo. Corta y trágica vida habéis tenido, queridos Ruth y José, pero os ha dado tiempo a dejarnos un mensaje valioso: la inocencia está siempre en peligro, la infancia de cada individuo y de la propia especie no tienen garantizada la supervivencia: amenazada por el odio y la estupidez puede ser víctima en cualquier momento. La gente que sólo se mira a sí misma, despreciando al género humano, que no comprende el pasado, que no sabe de dónde venimos y que es incapaz de mirar con ilusión el futuro porque se aferra únicamente a sus deseos del presente puede cometer los peores crímenes: odia la infancia, la inocencia, lo nuevo, la Vida en definitiva, porque tiene su cabeza seca, su corazón podrido, su alma muerta. Vuestro sacrificio, que ocupará las portadas de todos los medios de comunicación durante unos días, no debe pasar al olvido: el llanto que hoy provoca en tanta gente de buena voluntad debe ser una lluvia persistente capaz de limpiar un poco de la basura hedionda en la que nos movemos y de hacernos capaces de atender a tanta infancia sacrificada en todas las partes del mundo.

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36. Andrea Sofía

¡Bienvenida, bella Andrea! Llegas a un mundo complejo y difícil pero hermoso. Has abierto los ojos en una zona del planeta que te sorprenderá cada día por sus terribles contrastes y, en ocasiones, te hará llorar; pero también comprobarás que ante ti, en todo momento, se abren horizontes inmensos. Oirás a veces ruidos amenazadores pero también deliciosas melodías. Tendrás que sortear lugares sucios pero también podrás pasear por floridos y fragantes jardines. Te sentirás muchas veces incapaz de superar los obstáculos que la vida irá poniendo a tu paso pero aprenderás a desarrollar tus capacides y, con la ayuda de tus padres, de toda tu familia y tus amigos, superarás todas las metas que te propongas. El mundo te parecerá, al principio, incomprensible pero irás aprendiendo el lenguaje humano y todos los lenguajes, incluido el misterioso y casi mágico lenguaje del Universo y, con ello, aprenderás a distinguir lo bello de lo feo, la verdad de la mentira, lo justo de lo injusto. También en muchas ocasiones te sentirás incomprendida y hasta maltratada pero siempre encontrarás en tu interior la fuerza necesaria para enfrentarte a las dificultades y seguir adelante sin perder tu sonrisa, sin dejar que anide en ti el rencor. Crecerás soportando peligrosas tormentas pero comprobarás que, tras ellas, siempre aparece el esperanzador Arco Iris, que tras la noche oscura siempre se abre un luminoso amanecer… ¡Bienvenida, bella Andrea! ¡Y muchas gracias por traernos una vez más la certidumbre de la Vida perennemente renovada! (10 de agosto de 2012)

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35. Campus de Segovia. Julio 2012

«Nueva cultura del trabajo desde la comunicación: la construcción de empleo desde una nueva ética y deontología de la acción comunicativa.» Jornadas en el campus de Segovia de la Universidad de Valladolid coordinadas por Agustín García Matilla, decano de la facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación, y Tecla González Hortihüela, profesora de esta universidad . Conferencias, mesas redondas y talleres los días 24, 25, 26 y 27 de julio de 2012, a cargo de profesores y profesionales y más de 80 alumnos, algunos venidos desde Madrid. Magnífico ambiente; diálogo permanente; viejos y nuevos amigos.

Participo en la mesa redonda «Oportunidades para la industria del libro» con los editores Alfredo Landman, de Gedisa y Carlos Rod, de La Uña Rota (ambos llaman la atención sobre el nuevo paradigna del libro pero se muestran razonablemente optimistas), Carlos Aganzo, director del periódico El Norte de Castilla y poeta (que da cifras que demuestran que no es el libro en papel y la prensa lo que ha sufrido un mayor descenso de ventas en la crisis actual) y José Domingo Pardillos, Librería Entre Libros, que reivindica el imprescindible papel del librero… Yo me declaro decididamente optimista, siempre que las personas que se incorporen al mundo del libro sigan defendiendo los grandes valores que llevaron a España a ser la cuarta o quinta potencia editorial del mundo; aprovecho para explicar mi LEINOBLE (que los lectores de mis catálogos y de los últimos libros publicados conocen bien) y sostengo que además de atender a los nuevos soportes de lectura, necesitamos revisar «todas las estructuras comerciales –distribuidoras, librerías, ventas por Internet, etc.– para estar en condiciones de atender la demanda de nuestros clientes. En este aspecto quizá sea necesario plantear un debate sobre el precio fijo y sobre los usos y costumbres del comercio del libro.» Entrevista para la TV de la Universidad: ahí queda un nuevo testimonio de un veterano editor que está más enamorado que nunca de su oficio….

