(Con Uxía)
Auditorio Nacional. 22, 23 y 24 de marzo de 2013. Johann Sebastian Bach: La Pasión según San Mateo. Orquesta y Coro Nacionales de España, Escolanía del Sagrado Corazón de Rosales. Dirección: Ton Koopman.
Más de dos horas y media de música y canto para intentar abordar el misterio del sacrificio de Cristo (la idea secular de que alguien ha de sacrificarse para salvarnos). Una de las más importantes piezas de toda la historia de la música. Se estrenó en 1729, con muchos menos medios técnicos que los que el espectador de hoy puede contemplar. (En efecto, una magnífica sala, una orquesta pequeña, como estableció el maestro, pero selecta y dos coros excelentes.) La obra fue discutida por los puristas del pietismo y luego olvidada, como en general toda la gigantesca obra de Bach, hasta que Mendelson la recuperó un siglo después. Bach había revisado varias veces la música e incluyó, además de las palabras de san Mateo, las del poeta C. F. Henrici, su colaborador habitual, y otros textos luteranos. Un concierto extraordinario, un privilegio poder disfrutarlo, una excelente ocasión para reflexionar…
Centremos esa reflexión, para esta ocasión, en el coro infantil, en sus más de cuarenta componentes, de edades entre 6 y 14 años, muy bien preparados por Belén Sirera. Apreciemos sus bellas voces, su ordenada presencia, sus expresiones serias pero felices… Pero, ayudados por la obra del genio, vayamos más lejos, pensemos en cómo percibirán ellos (y todos los niños que puedan conocer esta impresionante obra), desde su mundo puro e inocente, la tragedia que refleja el oratorio y cómo lo vivirán cuando lleguen a la edad adulta, a la edad madura. Cuando llegue esa edad porque quiero pensar que ahora los niños tienen que verlo como una historia menos real, más fantasiosa, como tantos cuentos que llevan oídos desde la cuna, sin participar de la angustia de los adultos.
Sí, los niños no deben sentir el dolor que refleja el evangelista y que recoge (y subraya, con sus bellísimas notas) Bach. «¡Miradlo, por su gracia y su amor, / soportar la madera que forma su cruz!»; los niños no deben sentir el arrepentimiento de los «pecadores»: «Contrición y arrepentimiento / hacen que el corazón se parta en dos.»; ni, mucho menos, participar en intrigas y traiciones: «Y le ofrecieron treinta monedas de plata. Y a partir de entonces buscó la ocasión para traicionarlo»; como tampoco asumir culpas: «Soy yo quien debería expiar, / con las manos y los pies / atados en el infierno.»; ni sentirse liberados de una culpa original por el sacrificio ajeno: «El tormento de su alma / expía mi muerte; / su sufrimiento me reportará dicha.»; ni ver la pasión como inevitable: «Está listo / para beber la copa, la amargura / de la muerte, / la copa en que se han vertido los pecados/ de este mundo con su terrible hedor, / porque le agrada al amado Dios.»; no, los niños no deben recibir el mensaje, explícito o subliminal, de que hay personas que nacen para cumplir el designio de su padre, que, incluso cuando llegan a adultos, deben someterse a la voluntad de éste : «Padre mío, si no es posible que pase de mí este cáliz a menos que beba de él, hágase entonces tu voluntad.»; personas que tienen su destino escrito, que no pueden ni siquiera intentar liberarse del sacrificio porque éste es inexorable, ya que si no, «¿cómo habrían de cumplirse las Escrituras? Así es como ha de ser.» Y por ello el elegido «[…] hubo de ser sacrificado por nosotros / y llevar la pesada carga / de nuestros pecados en la cruz.»
Es seguro que estos niños que nos deleitan con sus limpias voces, no entienden, no participan de esta terrible tragedia… pero quizá debamos pedir, «a quien corresponda», que jamás lleguen a hacerlo, que nunca participen de una interpretación de la religión que se basa en un reparto profundamente injusto de las responsabilidades, un sacrificio de inocentes para que se salven los culpables… y todo el dolor, toda la pasión, que eso conlleva; que jamás tengan que depender de la voluntad de un padre todopoderoso, de los designios de las «Escrituras»; para que no mueran exclamando, con desesperación, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Pero si los niños, que son la parte más pura, más auténtica de nuestra sociedad, no deben participar de esa visión de la Pasión… ¿debemos hacerlo los adultos? Los creyentes ¿deben asumir la visión atribuida a san Mateo y los demás evangelistas según la interpretación realizada por las iglesias cristianas? Quizá tampoco los adultos deben admitir un sacrificio que no ha conseguido ni conseguirá (la historia de veinte siglos lo demuestra), la transformación de la naturaleza del hombre, su paso de «lobo» a «cordero». En efecto, las terribles palabras de Pedro «No conozco a ese hombre» serán repetidas una y otra vez hasta nuestros días por mucho que cada año rememoremos aquel terrible acontecimiento que inauguró nuestra era y que ha devenido parte sustantiva de nuestra civilización. Quizá los adultos tengamos que asumir que la humanidad no puede ser un rebaño irresponsable, por el que que deba sacrificarse ningún pastor, que no debe haber siervos amedrentados, capaces de negar su compromiso como hizo el fundador de la iglesia católica por tres veces, sino ciudadanos optimistas, responsables, valientes y liberados de las angustias del «pecado». Que nadie debe sufrir burla y escarnio por nosotros, que tenemos que aprender a convivir sin necesidad de erigir cruces y hogueras, que nuestro siglo nos está exigiendo un sentido menos trágico, más alegre de la vida, con menos sacrificios, menos amor metafísico y más amor real.
