388. Cinco años después

Dos dirigentes del Partido Socialista de Cataluña en Pineda de Mar van a ser juzgados por los delitos cometidos hace más de cinco años, cuando el Gobierno ordenó la aplicación del artículo 155 de la Constitución para parar la rebelión (golpe de Estado) que se produjo en Cataluña y el correspondiente envío de 10.000 efectivos de la Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía a Barcelona y a otras localidades.
No se ha dado mucho eco a esta noticia pero, para contextualizarla, Juan Pablo Polvorinos, en esRadio, ha emitido un reportaje, de 12 minutos (al principio de este podcast: https://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2023-01-17/es-noticia-vox-amenaza-al-pp-con-consecuencias-sin-no-le-apoyan-en-el-protocolo-del-aborto-6976687.html), recogiendo los principales hechos que provocaron las denuncias y el enjuiciamiento.
Es espeluznante el relato de una acción perfectamente coordinada entre los dirigentes de la Generalidad y los militantes fascistoides del separatismo, con el apoyo implícito o explícito de los mozos de escuadra, de cómo fueron acosados y finalmente expulsados, como si se tratara de apestados o delincuentes, de los hoteles previamente contratados, cuyos dueños habían recibido presiones y amenazas de los correspondientes ayuntamientos o de otros instituciones; de cómo tuvieron que ser alojados en un barco (que luego sería conocido como el «Piolín» y a los que se alojaban, como «piolines»)…
Esos hombres, y mujeres, armados y preparados para repeler cualquier agresión, habían recibido órdenes tajantes del Gobierno de no responder a ninguna provocación, incluso de ni siquiera sonreír, para no irritar a los rebeldes.
El reportaje recoge también algunas de las llamadas que recibieron las víctimas de ciudadanos de Cataluña que les ofrecían su apoyo. Lo que merece nuestro respeto y gratitud.
Respeto y gratitud que, sobre todo, se merecen aquellos servidores públicos que se sacrificaron y reprimieron las naturales deseos de defenderse y castigar como se merecían los que los humillaban de esa manera.
Respeto y gratitud que se transforma en desprecio hacia aquel Gobierno que había dicho solemnemente (la vicepresidenta Sáenz de Santamaría) que no tolerarían comportamientos mafiosos y luego (por miedo, por chantaje, por soborno…), y después de titubeos y ofertas de contubernio, aplicó en falso el artículo 155, dejó escapar al jefe de la rebelión, dejó intacto el monstruoso aparato de agit-prop (sobre todo TV3 y La Vanguardia) y facilitó la recuperación del «procés» con una precipitada y absurda convocatoria de elecciones. Y desprecio hacia el Gobierno actual que, lejos de corregir aquella política (y negando cínicamente las declaraciones que había hecho en aquella época el que luego sería su presidente), la ha magnificado con indultos, mesas de «diálogo» paritarias, modificación del Código Penal a la medida de los separatistas… (cuyas consecuencias son impredecibles) y volviendo a humillar a aquellos policías y guardias civiles, repitiendo el apelativo peyorativo de «piolines» para referirse a ellos.

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