Biblioteca Nacional de España. Martes, 18 de noviembre de 2014. «La obra y la figura de Octavio Paz en la prensa española», en el centenario del nacimiento del Nobel (¡y Cervantes!) mexicano, a cargo de Luis María Anson y Tulio H. Demichelli, que son presentados por Carlos Alberdi. Acto importante, con «media entrada» en un día de fútbol (España-Alemania). Anson comienza agradeciendo a los asistentes haber preferido Octavio Paz en vez de partido y, sin transición, define a Paz como el hombre más inteligente (detrás de Toynbee) que ha conocido. Y a partir de ahí, con gran erudición y buena oratoria, un aluvión de referencias a Paz, por supuesto como gran poeta pero también como erudito –gran conocedor de todas la cultura occidental pero también de la oriental–, como ensayista –su colosal Hora cumplida (1929-1985)–, como «el más importante filosofo de México del siglo xx».
Anson que asegura que no es un experto en la obra de Paz, sí puede afirmar que lo conoce a fondo como persona. Nos cuenta anécdotas de su larga e intensa relación con él (a las que se añaden las de Demichelli) para acercarnos a un hombre amable, leal con sus amigos (veladas en el café de Madrid El Espejo donde Paz, Rosales y el propio Anson rivalizaban en recitar poemas de muy diversas procedencia); formidable orador y conversador, pero sencillo y discreto y que no presumía nunca de haber leído incansablemente no solo lo más importante de la literatura occidental sino también de la oriental y, por ello, conociera a fondo los poemas de Li Po ¡y los de Mao tse-tung!, El diario de un loco de Xun Lu, los haikus de Matsuo Bashô y otros maestros, el I Ching… y, ¡maravilla!, el poema épico Manás, que cuenta la epopeya del pueblo kirguís (una minoría étnica en China) y que tiene cuatro veces más versos que la Iliada…
Uno, aunque conoce algo de la obra de Paz, no puede menos que sentirse impresionado ante tal grado de erudición, ante la evidencia de una obra colosal, que está al alcance de tanta gente… Pero Luis María Anson acompaña, no solo por amistad personal sino por emulación, muchos de los tramos del largo y fecundo camino de Paz. Flanqueado, discreta pero eficazmente, por Tulio H. Demichelli, Anson, gran lector de poesía, puede relacionar la extraordinaria poesía de Quevedo o Góngora con la (reconocido por el propio Cervantes) poesía «menor» del autor del Quijote (que, no lo olvidemos, puede vanagloriarse de ser, junto con Shakespeare, el más grande escritor de Europa) pero que tiene uno de los grandes poemas de nuestra lengua (el soneto con estrambote) cuyo final, con alarde de memoria, dicción y oportunidad, recita Ansón: «Y luego, incontinente, / caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuése, y no hubo nada.») . Pero también puede Anson hablarnos de los poetas del 27 y sus epígonos, puede recitar de memoria poemas de Alberti, como el magnífico soneto para María Asunción Mateo («Tú sabes bien que en mí no muere la esperanza, / que los años en mí no son hojas, son flores, / que nunca soy pasado, sino siempre futuro»). Por cierto, este soneto está publicado, reproduciendo facsimilarmente el manuscrito de Rafael, por primera vez en Ediciones de la Torre, en la Antología comentada que preparó María Asunción (igual que publicamos, facsimilarmente y a todo color, el poema que le dedicó, con motivo de la antología para niños que ella preparó en abril de 1984). Siguiendo con Alberti, Anson nos cuenta cómo el poeta del Puerto de Santa María, antes de su vuelta pública y triunfal en 1977 estuvo, discretamente y protegido por José María Pemán (al que, por cierto, no reconocía su valía como gran poeta, aunque sí como gran articulista) en 1969, y hace referencia, salpicando de sabrosas anécdotas, a su obra teatral El hombre deshabitado o recita versos de A la pintura o El ceñidor de Venus desceñido.
Anson acompaña a Paz… y también viceversa, como cuando el mexicano elogió la aparición, en primicia, en el periódico ABC dirigido a la sazón por Anson, de los impresionantes «Sonetos del amor oscuro» de Federico García Lorca. O como cuando recita ¡de memoria y en el idioma original!la oda 11 de Horacio, con el famoso carpe diem («Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi / finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios / temptaris numeros.» […] O como cuando cita el poema épico vietnamita Kieu…Un sinfín de referencias, todas ellas perfectamente justificadas para enaltecer la figura del homenajeado. Alusiones y comentarios sobre Ortega, la primera inteligencia de España de su tiempo; sobre Menéndez Pelayo, que tiene una gigantesca obra y que hizo una magnífica gestión de la BNE… aunque no valorara suficientemente la profesión de periodista; sobre Bergson, Gide y Camus, los tres grandes pensadores de Francia; sobre Huizinga, sobre Unamuno; anécdotas de Rafael de Penagos, de Marcos Ana, José Luis Pellicena, la bellísima Aitana Sánchez Gijón…
Está claro que Anson, como Paz, también ha leído mucho, de aquí y de allá, de todas las épocas, de todas las ideologías y, como además, tiene una portentosa memoria, puede hacer amena cualquier conversación, importante cualquier intervención pública. Como esta, con ese aluvión, esa multitud de datos, anécdotas, comentarios, reflexiones, citas literarias, poemas… Cultura amable y estimulante que, en esta noche en la que otras multitudes intentan apartarse de las tensiones que nos producen las diversas crisis y fechorías de nuestra sociedad actual, nos refuerza a los que creemos que el conocimiento nos ayuda a ser libres.
-
Entradas recientes
Comentarios recientes
- librosyabrazos en 398. Eutimio Martín
- Jesús Gálvez Yagüe en 398. Eutimio Martín
- librosyabrazos en «Los puentes de Madison» – Una reflexión sobre la libertad y la belleza
- Jimmy B en «Los puentes de Madison» – Una reflexión sobre la libertad y la belleza
- Fernando Carratalá Teruel en 403. Noviembre de 2023
Archivos
Categorías
Enlaces amigos
- Número de visitas:
28490 Meta