Estados Unidos de Europa

bandera UEEn su ritual viaje de despedida por el «primer mundo» y dentro de su campaña para la aprobación de TIPP, Barack Obama, 44.º Presidente de USA, ha propuesto impulsar el proyecto de unos Estados Unidos de Europa. La idea no es una novedad: desde hace mucho tiempo y de forma recurrente diversos líderes hablan de ello. La creación de un solo Estado para todo lo que hoy es la Unión Europea sin duda traería una serie de ventajas para la economía del continente. Sabemos que el 60% de PIB mundial y un tercio de todo el tráfico mercantil del planeta lo forman EE UU y la Europa de la Unión Europea. Sin duda esos 800 millones de consumidores, «globalizados» en esos dos grandes gigantes, los EE UU de América y los EE UU de Europa, constituirían un mercado magnífico para productores y distribuidores de todo tipo. Pero también sabemos que no todo es economía: se puede ser rico y desgraciado y se puede ser opulento a costa del sufrimiento de los demás y Europa es, o debería ser, mucho más que un mercado; la cuestión es, por ello, si podemos vivir mejor y con unas estructuras más justas avanzando hacia un Estado único (que sería «multinacional» pero centralizado) o si debemos buscar ese progreso sin alterar sustancialmente las estructuras nacionales, los estados, que conformar Europa.
Europa comenzó su proyecto de estructuras comunes hace más de 65 años. Los llamados «padres de Europa» (Adenauer, Schumann, Churchill, Monnet, De Gasperi, Spaak…), desde sus intereses de un capitalismo menos salvaje, soñaron con un continente unido, cuyas seculares guerras internas estuvieran erradicadas. Y mucho antes había propuestas en ese sentido: hay una carta de George Washington a La Fallette donde le dice: «Un día, sobre el modelo de los Estados Unidos de América, llegarán a existir los Estados Unidos de Europa». Victor Hugo parece ser el primero en hacer, en un discurso de 1849, una proposición formal de unos Estados Unidos de Europai. La revolución soviética (Lenin y Troski) también preconiza esta fórmula, a principios del siglo XX, en este caso como Estados Soviéticos Unidos de Europa.
Pero Europa es muy diferente a EE UU en tres importante aspectos. 1. Las estructuras de EE UU no tienen antecedentes históricos, se crean de nueva planta y se establecen sobre un territorio conquistado a sangre y fuego y una población conquistadora decidida a obtener un alto nivel de vida (o, al menos, la supervivencia) con el sacrificio, si fuera necesario, de cualquier valor, incluido el etnocidio (la matanza sistemática de las poblaciones que ocupaban los territorios conquistados). La expansión del territorio nacional de EE UU se hace a costa de los habitantes originarios del lugar (los indios) que son masacrados sin el menor miramiento, a costa de integración a marchas forzadas de los millones de inmigrantes que acudían al señuelo del nivel económico que se iba alcanzando (tierras baratas, industrias florecientes, inmensas posibilidades de enriquecimiento, etc.). 2. Europa tiene decenas de idiomas, todos ellos importantes, con una riquísima literatura, mientras que EE UU impuso desde el primer momento un idioma único, indiscutible e indiscutido y tuvo que improvisar una literatura. Y 3. Desde la proclamación del nuevo Estado (los 13 estados unidos que se se independizan de la metrópoli británica) el ansia de expansión territorial y una capacidad bélica capaz de extenderse por todo el mundo, producen una política imperialista. Un ejemplo de todo lo cual serían los diversos estados «comprados» u obtenidos por diversos y discutidos medios como es el caso de Alaska, Luisiana, Florida, Texas… o la influencia política y comercial en América Latina (el proyecto del presidente Monroe: «América para los americanos» o la doctrina del «patio trasero» de EE UU).
Ninguno de estos tres elementos fundamentales y constitutivos de USA se dan en la Europa actual. Nuestro continente tiene una larguísima y complejísima historia: aquí hemos tenido imperios multinacionales, imperios nacionales, terribles guerras intestinas, varios idiomas muy extendidos como el español, el francés, el italiano, etc. En definitiva, diversas civilizaciones y unos estados que en algunos casos, como el nuestro, sobrepasan los cinco siglos de historia. Esta situación tan diferente justifica de alguna forma que, después de años y años de unión europea, no tengamos una constitución, unos regímenes jurídicos y arancelarios únicos, y aunque la zona euro funciona con evidente eficacia, cualquier crisis, como la quiebra de Grecia o el «Brexit», la pone en peligro. Y sobre todo, no tenemos un idioma común porque el que podría haber sido, el esperanto, no ha conseguido implantarse más que a nivel de pequeñas minorías. Poco que ver pues con los EE UU de América a nivel de civilización, a nivel de las gentes del común, aunque sean evidentes las confluencias de intereses de las elites de ambas regiones. Por historia, por lengua, por regímenes políticos y jurídicos, por instituciones y, consecuentemente, por múltiples mentalidades, la unión en un Estado único conllevaría muchos más sacrificios que ventajas. Por ejemplo, el dominio del inglés sería más fuerte y consiguientemente los EE UU de Europa se escorarían hacia el Reino Unido, que siempre ha presionado a Europa para conseguir un estatus privilegiado y a favor de USA, en detrimento de otras culturas europeas… como la española.
¿Quiere decir todo esto que los pasos hacia la unión son negativos? Esto es lo que hay que discutir a fondo, sin eslóganes populistas ni cínicas declaraciones «progresistas» de los opulentos y sus instituciones. Pero todo ello partiendo de la situación actual de los tratados de la Unión Europea, firmado entre naciones y estados soberanos.

Mapa-de-europa

i «Un día vendrá en el que veremos estos dos grupos inmensos, los Estados Unidos de América y los Estados Unidos de Europa (Aplausos), situados en frente uno de otro, tendiéndose la mano sobre los mares, intercambiando sus productos, su comercio, su industria, sus artes, sus genios, limpiando el planeta, colonizando los desiertos, mejorando la creación bajo la mirada del Creador, y combinando juntos, para lograr el bienestar de todos, estas dos fuerzas infinitas, la fraternidad de los hombres y el poder de Dios.»

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