Otras conferencias y mesas redondas resultan especialmente interesantes. José María Lozano Maneiro incita a desarrollar empresas culturales aprovechando el desarrollo de las redes sociales. Se debaten los conceptos de hipermedia, multimedia y transmedia; se analizan los problemas éticos de la publicidad y el papel del «prosumidor», la «publicidad de guerrilla» y un sinfín de ideas y problemas sobre y desde la Comunicación… En diez talleres simultáneos se analizan posiblidades de desarrollo personal y profesional, retos y oportunidades de emprendimiento, entre ellos las posibilidades de nuevos proyectos editoriales.

La conferencia de clausura corre a cargo del excelente escritor Gustavo Martín Garzo. Más de una hora de relatos encadenados, desde la fascinación del niño ante la madre abstraída con la lectura de un libro misterioso para él hasta la glosa del cuento de las dos palomas de la inmensa Las mil y una noches. El hombre ha necesitado siempre contar todas las historias imaginadas para comprender, al menos en parte, la historia vivida y la que puede llegar a vivir. Realmente, las jornadas han merecido la pena…

Pero el prodigio se ha producido la noche de la víspera: el grupo «El Lunar de Pierrot» desarrolla una «acción poética musical» en el palacio de Quintanar, impresionante edificio de los siglos XV-XVI, con pinturas de Vaquero Palacios y su hijo Vaquero Turcios, entre otras joyas plásticas; ayer Conservatorio de Música y hoy, después de ser rehabilitado, sede de un centro cultural multidisciplinar. Los actores llevan a los espectadores, para que puedan seguir la obra, por distintas dependencias del palacio… y, de pronto, en uno de sus patios, el milagro: un almendro de 325 años años, humilde y hermoso, con su tronco tallado por el más grande artista, el Tiempo, componiendo una obra de arte que ningún escultor ni ningún pintor podría igualar; con sus más antiguas ramas hábilmente podadas por sus sucesivos jardineros y sus ramás más jóvenes llenas de frutos. Quizá, la más hermosa joya que se puede encontrar en la rica ciudad castellana: un maravilloso mensaje de vida, de tenacidad, de resistencia… Me entrego al titán de la Naturaleza, vencedor de todas las tormentas, naturales y humanas, y prometo: si alguna vez sintiera la necesidad de crear un dios, como tantos hombres han venido haciendo desde los primeros tiempos, te elegiría a ti, magnífico almendro segoviano, me prosternaría ante ti, te ofrecería mi humilde pero leal servicio, te juraría fidelidad, te adoraría.

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34. Vicente del Bosque

VicentedelBosqueUn buen profesional se prepara lo mejor posible para realizar su trabajo, con la intención de llegar lo más alto que su capacidad le permita pero sin que la ambición personal domine su vida; gana o pierde, asciende, permanece o se va, manteniendo siempre el sosiego y el buen humor, sin olvidar, sobre todo, que el progreso, el verdadero éxito no se pueden alcanzar sin los valores humanos; ejerce su función combinando esforzadamente inteligencia y voluntad, participa en un equipo donde lo individual se integra dialécticamente en lo colectivo y si lo tiene que dirigir lo hace con modestia, con más autoridad que poder, con un objetivo y un lenguaje comunes, buscando el apoyo de quienes comparten los mismos intereses e ideales y respetando lo bueno que hicieron sus antecesores, mejorándolo en lo posible pero sin inventar aventureros y peligrosos saltos que, a la postre, destruyen y nos hacen retroceder… ¡Reconocimiento y gratitud a Vicente del Bosque, seleccionador nacional de fútbol de España, que nos recuerda que este país, además de líderes mediocres y logreros, puede dar, da en abundancia, personas sencillas y buenas, excelentes profesionales!

