Siempre que puedo converso con mis amigos y conocidos, colegas y vecinos sobre el problema central al que se enfrenta España en estos momentos: el secesionismo catalán (y sus cómplices en el País Vasco, Valencia, Baleares y otros lugares).
Recojo aquí notas breves sobre mi experiencia de las conversaciones con los «tibios» (en el sentido bíblico). Por supuesto, respeto sus argumentos pero no dejo de sentir un especial desasosiego. Por eso recojo aquí un resumen muy sucinto de esas conversaciones; los agrupo con diferentes categorías (aunque os obvio que algunas personas participan de varias) y pongo una frase que resume su argumentos y otra que resume los míos (he tenido en cuenta también algunas expresiones en redes sociales).
- Los apocados: Hay que mantenerse al margen. La política es un lío que solo pueden entender los políticos. – Cierto, un tremendo lío… pero no podemos delegar en los políticos nuestra responsabilidad: si lo hiciéramos, la democracia se corrompería. En las grandes cuestiones nacionales todos estamos involucrados y todos tenemos el deber de comprometernos.
- Los asustados: Es peligroso involucrarse y más aún comprometerse. – Lo más peligroso, como demuestra la experiencia de estos últimos años, es dejar que los secesionistas utilicen las instituciones, los recursos económicos y los medios de comunicación para sembrar el odio contra España, contra lo español. Si no paramos esto, sufriremos todos, todos y cada uno de los ciudadanos.
- Los resignados: No hay remedio; el mal está hecho y no se puede revertir. – ¡Sí! Hay que seguir luchando (involucrándose y comprometiéndose) incluso si se produjera la tragedia de una secesión. Se debe y se puede hacer.
- Los pusilánimes: ¡Todo menos que haya violencia! – La mayor violencia es que media población catalana acose a la otra media y que las instituciones de la región dirijan sectariamente ese acoso. Y si hubiera secesión, la violencia sería aún mayor, hasta llegar a la «limpieza étnica», puesto que el movimiento separatista es xenófobo y racista.
- Los fatigados o cabreados: ¡Que se vayan de una puñetera vez! Que vean en qué deviene su quimera y volverán con el rabo entre las piernas… – ¡Ni hablar! No podemos abandonar a nuestros compatriotas allí y no podemos dejar que nos roben y desbaraten, aunque fuera temporalmente, una parte importante del patrimonio nacional, histórico, etc.
- Los conspiranoicos: Está todo pactado entre ellos para luego hacer una componenda confederal con la Constitución y seguir alimentando los privilegios de una clase política desmesurada y logrera. – No creo que sea así… pero, si lo fuera, razón de más para luchar por el cumplimiento de la Constitución actual y la denuncia de cuantos la atropellen o traicionen.
- Los tolerantes: ¡Qué más da!, que se celebre un referéndum pactado, que seguramente saldrá que no a la separación. – No puede ser, eso sería quebrantar la Constitución, premiar la deslealtad y alimentar el enfrentamiento entre las dos mitades que hay ahora en Cataluña, cronificando y haciendo más grave aún el problema.
- Los equidistantes: Sí, los separatistas son terribles pero Rajoy y el PP… – Ese argumento es especialmente falaz: he denunciado en otras entradas del blog a PP y a Rajoy pero la contradicción no es entre separatistas y PP sino entre una ineludible posición de soberanía y unidad nacional frente a un intento de destruir el Estado y la Nación; no hay ninguna posibilidad de término medio.
- Los dialogantes: Tienen que hablar entre «ellos» (la Generalidad de Cataluña y el Gobierno de la nación); la política es, sobre todo, diálogo. ¡No! La política es, sobre todo, Ley como garante de la libertad, e instituciones y personas que la acatan; tenemos un Parlamento dentro de la división de poderes para que en él, y solo en él, el diálogo sea legítimo y transparente; fuera de eso, el «diálogo» es fraude.
Mientras escribía todo esto, se ha producido la decisión del Gobierno de aplicar el artículo 155 de la Constitución que sirve para revertir la situación que hay ahora mismo de rebeldía total en Cataluña. Pero la esencia de la cuestión (la rebelión de las autoridades catalanes y su desafío al Estado) sigue siendo la misma a efectos de involucrarse, comprometerse o no en esta crisis que no se va a resolver en días ni quizá en meses.
Nota al final del dia.– A la vista de las tantas personas que ven «muy difícil» la aplicación del 155 he añadido una nueva categoría:
- Los «dificilistas»: Resultará muy difícil aplicar el 155; habrá muchas resistencias… – ¡No tanto! Lo que resultaría mucho más difícil sería no aplicarlo. Y los que lo tienen prácticamente imposible son los golpistas, que no cuentan con un Estado de Derecho al que apoyan todas las organizaciones democráticas, ni con un Jefe de Estado plenamente capacitado, ni, sobre todo, con una población de muchos millones de ciudadanos que han despertado ante tanta chulería y se han puesto en marcha para recuperar su orgullo nacional.