El País y Ediciones de la Torre nacieron, prácticamente, al mismo tiempo. Ambas entidades se movían en el mundo de la Cultura, se integraban en la Transición y presumían de independientes. Vidas paralelas. Aunque, no hace falta decirlo, muy diferentes.
El 4 de mayo de 1976, apareció un nuevo periódico, El País, que despertó, desde su primer número, mucho interés en la sociedad española y en muchos sectores de los países que seguían con gran expectación la evolución del régimen franquista. Impulsado por diversas personalidades de la política y de la cultura y sustentado por un accionariado muy plural, que incluía a personas de las diversas «familias» posfranquistas (incluyendo alguna de las fuerzas de izquierda emergentes). Ediciones de la Torre, a partir de una idea mía y con el apoyo de media docena de amigos (reunimos entonces 615.000 pesetas, que equivaldrían hoy a menos de 10.000 euros) obtuvo el permiso, obligatorio entonces, en enero de ese año, pero hasta mayo no conseguimos presentar nuestros primeros libros. Y, como nos considerábamos parte de las «fuerzas del trabajo y la cultura», algunos años celebrábamos el aniversario el día 1.º de mayo.
El País, que se subtitulaba «Diario independiente de la mañana», pretendió, desde el primer momento, liderar el nuevo rol que tenía que desempeñar el nuevo «cuarto poder» en la Transición y la concentración del capital con total dominio de Jesús de Polanco y la selección de los directivos adecuados, lo consiguió en muy poco tiempo. Y el Grupo Prisa, donde se integra el periódico abarca hoy todos los campos de la comunicación y el entretenimiento audiovisual. Ediciones de la Torre, que nació sin accionariado y sin ninguna dependencia de cualquier fuerza política o financiera, pretendió desde su nacimiento ocupar un pequeño hueco en la edición de libros con valores, con una estructura y una cuota de mercado muy modestas…[i]
La historia de El País está escrita, fundamentalmente, en sus ediciones diarias y otros muchos extras (aunque también hay que tener en cuenta lo que ha dicho la competencia y algunos análisis de los estudiosos como el muy interesante libro de Jesús Cacho El negocio de la libertad, Madrid, Foca, 1999). La historia de Ediciones de la Torre está escrita en sus catálogos y en los cientos de libros que, dentro de sus tres grandes líneas editoriales (Biblioteca Alba y Mayo, Proyecto Didáctico Quirón y Biblioteca de Nuestro Mundo), hemos difundido, con mayor o menor fortuna, por todo el mundo.
Las relaciones de El País, como no podía ser de otra manera en un medio de tanta fuerza, abarca no solo a sus lectores sino también y muy especialmente a entidades públicas (desde la Casa Real hasta las concejalías) y privadas (desde los grandes grupos financieros a una gran variedad de empresas proveedoras o clientes). Las relaciones de Ediciones de la Torre son fundamentalmente con sus autores y sus lectores, complementariamente con proveedores y clientes (también modestos en su mayoría) y ocasionalmente con los poderes y las administraciones públicas (siempre a través de las asociaciones gremiales y de forma transparente).
La estructura empresarial de El País es grande y fuerte y sus cientos de empleados (quizá miles en todo el grupo) parece que tienen una buenas condiciones de trabajo y unas retribuciones relativamente altas. La estructura empresarial de Ediciones de la Torre no puede ser más modesta (las dificultades económicas muy serias) y empleados y colaboradores tienen condiciones y retribuciones también modestas… pero hay que decir que nosotros nunca hicimos un ERE y que el ambiente es satisfactorio.
Con motivo del 40 aniversario El País ha regalado un extra a cuantos han comprado el ejemplar del diario, de 304 páginas, con firmas de gran prestigio dedicadas a celebrar tan feliz aniversario. No me ha dado tiempo más que a ojearlo pero he apreciado algunas características que me parecen significativas: una, hay muy pocas mujeres entre las firmas y los colaboradores; dos, las fotos de los altos directivos reflejan (siempre en mi opinión) personalidades perfectamente integradas, con todas las consecuencias, en las élites dominantes de nuestra sociedad; tres, el tono coincide plenamente con lo que el diario ha venido sosteniendo prácticamente desde su fundación: igual que en los tiempos de la dictadura el Partido Comunista pretendía ser El Partido de todos los antifranquistas, en la transición El País pretendía ser El Periódico de todos los progresistas, y, por ello, podía expresarse categóricamente la mayoría de las veces (y en algunas con cierta arrogancia). Para celebrar nuestros 40 primeros años, nosotros hemos editado un libro con 40 sonetos de amor, tenemos en preparación otro con 40 miradas sobre el presente y el futuro del Libro y otro sobre 40 poemas en homenaje a la infancia y la juventud y estamos intentando una renovación de todo nuestros catálogo. Al tiempo, nos proponemos hacer algunos actos públicos (incluso soñamos con una fundación) en defensa del Libro para mantener, contra viento y marea, el lema con el que comenzamos hace 40 años: La necesidad y el placer de la lectura.
¿Futuro? Espero que las líneas paralelas (una poderosa y otra modesta) se mantengan durante muchos años más y que ambas entidades permanezcamos y mejoremos. Desde aquí, pues, larga vida al periódico El País, gracias a los magníficos periodistas que lo han alimentado y a los cientos de trabajadores que han hecho posible su salida a diario para regocijo de sus lectores. Necesitamos prensa lo más independiente, objetiva y responsable posible y aunque El País no haya satisfecho todas las expectativas de los que le seguimos desde su nacimiento, es evidente que ocupa un lugar en la cultura española que no se puede ignorar, y será bueno justamente, para esa cultura española, que en los años venideros El País resuelva sus problemas y se mantenga y mejore. Como será bueno que también se mantengan editoriales pequeñas pero prestigiosas e independientes como Ediciones de la Torre, que puedan seguir realizando un cierto contrapeso a la cultura de las grandes empresas.
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[i] Quien rastree en El País de aquellos años los artículos de José Luis López Aranguren, seguramente encontrará uno en el que, después de conocer nuestro primer catálogo y glosando la feliz circunstancia de que hubieran aparecido una serie de editoriales independientes, venía a decir que le parecía la más independiente Ediciones de la Torre. En efecto, nos adscribíamos a una corriente progresista pero no nos identificábamos con ningún partido ni dependíamos de ningún grupo, en presencia o en potencia, financiero.
Enhorabuena: un artículo muy interesante y enriquecedor. Ediciones de la Torre ocupó también un hueco en la Transición, ¡y aquí sigue! Y que sea por cuarenta años más, como mínimo.
Muchas gracias, Marina… Y, como se decía antes en los cumpleaños, «¡y tú que lo veas!»