(Sábado, 10 de julio de 2010)

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33. Aljófares

La parte de creatividad que tiene el oficio de editor se concreta en los textos de presentación (solapas, cuartas de cubierta, etc.) o en las notas del editor que necesitan algunos de los libros (cuantas menos, mejor) y, sobre todo, en las colecciones. No puede haber una buena editorial, en mi modesta opinión, sin desarrollar alguna buena colección de libros, o sea, el editor agrupa dentro de un mismo conjunto libros variados de diferentes autores o temas, etc., pero que responden a unos parámetros comunes, tanto en el contenido como, sobre todo, en la forma. Aunque la evolución del mercado (cada vez más confuso, inestable, inseguro, etc.) ha reducido mucho el valor tanto intelectual como comercial de las colecciones editoriales no creo que haya que dar por acabado esta labor que, como decía antes, es fundamental en la profesión de editor.

Sirva todo esto como introducción a la categoría que pretendo iniciar hoy con esta entrada a la que llamaré «Mis colecciones».

Desde el principio de mi actividad editorial me propuse poner en pie alguna colección importante, es decir, una serie de libros que ofrecer a los amigos lectores, con temas, contenidos y formatos que respondieran al ideario de la editorial y que pudieran permanecer en el mercado como consecuencia de permanecer en las librerías y en las bibliotecas. Tarea difícil porque, como decía antes, la tendencia del mercado ha sido en todos estos años a destacar cada vez más el libro de temporada, el libro promocionado, etc. más que al libro que se comprende sobre todo, dentro de una colección.

Tenía buenos ejemplos, de los que puedo citar algunos de los que se me vienen ahora mismo a la memoria. Seguro que en la memoria de los lectores veteranos permanecen colecciones tan importantes como la popular Austral, de Espasa-Calpe (cuando era una empresa independiente antes de integrarse en el grupo Planeta), la especializada Biblioteca Románica Hispánica (que dirigió en Gredos tantos años don Dámaso Alonso), la acreditada Biblioteca Breve de Seix Barral, la renovadora Libro de Bolsillo de Alianza Editorial (de mi amigo Diego Hidalgo) que sería también absorbida por el Grupo Anaya o, más modernamente, colecciones que irrumpieron con mucha esperanza en el panorama editorial español del postfranquismo, como la Paloma Atlántica de Taller de Ediciones JB, la colección Aloclaro de Editorial Popular, o la colección Lee y Discute de Zyx (que tanto utilicé yo en mi labor proselitista por los años 70 del siglo pasado).

* * *

Hagamos por tanto un recorrido por las principales colecciones que Ediciones de la Torre ha ofrecido a sus lectores, empezando, en esta primera entrada, por la última, por la que acabamos de presentar en la Feria del Libro de Madrid de este año: Aljófares.

Comencemos por decir que es casi imposible ofrecer una colección absolutamente original, por contenidos, por formatos, por tipos de impresión, por precio, etc, etc… cada vez que uno cree haber descubierto una cosa absolutamente original, si busca, encuentra muchos antecedentes, alguna colección muy parecida y, en ocasiones, prácticamente igual. Por ello Aljófares también tendrá sin duda muchos elementos comunes con otras colecciones similares, aunque puedo afirmar que desde el momento en el que la ideé rechacé la idea de copiar (aunque a mí me han copiado algunas de mis colecciones) cualquier colección de las existentes actualmente o de las que he manejado a lo largo de mi vida lectora. Pero hay que decir, que cuando ya tenía la colección diseñada y ya había comprobado que en determinados aspectos seguía las huellas de otras colecciones anteriores, pero sin mimetizarlas, como los Crisolines de Aguilar (éstos en tapa dura y Aljófares en rústica y con muchas menos páginas), me encontré por casualidad con una edición realizada por el gran Manuel Altolaguirre en México que podía haber inspirado perfectamente mi Aljófares.

