Octubre

Con la muerte de Quino ayer (Joaquín Salvador Lavado Tejón, Mendoza, Argentina, 17-07-1932/30-09-2020), el genial creador de Mafalda, se ha vuelto a difundir por la Red un texto que se le atribuía –«La vida debería ser al revés»– donde se juega con la idea de invertir el proceso vital: «Se debería empezar la vida muriendo y así ese trauma está superado […] Y al final abandonas este mundo en un orgasmo.»
Se le atribuía, como también a Woody Allen, pero parece que está documentado que el original es un monólogo de un famoso humorista norteamericano Sean Morey, a finales de los 80 del pasado siglo… Quizá a Morey se le ocurriría la gracia después de leer el cuento de Scott Fitzgerald –«El Curioso caso de Benjamin Button»–, publicado en 1922 (y llevado con gran éxito al cine por David Fincher en 2008).
La vida contada hacia atrás… es una broma que estimula la inteligencia y la emoción. Pero quizá se podría pensar en serio para la enseñanza de la Historia. Durante mis tres cursos de profesor de Historia no se me ocurrió, pero si pudiera volver a aquella lejana época quizá lo intentaría. Comencemos por estudiar lo que ha pasado más recientemente (por ejemplo, hace tres años) para comprender mejor lo que pasó hace décadas (por ejemplo, hace 45 años) y lo que ocurrió hace 84 años.
Situémonos en octubre de 2017. Tras unas semanas delirantes, día 1, se celebra un referéndum, con todas las ilegalidades posibles, en Cataluña y se proclama durante unos segundos la República catalana. El día 3 el Jefe del Estado, Felipe VI, se dirige a la Nación en un discurso histórico, que obliga al Gobierno de España a intervenir (aunque tarde y mal).
Si seguimos echando la vista histórica hacia atrás, veremos el 1 de octubre de 1975 el último discurso de Franco («para unos el caudillo, el generalísimo; para otros, el dictador») donde justifica la necesidad que hubo de aplicar tres días antes cinco condenas a muerte de otros tantos terroristas (otros seis fueron indultados) de ETA y el FRAP, ante el fervor de casi un millón de personas que lo aclaman en la Plaza de Oriente, para contrarrestar las grandes manifestaciones de repulsa de esas ejecuciones que se han producido en muchas partes del mundo (en Lisboa, los enfurecidos manifestantes arrasan la Embajada de España).
Vayamos más atrás, al 1 de octubre de 1936, los generales sublevados contra la República (una república endeble y sometida a todo tipo de turbulencias) entienden que para ganar la guerra civil y reconstruir el Estado deben nombrar un Jefe con plenos poderes y al que se sometan todas las fuerzas nacionales.
Si hemos comprendido bien, o al menos lo mejor posible, qué fuerzas se coaligan en la rebelión de 2017 y cuales se oponen a ella y hemos ido recorriendo hacia atrás todo el proceso de la Transición, de las fuerzas que se opusieron frontalmente a ella, especialmente la ETA, con más de 800 asesinatos, y no pocos izquierdistas o nacionalistas que se mostraron «comprensivos» o «equidistantes», comprenderemos mejor los aciertos y errores que se cometieron en el cambio de régimen… y, de esa forma, también podremos abordar la difícil tarea de entender por qué hace tres o cuatro generaciones tuvimos en este país una terrible guerra civil y, sobre todo, por qué hay tanto interés, dentro y fuera de España, en mantener viva la llama de esa guerra, en manipular la «memoria histórica», en alimentar los antagonismos y los odios. Entenderemos por qué numerosos diputados y otros cargos políticos, incluso dentro del Gobierno, se permiten denigrar a personas y símbolos de las más altas instituciones del Estado, y utilizar sus cargos y los recursos públicos de que disponen para socavar impunemente el Estado.

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