Magnifico Jose Maria !!! Estoy contigo, comparto tus ideas totalmente !!
La música y las voces seguro que fueron un deleite.
Un abrazo
Ana
Gracias, Ana. Realmente, fue un concierto precioso. Era la tercera o cuarta vez que lo presenciaba… pero he escuchado cientos de veces las varias versiones que tengo de la obra. Y el Auditorio estaba completo y, por los aplausos finales, plenamente satisfecho.
Un abrazo. JM
Siento no compartír tu punto de vista , aunque lo respeto. Podría ser un interesante debate.
Cristina
Por supuesto, Cristina, que puede ser un debate muy interesante… ¿Nos animamos? Yo valoro mucho tus opiniones y seguro que Ana, Cecilia y Enrique también participarían.
Un abrazo. JM
¡Qué maravilla! La Recomendación es buena. El sustento de la reflexión, debatible. Hay material para iniciar el intercambio de puntos de vista.
Te has metido en un jardín, José María. Contigo veo con toda claridad ese aserto que dice: “nada parece más fácil de entender que lo que no hemos entendido”. Lo siento, amigo mío. Hay convicciones triviales — y la tuya, mira que lo siento, lo es — que te llevan a la conclusión de que parezca absurda la idea del sacrificio. Dices cosas como que la humanidad no puede ser un rebaño irresponsable, o que nuestro siglo nos está exigiendo un sentido menos trágico, más alegre de la vida, con menos sacrificios. Difundir la filosofía de Mary Poppins no me parece solución para este siglo. Y, entérate, el amor de Jesús no tenía nada de metafísico, al menos en el sentido que tú imaginas.
Un abrazo.
Tienes suerte, Enrique, de ver las cosas «con toda claridad». Yo dudo mucho sobre muchas cosas… Quizá escarmentado de mis tiempos dogmáticos he aprendido que es muy difícil garantizar la verdad y que don Antonio Machado nos indicó un buen camino para buscarla. Incluso cuando estoy convencido de mis criterios sobre las cuestiones sociales, políticas, filosóficas, éticas… humanas en definitiva (en las teológicas intento no entrar nunca) de las religiones, estoy muy atento a los argumentos de las personas creyentes y dispuesto a corregir mis errores y limitaciones. En ese sentido sería estupendo que expusieras aquí por qué te parece racional, sensato, lógico (antónimos de absurdo) la idea del sacrificio (¿también para explicársela a los niños?) y por qué te parece «filosofía de Mary Poppins» reivindicar la alegría y el amor; yo te aseguro que intento ir más por la vía epicúrea aunque por supuesto, para la educación de los niños, prefiero el personaje de Pamela Lyndon Traver (incluso en la versión edulcorada de Walt Disney) antes que el Catecismo de los padres Ripalda y Astete. En cuanto al amor de Jesús, me parece un tema apasionante y sobre ello me propongo escribir algo que pueda tener un mínimo interés… pero, como sabes, escribo con mucha lentitud y dificultad, así que quien quiera leerme habrá de tener paciencia (y darme ánimos).
Un abrazo. JM
Gracias, Cecilia. ¿Te parece bien que partamos de este texto para nuestro debate pendiente? Podríamos hacerlo aquí, públicamente, invitando a otras personas a leer nuestra conversación y, si les apetece, a intervenir en ella… O, si lo prefieres, te invito a que hagamos una entrada en mi blog con tus reflexiones (podríamos abrir una categoría que se llamara algo así como «Firmas invitadas» o «Textos amigos») y yo te respondo en el tuyo. ¿Te animas?
Un abrazo. JM
Comencemos, ya que tú lo nombras despectivamente, por el Ripalda.
ENVIDIA: Tristeza por el bien ajeno. No creo que exista mejor definición.