La idea de Aljófares surgió primero como unos libritos de 32 páginas de 75 x 105 mm. es decir, dos hojas DIN A4 plegados hasta formar un tomito, para hacer en la propia impresora de la editorial. Realmente yo vengo haciendo esto desde hace años: unas libretitas en ese tamaño y con ese número de páginas, para poder tomar notas en cualquier momento. Si una vez plegados esos dos folios partimos un folio a la larga por la mitad podemos hacer una cubierta con solapas y graparlo a caballete, obteniendo un librito que se podría definir así: tomito de 32 pp. más cubierta con solapas, en formato 74 x 105 mm. rústica, cosido a caballete e intonso (es decir, sin cortar los pliegos). Como había leído recientemente un precioso cuento de doña Emilia Pardo Bazán, «El aljófar», se me ocurrió que se podía hacer una colección de libros manuales que respondiera a la idea de «perlitas» y materializar la idea de que cualquiera puede imprimir dos folios en su impresora, plegarlos, cubrirlos de la forma que he definido antes, y graparlos, de manera que le queda un librito totalmente «rústico» pero muy atractivo. De hecho, invito a cualquiera a hacerlo así, y se divertirá mucho transformando en «libro» su propio cuento, una carta, una lista, etc… con un simple programa de tratamiento de textos (Word, open office…) y una impresora. La mayor dificultad estriba en colocar las páginas para que al plegarse quede bien colocado, pero con un poco de destreza se consigue (en todo caso, si alguien quiere intentarlo me ofrezco a explicarle cómo se hace fácilmente). Así que ya creía tener definida la nueva colección y qué mejor que empezarla con este magnífico cuento de una de nuestras más grandes escritoras (y ejemplo de persona liberada y liberal). Realicé un «prototipo» con este primer número de esta nueva colección e hice un sondeo entre 10 ó 12 personas amigas de la editorial a las que pedí opinión y consejo, después de explicarles la idea fundamental de la colección (cuentos, pequeños poemarios o escenas teatrales, documentos, o pequeños ensayos, presentados de forma modesta pero atractiva y a precio muy bajo) obteniendo los siguientes resultados:

  • ¡Qué bonito, qué original, va a gustar mucho!
  • Es un magnífico regalo, mucha gente que vaya a la librería le gustará comprar uno o varios ejemplares, para ir haciendo buenos obsequios a sus amigos y familiares.
  • Claro que… este tipo de libros tienen que ser muy baratos, y ofertarse de manera que se puedan exhibir varios a la vez y estimular la compra de varios tomitos juntos. ¡Hay que fijar el PVP en 2 euros!
  • ¡Ni hablar de libro intonso! El lector de hoy no puede entretenerse en cortar los pliegos. Y, por otra parte, nada de cubierta en negro sobre cartulina roja (como estaba el prototipo): una cubierta a todo color, y, además, unos distintivos para cada sección (cuentos, poesía y teatro, ensayo, documentos) de la colección.
  • Ojo, tanto si son autores consagrados como si son nuevos hay que cuidar mucho los contenidos para conseguir que quien compre un título busque otros.

Definida ya la colección y renunciado a imprimir y encuadernar «artesanalmente» había pues que conseguir una imprenta que pudiera hacer un «producto» barato (teniendo en cuenta, además, que las tiradas no pueden ser elevadas). Paco Arellano y su Biblioteca del Laberinto lo resolvió, y muy bien, por cierto: la colección ha quedado espléndida, de contenido y también de forma; como decimos en la nota de presentación, se trata de «Perlitas de buena literatura, en ediciones asequibles, de agradable lectura y fácil conservación»… Y si no, véanse los primeros ocho títulos:

1. Emilia Pardo Bazán: El aljófar

2. Jorge Manrique: Coplas a la muerte de su padre

3. Benito Pérez Galdós: La sociedad presente como materia novelable

4. Declaración de los Derechos del Niño – Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana

5. Charles Dickens: Historia de nadie

6. Ch. Abada: El soldado y el emperador

7. Miguel de Cervantes: El retablo de maese Pedro

8. Rogelio Blanco Martínez: La lectura

Y además, una vez lanzada la colección, se nos ocurrió convocar un concurso internacional de cuentos e incluir a los ganadores en la correspondiente sección de la colección, y alimentar de esta forma uno de los sueños de todo editor, cual es el de descubrir nuevos autores importantes. Así que, a reserva de lo que decidan nuestros amigos lectores (que, parafraseando a don Benito en su inteligente discurso de entrada en la RAE, son nuestra inspiración y nuestro juez al mismo tiempo), no sólo deseamos sino que auguramos una feliz trayectoria a Aljófares. Por lo que hemos visto en la Feria, la colección es atractiva. A ver qué nos dicen los libreros a los que están llegando estos días los primeros ejemplares.

