Juan Vázquez de Mella (Cangas de Onís, 1861 – Madrid, 1926) fue un político español, escritor y filósofo, ideólogo del Carlismo. Pedro Zerolo (Caracas, 1960 – Madrid, 2015) fue un político español destacado por su activismo en defensa de la libertad de orientación sexual, impulsor del matrimonio homosexual, líder en el Partido Socialista Obrero Español y en el movimiento LGBT.
Intelectualmente, parece mucho más sólida la personalidad del carlista que la del socialista, aunque éste parece tener una posición política más avanzada. La gran historia no los relacionará mucho pero la pequeña historia (la historia de la pequeña política) sí lo va a hacer porque el Ayuntamiento de Madrid ha decidido cambiar el nombre de la plaza, aplicando la ley de Memoria histórica que se aprobó durante el gobierno de Rodríguez Zapatero (y que no fue modificada por el gobierno de Rajoy). La plaza (una placita encantadora, hoy abrumada por el tráfico) tenía el nombre del pensador carlista desde 1939, cuando el régimen triunfante de la guerra civil cambió tantos nombres de la capital para celebrar su victoria.
En la fachada sur de los Nuevos Ministerios había, hasta hace diez o doce años, una estatua de Franco, con la leyenda (cito de memoria) «Francisco Franco, creador del Ministerio de la Vivienda», sin duda colocada durante el régimen anterior. El gobierno de Felipe González la dejó allí y, quizá para compensar, colocó sendas estatuas de Largo Caballero e Indalecio Prieto (dirigentes socialistas y ministros durante la República) en la esquina sur-este y en la fachada este de la manzana… pero el gobierno de Rodríguez Zapatero lo entendió de otra manera y derribó la estatua de Franco.
Ambos asuntos, uno de hace años y otro de ayer mismo, aun siendo menores, no dejan de suscitar algunas preguntas. Si, imitando a la dictadura (y, en general, a todos los vencedores arrogantes), vamos cambiando el nombre a calles y lugares, si vamos derribando monumentos, ¿no estamos borrando huellas importantes de la historia? ¿No sería mejor explicar esa historia (de la forma más objetiva y superadora posible) que intentar borrarla? Las cosas, los hechos, las batallas, no desaparecen porque las borremos, es más, pueden volver en forma de fantasmas si no comprendemos por qué están, o han estado, ahí y si en vez de explicarlos honestamente, los ocultamos o los borramos. A mí me parecía muy bien la convivencia de las estatuas de Nuevos Ministerios y lo veía como una lección de historia, como una forma de entender la reconciliación nacional, como una buena manera de aplicar la «memoria histórica». Y en cuanto a la placita del barrio de Chueca, mejor que borrar el nombre de Vázquez de Mella, si era imprescindible dar el nombre de una plaza a Zerolo, hubiera preferido que se hubieran juntado los dos nombres… Sería maravilloso que, a la vista del nuevo nombre de la plaza pudiéramos imaginar un diálogo entre el rígido defensor de los más tradicionales valores del «ancien regime» y el entusiasta propagandista del «orgullo gay»
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Independientemente de la comparación de méritos y personalidades de ambos personajes así como de las trayectorias históricas de Vázquez de Mella y de Zerolo, apuntar que la plaza de Vázquez de Mella, toma su nombre según un acuerdo municipal de 1949, ya que venía llamándose plaza de Bilbao desde que en el año 1940 se le cambió el nombre de Capuchinos de la Paciencia, que había sustituido en 1939 a Ruiz Zorrilla…
Vamos, que la memoria histórica anda algo desmemoriada…
Gracias por la corrección, Mario, tienes toda la razón en lo de la desmemoria… Por cierto, he advertido otro error: se había «caído» el segundo párrafo (donde citaba las estatuas de Nuevos Ministerios) de forma que no se entendía la redacción del tercero («Ambos asuntos, uno de hace años y otro de ayer mismo […]). Espero que ahora todo quede más claro.