Allá y acá


Se ha terminado el escándalo por la situación estrafalaria en EE UU… aunque sigue el cruce de informaciones de todo signo y la Red sigue llena de controversias. Se impone el relato oficial, allí y en Europa, de que fue un intento desesperado de Trump (que instigó a sus seguidores contra el Congreso) para impedir la validación oficial de Biden como presidente electo. 
En la Red, sin embargo, hay muchas denuncias de que todo fue un montaje (a partir de la actitud de Trump de no aceptar los resultado oficiales) porque los anti-Trump fletaron autobuses para que los «antifas» llegaran a Washington y hay muchas imágenes de estos dentro del Capitolio. Habrá que seguir analizando las noticias para tener un criterio más firme. Lo que sí parece comprobado es que, tras el asalto por la turba al Capitolio (hay imágenes y opiniones de que no pudo haberse hecho una operación de este tipo sin complicidad desde dentro o al menos sin negligencias) el vicepresidente Pence tomó la iniciativa y los compromisarios republicanos que iban a objetar los resultados de algunos estados, renunciaron a ello. Esto pone fin al litigio político (no al jurídico, que no ha hecho más que empezar) y todo parece indicar que Trump acepta su derrota y garantiza una transición de poderes «normal».
De todo esto, en mi opinión, hay que sacar la conclusión de que, en efecto, el mundo entero está pasando por una grave crisis y que detrás de las grandes cuestiones: el cambio climático, la lucha entre el globalismo y los estados-nación, la pugna entre grandes potencias (EE UU, China, el mundo islámico, Rusia, la Unión Europea…), la actual pandemia (que se extiende por todo el planeta) etc., se mueven poderosas fuerzas, con terribles ambiciones. La necesidad de una opinión pública, preparada y valiente, se hace cada día más evidente… aunque parece muy difícil de conseguir, dado que las respectivas clases políticas (salvo las excepciones que pudieran encontrarse) parecen empeñadas en justamente todo lo contrario.
Una opinión pública, preparada y valiente allá y acá, pero sobre todo a nivel nacional, porque aquí, en España, las mismas fuerzas políticas que apoyaron la sedición en Cataluña y que presumieron de haber impulsado la acción «revolucionaria» de «Rodea el Congreso» (en dos ocasiones); los que se esfuerzan en seguir blanqueando las acciones criminales de los etarras; los mismos que exigen que se deje protestar a la multitud cuando se hace contra gobiernos de la derecha, los que aplaudieron o disculparon la sedición en Cataluña, el «apreteu, apreteu» de Torra y los reiterados insultos al Rey y a las más altas instituciones del Estado; los mismos que se vanaglorian de practicar «eschaches» contra Rosa Díez y otros dirigentes anatematizados por ellos, toda esa gente falsaria y demagógica, se rasga ahora las vestiduras y pide el máximo castigo para los alborotadores de «ultraderecha».

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