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32. Titanic

Aprovechemos el centenario del hundimiento del trasatlántico más famoso del mundo para recordar y reflexionar. Fijémonos, entre la rica simbología del gigante abatido y que tanto juego ha dado a ensayistas, literatos y cineastas, en, sólo, dos o tres aspectos: la famosa orquesta que siguió interpretando su selecto repertorio hasta que la entrada del agua en la sala lo impidió (aunque es posible que haya una cierta exageración en el relato de este heroico y romántico comportamiento), los múltiples errores de dirección y comunicación que se cometieron y lo que llamaré el gran ejemplo del Titanic.

Ciertamente parece que los errores en la navegación del barco y en la comunicación al pasaje y la tripulación una vez que se tomó la decisión de organizar el salvamento fueron terribles y se pueden proponer mil y un debates sobre sus causas, cómo se hubieran podido evitar, etc. Pero de esa forma estaremos hurtando la verdadera cuestión a nuestra inteligencia: el hecho mismo de haber fletado un barco de esas caraterísticas.

Porque, por encima de todos los errores cometidos aquella fatídica noche y por encima de las caricaturas que se puedan hacer de unos músicos empuñando hasta el último momento sus instrumentos artísticos y muriendo con ellos, lo que debemos aprender (querida OG y otros queridos amigos que habéis utilizado la imagen de la orquesta para despreciar las actitudes de resistencia), lo que tenemos que aprender del Titanic es lo terrible que resulta la combinación de la codicia de los grandes negocios con la estulticia del vulgo que pretende mimetizar a los opulentos. Entre ambos alimentan el despilfarro, el desprecio por la Naturaleza, una economía y una organización sociales que pone toda la rica capacidad humana, científica, industrial, comercial y artística al servicio de una travesía que en el mejor de los casos será una farsa, y en el peor, una tragedia. Y éste, en mi mi modestísima opinión, es el gran ejemplo, la gran enseñanza del Titanic… Y si cien años después lo rememoramos para fijarnos en los aspectos que alimentan la «prensa rosa o amarilla» o para ridiculizar a unos músicos y nos olvidamos de la cuestión fundamental, el modelo de sociedad que estamos manteniendo, es decir, si seguimos empeñados en fletar el Titanic, muchos Titanic, nos estrellaremos contra el iceberg de la realidad y nos hundiremos… Y entonces quizá tengamos que agradecer a los pobres músicos que sigan tocando hasta el último momento para que, al menos, resulte un funeral con sentimiento.

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31. Carta a una amiga animosa

Tienes una gran parte de razón, mi querida amiga, cuando afirmas, en respuesta a uno de mis «lamentos» (nunca podré agradecer suficientemente a mi psiquiatra que me enseñara a lamentarme, a apoyarme inteligentemente en esa etapa primera de la vida en que la persona ríe o llora sin represión, sin cinismo, y que, de esa forma, consigue comunicarse con sus semejantes de corazón a corazón…), que Ediciones de la Torre no sólo no es pobrecita sino que debe de ser considerada como una aventura cultural importante, como «una GRAN EDITORIAL, que va a mejorar, en todos los aspectos, día a día.» Cierto: tenemos muchas cosas valiosas. Por aquí han pasado y han dejado su obra grandes creadores como Rafael Alberti, Ciro Alegría, Vicente Aleixandre, Andersen, Babeuf, Herman Bang, Julio Cortázar, Gerardo Diego, Miguel Espinosa, García Lorca, Gómez de la Serna, Knut Hamsun, Juana de Ibarbourou, Juan Ramón Jiménez, Mario Kaplún, Lope de Vega, Antonio Machado, Maquiavelo, Gabriel Miró, Pablo Neruda, Henrik Pontoppidan, Quevedo, Horacio Quiroga, Pedro Salinas, Emilio Zola…, por citar sólo algunos de los más famosos y que ya no están personalmente entre nosotros y por evitar referirme a los muchos que aún viven y enriquecen cada año nuestro catálogo. Es cierto, también, que tenemos magníficos colaboradores sin los cuales no sería posible haber mantenido nuestra presencia en el duro mercado del libro durante siete lustros ya. Y no menos cierto que un número considerable de lectores-amigos incorporan a su biblioteca algunos o muchos de los casi 600 títulos que hemos editado y distribuido por todo el mundo: millones de hombrecitos de cro-magnon pregonando por todos los confines «la necesidad y el placer de la lectura», con su herramienta y su libro bajo el brazo, nuestra marca…

