na de las ventajas de haber superado la primera ola de la Covid19, a pesar de estar en la franja de edad considerada como la de mayor riesgo, es haber tenido la oportunidad de revalorizar nuestro hogar y nuestro barrio, haber recuperado el gusto por costumbres, haber disfrutado con fruición de un paseo o de la simple contemplación del árbol que veríamos sin interés desde nuestra ventana.
De pronto, preparar una comida sin prisas o buscar sin agobio el libro que habíamos colocado mal en la biblioteca… y releerlo con especial emoción, se convertían en anécdotas alegres que contábamos una y otra vez a nuestros allegados.
Nuestra casa, nuestro hogar, era un refugio, una fortaleza, como las primeras cuevas que habilitaron nuestros «tata…rabuelos» al principio de la Prehistoria, comenzando así la civilización. Nuestro barrio nos ofrecía sus esquinas y sus rincones más atractivos y nuestros vecinos se volvían especialmente agradables, solidarios. «¿Quiere que le traiga algo, aprovechando que puedo salir un ratito?» «No deje de llamarme si necesita cualquier cosa.»
El otro gran beneficio que nos ha proporcionado la pandemia es que hemos utilizado las viejas y las nuevas tecnologías de la comunicación de forma más inteligente y eficaz. Hemos aprovechado mejor el teléfono (¡mensajes instantáneos, videollamadas!) y hemos aprendido a transitar por las redes sociales que, a pesar del ruido, la confusión y los bulos, pueden ser aprovechadas, si sabemos separar el trigo de la paja, a nuestro favor.
Espero que no se entienda todo lo anterior como un intento de «blanquear» la tragedia o a las autoridades que la han gestionado. Más de 45.000 muertes a consecuencia de la pandemia, muchas de ellas por no no haber podido ser atendidas en residencias, hospitales o viviendas unipersonales, deben hacernos sentir un duelo intenso y duradero y deben llevarnos a juzgar con justicia a nuestra clase política y a los distintos responsables sociales (sanitarios, docentes, comunicadores …) y, por supuesto, a reflexionar sobre nuestro propio comportamiento.
Todo ello nos ayudará, creo, a potenciar la familia y el hogar, el barrio y las relaciones vecinales, a esforzarnos en sostener una sociedad más humana.