¡Persevera, Marcela, persevera! Mantén tu dignidad frente al marido maltratador, las miserias de los progenitores analfabetos (15 hijos, 5 de ellos muertos), el desarraigo de la emigración (desde Rumanía a España), el maltrato estructural de una sociedad que (aparentemente) promete el paraíso para quienes traspasen las fronteras pero que (realmente) no puede ni siquiera garantizar la supervivencia, mucho menos la educación, la integración social… la dignidad humana. Persevera, Marcela, persevera, vive de tu trabajo, aprende a reclamar ayuda, cuida de tus tres hijos y de tu nueva pareja, cuida tu cuerpo y tu espíritu… y jamás, jamás, pierdas tu optimismo natural, tu bondad natural, tu mirada franca, tu expresión, tu voluntad de vivir de tu trabajo, tu coraje. Persevera para que los que, desde posiciones menos duras, sentimos la presión de una sociedad injusta y el peligro siempre latente de ir a peor, podamos ver en tu ejemplo de resistencia y superación una ayuda. Ayúdanos, Marcela, para que podamos ayudarte, apartando poco a poco la basura que nos rodea a todos y llenando nuestros polígonos industriales, nuestras barriadas mal urbanizadas, nuestras calles hostiles, nuestros corazones, de primavera.
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Precioso y humano comentario lleno de esperanza, el que tenga oidos que oiga !
Un abrazo Jose Maria.
Gracias, Ana. Intento, modestamente, llamar la atención sobre personas y situaciones que pueden enseñarnos a vivir mejor… y Marcela (y sus circunstancias) es, sin duda, una de ellas.
Abrazos,
JM
Un alegato pleno de sensibilidad que nos devuelve a la verdadera condición humana y solidaria… Dan ganas de conocer a Marcela.
Gracias, María Eugenia. Para mí fue un privilegio conocer en persona a Marcela y reflexionar sobre su personalidad. Es hermoso comprobar cómo esa persona que la sociedad ha situado por debajo de nosotros nos mira de tal suerte que su figura se agiganta y nos sentimos pequeños y frágiles frente a ella.
Saludos cordiales,
José María
En este caso el espíritu de lucha, sacrifio y entereza tiene nombre, pero hay tantos desconocidos sin rostro, sin nombre… anónimos.
Gracias, Mamen. Tienes razón: hay muchas personas como Marcela a las que el frenesí de nuestra sociedad nos dificulta ver… Pero hay que hacer un esfuerzo para mirar y escuchar porque es mucho más digna la vida de estas personas cuasi marginadas que las de tantos «triunfadores» que se aprovechan de la gente.
Besos. JM
Hermoso gesto de apoyo. Muy humano.
Algún día las paradas de metro llevarán los nombres de estos anónimos héroes a tiempo completo y en todas las parcelas de la vida, no las de los que descuidaron todas para resaltar en una.
Bonita reflexión. Gracias por ella.