Todo eso es maravilloso como es maravilloso poder «presumir» de que el más amado de todos nuestros autores, Miguel Hernández, ha iluminado desde los primeros años de nuestra existencia nuestra actividad editorial, ha dado nombre a nuestra colección más emblemática y, sobre todo, nos ha animado a seguir su ejemplo de hombre auténtico y comprometido con su tiempo y su sociedad, capaz de buscar siempre el camino justo, a pesar de errores y tropezones…

Pero también es verdad que somos una aventura cultural muy frágil, débiles frente a las terribles leyes del mercado, vulnerables a las asechanzas de todo tipo que nos amenazan cada día, siempre a punto de ser aplastados por los «tanques» de los grandes grupos de comunicación, que necesitan reservarse la parte del león y que sienten celos (quizá miedo) de hasta el más humilde de su competidores. Y, sobre todo, cuán frágil, cuán débil el «director-propietario» de esta editorial, cuán torpe y cansado, cuán dependiente del apoyo y la ayuda de sus amigos, cuán necesitado de que un dios (o, mejor, una diosa) de los que el hombre crea en su miedo, en su angustia, en su proyecto de dominar el mundo, termine de moldear su cuerpo de barro, le dé la mano y le insufle un hálito vital y lo anime: «¡Anda, crece, afronta todas las tormentas y conquista las hermosas cumbres del Libro, de la Cultura, del servicio a los semejantes!»…

Con sincero cariño.


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30 ¡VIVA LA PEPA!

«La Patria, Españoles, no debe ser ya un nombre vano y vago para vosotros: debe significar en vuestros oídos y en vuestro corazón el santuario de las leyes y las costumbres, el campo de los talentos y la recompensa de las virtudes». Manuel José Quintana

¡Honor a los hombres patriotas y constituyentes que, enfrentándose a la tiranía de dentro y de fuera, a la ignorancia y el oscurantismo, supieron integrar generosamente su provecho personal en el de la Nación! ¡Honor a cuantos, desde su posición social, supieron combinar ideales e intereses para buscar el bien común! ¡Honor a pesar de sus limitaciones y errores (es muy difícil encontrar otro periodo de nuestra ya milenaria historia donde la clase política esté a la altura de las circunstancias y donde, ante graves peligros y dificultades, sus miembros se crezcan y culminen su tarea política de avanzar sin caer en el abismo, elevarse sin pisotear a los débiles y abrir horizontes que puedan orientar a las siguientes generaciones en la lucha eterna por la Libertad y la Justicia)!

¡Reconocimiento a cuantos, desde posiciones dispares o imprecisas, supieron sumar su esfuerzo a un objetivo superior!

¡Gratitud a los que lucharon y sacrificaron o pusieron en grave riesgo su vida y su hacienda, su libertad, y resistieron los embates del absolutismo hasta derrotarlo!

¡Comprensión a cuantos, abajo, en medio o arriba, a izquierda o derecha, se equivocan por ignorancia o torpeza… pero desprecio a los miserables que, para defender sus privilegios de parásitos, roban, abandonan sus deberes, traicionan sus juramentos, mienten y engañan a los ingenuos y, cuando son descubiertos, se agazapan y fingen arrepentimiento esperando la ocasión de volver a su actividad corrupta!

¡Orgullo de tener una patria hermosa que, a pesar de sus defectos y de todas las leyendas negras, puede parangonarse con las mejores del mundo y de la historia, y que en los momentos críticos sabe encontrar, en medio del drama, una salida hacia la alegría!

¡Advertencia a cuantos quisieran olvidar, negar o tergiversar la historia: España tropieza muchas veces pero se levanta y sigue avanzando! ¡Así fue y así será!

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