Para Luis Cernuda («España está muerta»), in memoriam.
Para Marina Casado («España muerta, desenterrada, /
con su rostro amarillo / devorado por los insectos.»),
con afecto.
¡No enterréis a España, compañeros,
no permitáis que la coman los insectos!
Hay mucha vida en esta vieja piel de toro,
inmensas energías en su fluviales venas.
Tierra fértil y bella, regada con la sangre,
el llanto y el sudor de los antepasados.
Tierra abierta a todos los horizontes
y a cuantos quieran compartir con nosotros sus afanes,
pero tierra brava que rechaza a los esquilmadores
y desprecia a los pobres charlatanes.
No dejéis que las tumbas, que son muchas,
neutralicen a las cunas,
que son muchas más y más alegres,
no dejéis que los cantos enmudezcan
bajo el triste rumor de los lamentos.
Entonad con ardor la oda a la Alegría
frente a la fúnebre oración de los difuntos.
¡No olvidéis, ni en el peor momento,
que la muerte ha de someterse
siempre, siempre, siempre, a la vida!
Confiesa, José María: te has confabulado con Alberti en este poema, igual que yo hice equipo con Cernuda en el mío. A ver si entre los dos nos espantáis un poco el pesimismo.
¡Sí, es bueno ayudarse de los grandes poetas! Es muy reconfortante escuchar su voz en medio de las tormentas que nos ha tocado vivir…
Exquisita. …José Maria…no se puede decir más sencillo y más bonito
¡Muchas gracias, Lely, me gusta mucho verte por aquí! Me estimula que os gusten (incluso Marina me ha felicitado) mis poemitas. Si tienes ocasión, lee otro poema mío sobre el mismo tema que se llama «España, nuestra patria»:http://edicionesdelatorre.com/boletines/ET-BI35.pdf
La muerte es solamente para la vida
y acude a su llamada como la sangre
al grito de la herida.
¡Gracias por tu visita, Manuel-Roberto! Me encantan tus poéticas palabras.
Miguel Hernández sabía que la Literatura
le habría de dar la inmortalidad
que algunos hombres ciegos antagonistas
le negaron.(Josefina guarda todo, ya que será
vuestro pan de mañana).
Autodidacta, su voluntad, inteligencia, hermandad,
memoria, generosidad, sentido de la justicia,
probidad, igualdad…Le elevaron al pináculo de las Letras.
La venganza, atrocidad, hipocresía,
orgullo, rencor… Intentaron doblegar
su espíritu de bonhomía valerosa, mas no lo consiguieron.
Aun apretando – día y noche-su garganta astral.
Un río de sangre arremolinó su corazón amazónico.
Mientras tanto sus entrañas mordían una hiena insaciable
su costado cordial.¡Entretanto, -tu escudo- soñabas
nadando, te lamía el cuerpo el río!.
Ya quedó azul tu corazón y tu alma
-ambos en un vacío-
mas sobre el blanco cielo,
para nosotros siempre vivo.
© Manuel-Roberto Leonís, noviembre 2016.
Muchas gracias, querido amigo, por participar en mi blog con un poema tan adecuado para la ocasión. ¡Miguel Hernández siempre entre nosotros!
Cada día tengo más claro que somo, al igual que el resto de la Naturaleza, al igual que el resto del Universo: materia y energía. Una combinación que, en el proceso de evolución y transformación ha llegado a la VIDA. Y que, cuando una hoja cae en tierra, ese proceso de transformación permanente hace que resurja de nuevo la vida. Como volverá a resurgir de ese cuerpo que enterramos cada vez que despedimos a un ser querido. ¿Dónde nos encontraremos? ¿Cómo nos encontraremos? No lo sé. Pero siempre, siempre, siempre: ¡VIVA LA VIDA!
Muchas gracias, José María, por tus siempre bien recibidas palabras. Los años y el buen hacer te están consolidando como un gran artista de la palabra. Gracias.
Coincido contigo, querido José Antonio, en lo fundamental. Y muchas gracias por tus generosos elogios. Un abrazo. José María