Me hubiera gustado conocerte, Laura, no por la prensa, que ha destacado la terrible tragedia de tu muerte prematura y absurda, sino en persona: aprendo mucho de los adolescentes y creo que también a ellos les gusta aprender algo de mí. Realmente la primera juventud y la primera senectud tenemos, aunque a algunos les pueda parecer una tontería, muchas coincidencias: en ambas edades se da una peculiar tensión entre nuestros deseos y nuestra realidad, entre nuestros impulsos y nuestros miedos; en ambas edades se da una especial dualidad cuerpo/mente que nos desazona y nos perturba no pocas veces…
Pero ha sido imposible esta conversación que me hubiera gustado tener contigo: hubiera querido preguntarte por tus ideales, por tus sueños, por tus proyectos, por tus preocupaciones… y, sobre todo, cómo era posible que con esa edad ya tuvieras frustraciones airadas y adicciones letales. La muerte ha hecho imposible nuestro diálogo pero no impedirá que yo siga haciendo preguntas. Preguntas a tus profesores sobre qué tipo de enseñanza estamos impartiendo; a ese estúpido adulto que se prestó a conseguir alcohol para unos niños; a los mequetrefes de tu pandilla sobre cómo pudieron dejarte tirada inconsciente en el suelo durante 40 minutos; a tu Ayuntamiento y, en general, a todas las autoridades egoístas que nos gobiernan, sobre cómo es posible que, en vez de conformarse con recurrir a los duelos posteriores, no se tomen medidas para evitar el obsceno espectáculo de unos niños drogándose con alcohol u otros venenos en lugares conocidos… Pero sobre todo, Laura, me gustaría poder preguntar a tus padres cómo no advirtieron los síntomas de tu desorientación, cómo no ejercieron su sagrado deber de vigilar, proteger, educar a los hijos cuando son pequeños. Preguntas a la sociedad entera (en la que me incluyo, por supuesto) de cómo estas muertes inhumanas como la tuya no nos hacen reflexionar, no nos llevan a poner en primer plano unos valores como la alegría sana, la familia ordenada, la disciplina necesaria…
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Mi querido amigo José María, es muy triste llegar a estos sucesos para que la sociedad entera, empezando por sus padres, reciban esta pena tan enorme ! para tomar conciencia de lo que sucede en nuestro entorno…y todo comienza en el núcleo mas cercano, en el hogar, en los amigos, en las escuelas, en las autoridades. Y no les culpo, Dios me libre ! Para mejorar este ambiente enrarecido que nos rodea no hace falta gran presupuesto….solamente mas AMOR, comunicación en la familia, vocación verdadera en “algunos funcionarios” para formar personas de bien y autoridades que les importe el bienestar de sus ciudadanos. ( no dudo de su bien hacer) y después de este lamentable suceso, todos tendremos sumo cuidado de poner semillas en terreno mejor abonado. Tengo esperanzas, veremos los frutos !
Tienes toda la razón, querida Ana. Es una tristeza inmensa saber que estas muertes, prematuras y estúpidas, aunque excepcionales (y cada vez menos excepcionales), son el reflejo de gravísimas enfermedades que padece nuestra sociedad.
Querido José María y queridos amigos lectores de este blog:
¿Cuántas veces me he preguntado y me pregunto -como padre y como maestro- qué estamos haciendo para educar a las generaciones venideras?
¿Somos capaces de pararnos a pensar unos minutos cada día qué hemos hecho por nuestro bien y por el de quienes nos rodean?
¿Qué hemos intentado mejorar para que nuestros hijos puedan vivir con alegría, con dignidad, con entusiasmo y ser eso que nos decían nuestros padres: “unos adultos de provecho”?
¿Cuántas Lauras se nos van quedando en el camino sin que pongamos remedio los padres, los maestros, los medios de comunicación, los que nos gobiernan, la sociedad en general?
¿Cuántas preguntas?
Cada día pasan frente a mí varias decenas, algunos centenares de rostros infantiles. Y veo en ellos la luz, la paz, el entusiasmo, la alegría… Pero también veo algunas futuras Lauras. Sí las veo, sé que llegarán a conducirse como ella… Y de nuevo las preguntas…
Querido José Antonio: me ha emocionado tu sincero comentario sobre Laura. A ver si nos ayuda a todos a pensar con un poco más de profundidad para evitar, en lo posible, que tengamos que lamentar hechos tan terribles como este. Un abrazo. JM
perdona no fue asi vale yo la ayude lo que pude y mas periodista de pacotilla
No entiendo bien lo que quieres decir, oculto. Si estuviste allí porque eras de su pandilla, ¿podrías darnos tu versión de lo que sucedió? Gracias.