El (lúcido) profesor Carlos Martínez Gorriarán (confundador de Basta Ya y de UPyD) dijo ayer en Twitter que hoy celebraremos «-El asesinato de Miguel Ángel Blanco -La rebelión cívica contra ETA –Las maniobras para descafeinar esa rebelión». Justas palabras.
En efecto, hoy hace 20 años del terrible asesinato, a manos de pistoleros de la ETA, de Miguel Ángel Blanco, un sencillo concejal de Ermua, Vizcaya, que acababa de cumplir 19 años. Aquel espantoso crimen (miserable venganza de los terroristas por la liberación de Ortega Lara unos días antes) conmovió al país entero y puso en marcha un movimiento de masas de repulsa de la violencia terrorista como no se había producido hasta ese momento (aunque ya se contaban por centenares las víctimas de la vesanía de los que pretendían alterar la normalidad democrática a sangre y fuego ) pero, ¡ay!, como jamás se volvió a producir: la gente del común reaccionó airada y se echó a las calles mostrando sus manos limpias para acorralar a los asesinos; rompiendo tibiezas anteriores, hasta el lehendakari Ardanza pidió esa movilización para erradicar de una vez esa lacra inmunda, ese cáncer letal de los crímenes realizados cobarde y cruelmente en nombre de una patria inventada…
Pero, en efecto, maniobras de uno y otro signo, traiciones y manipulaciones, descafeinaron esa movilización, de forma que ETA siguió realizando su actividad criminal y, aunque hace casi seis años que, muy debilitada, declaró el cese definitivo de la violencia, no está desarmada ni disuelta y, lo que es mucho más significativo, se dedica, mediante «marcas blancas», al entrismo en las instituciones, ocupando puestos legales importantes, desde donde prosigue sus objetivos de separación del País Vasco, y de una Navarra anexionada, del resto de España . Y ahora como entonces otras fuerzas políticas «moderadas», como el PNV, se aprovechan de esa posición «extremista» para seguir presionando constantemente al Estado y conseguir nuevos privilegios.
También hoy como hace 20 años el Estado se moviliza solo a golpe de opinión pública y los partidos que ostentan/detentan el Poder, mantienen una política ambigua y electoralista a corto plazo, oportunista para no abordar los grandes problemas del país desde la raíz apoyados en principios firmes y movilizando todos los recursos del Estado, que son muchos, para acabar con la insolencia del separatismo. No con la idea, por supuesto, que eso no es posible ni conveniente en un régimen de libertades, pero sí con la arrogancia y la chulería, con el desafío permanente al Estado, con el desprecio a la ley que significa defender las ideas utilizando los recursos de la democracia, incluyendo elevados caudales públicos que pagan todos los ciudadanos, pero sin aceptar las leyes de la democracia… Desafío a un Estado que pide a los ciudadanos normales y sus servidores más modestos que aguanten estoicamente las tarascadas de la violencia separatista, la presión de los que odian al Estado y lo golpean y debilitan en los ciudadanos normales.
Pero, si esta situación está bien definida, ¿cómo es posible que la gente siga aguantando tanta injusticia?, ¿cómo es posible que siga aceptando que los antiespañoles soñoreen España y que dirijan el Estado partidos que no se atreven a enfrentar contundentemente la situación? Quizá porque en situación de violencia de uno u otro signo, en situación de desprecio de las leyes y acoso a los ciudadanos que las reclaman, siempre son más vulnerables, siempre sufren más las personas sencillas, la gente de la calle, que los políticos, los usufructuarios del Poder; como explica de forma sabia un viejo proverbio africano, «Cuando dos elefantes se pelean la que sufre es la hierba.» Pero quizá, también, porque el pesimismo y la resignación, las constantes maniobras para descafeinar la rebelión, para enmascarar la injusticia, están ganando la partida… ¿Definitivamente? Quiero creer que no, quiero creer que no se producirá una gran tormenta, una movilización como la de hace 20 años pero sí un goteo permanente (la acumulación de argumentos y resistencias personales) que limpie y fecunde nuestra tierra.
Eso esperamos todos.
Esperar… y trabajar por ello. Un goteo permanente de denuncias, de resistencias… Gracias por comentar.