José María, te aseguro que no tengo el menor apego por mis propias opiniones y quedo encantado cuando se me demuestra que estoy en un error; lo cual no está en contradicción con el hecho de que vea con claridad el enfoque erróneo de tu interpretación de la Pasión según San Mateo. Abordaré el Sacrificio como tú me pides en primer lugar. Supongo que estarás de acuerdo conmigo en que la vida exige sacrificio y una vida decente con mayor razón y una vida santa imagínate. Ahora pasemos a lo que tú planteas. ¡Cómo se explica que Jesús “el gran inocente” deba sufrir el sacrificio de una muerte horrible, la más espantosa, para salvarnos! Aceptemos en primer lugar que es un misterio, pero, una vez dicho esto, tratemos, como dice Ratzinger, de que la fe ayude a la razón y, al mismo tiempo, la razón ayude a la fe, y entremos en el siguiente razonamiento: Dios hizo al hombre libre. Ya que es infinitamente poderoso podía haber salvado al hombre simplemente moviendo la ceja derecha (suponiendo que tenga cejas que ya es mucho suponer). Pero es que Dios, si hiciera eso, se estaría haciendo trampas en el solitario. Dios hizo al hombre libre y respeta su libertad por encima de todo, de tal suerte que sólo haciéndose hombre y muriendo por nosotros en la persona de Jesús se permite liberarnos. Porque si Jesús no hubiera sido un hombre de carne y hueso, un hombre de verdad, no habría gritado “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. Y como Dios, insisto, no hace trampas, corrió el riesgo de que Jesús le dijera: “¿Qué yo voy a beber de ese cáliz espantoso? ¡Ni hablar! ¡Anda y que te den!”. Habría podido evitar la muerta de la cruz. Cristo es una víctima de la violencia pero es una victima activa, no estamos ante un chivo expiatorio pasivo. El valor moderno de la defensa de las víctimas, de los débiles y de la vida amenazada nació sobre el terreno del cristianismo. Con el cristianismo se acabó la justificación humana de la violencia y de la sangre como algo que gusta a los dioses. Pongamos, ahora el foco en el terreno de las dudas. En este terreno se tocan creyentes y no-creyentes. Igual que el creyente se esfuerza por no dejarse ahogar por el agua salada de la duda que el océano continuamente le lleva a la boca, también el no-creyente duda de su incredulidad. Si para el creyente es la incredulidad su más seria tentación, así también la fe será siempre tentación para el no- creyente (Ratzinger). Es decir, en un mundo que al parecer no tiene grietas para el racionalismo, de repente el hombre se ve ante un abismo que le acecha. En esta situación uno ya no se plantea el problema de sobre qué hay que discutir, pues todo eso parece secundario. Lo que realmente está en juego es el todo, o todo o nada. Es la única alternativa que queda. Y no se ve por ningún sitio un posible clavo al que el hombre, en su brusca caída, puede agarrarse. Lo único que se ve es el pozo sin fondo de la nada a la que el hombre también mira. Esta es la argumentación de Joseph Ratzinger que comparto al cien por cien. Es inexplicable que se le haya acusado de ser dogmático y ultraconservador. Es evidente que los niños no deben conocer la visión de la Pasión desde la óptica tenebrosa que tú expones. Afirmas que el sacrificio de Jesús no ha conseguido ni conseguirá la transformación de la naturaleza del hombre. De acuerdo, no la transformará, pero gracias a Jesucristo la naturaleza no dirá la última palabra. Yo suelo recurrir a la definición de la religión como una protección del hombre frente a la superioridad de la naturaleza. Por eso creo que vivir sin fe es vivir a la intemperie. Perdona que haya sido tan extensa mi réplica.
Enrique
Me alegra ver que coincidimos en alguna cosa, aunque difiramos en lo fundamental. En efecto, evitemos cualquier truculencia o tenebrosidad a los niños: bastante tienen con lo que ven involuntariamente. Que la vida nos exige esfuerzos y sacrificios parece evidente pero yo sigo rechazando la idea de que toda una civilización, toda una ideología tenga que estar basada en el sacrificio de un «Salvador» y, desde luego, me opongo a que eso se transmita así a los niños. En cuanto a la envidia, espero que no me sea aplicable la definición que tú recoges del Ripalda y sí la segunda acepción del DRAE: «Deseo honesto de emular alguna cualidad o algún bien que otro posee.» Por ejemplo, aunque es evidente que no comulgo con la visión del mundo que tiene Ratzinger, me encantaría emular algo de su capacidad para documentarse y su habilidad en la polémica. En cuanto a tu afirmación de que «Lo que realmente está en juego es el todo, o todo o nada. Es la única alternativa que queda.» me da un poco de miedo que eso pudiera tener que aplicarse a nuestras relaciones y a las relaciones humanas en general. La contradicción entre lo absoluto y lo relativo viene de lejos y no parece fácil resolverla: fíjate que hasta en el centro mismo del Vaticano, en el papado, se ha producido una situación en la que lo que parecía absoluto (la permanencia hasta su muerte del Papa en su papel de representante de Cristo en la tierra) se ha relativizado con la insólita renuncia de Ratzinger, después de declarar que no se siente con fuerzas para resolver los graves problemas que tiene la iglesia católica. También veo un cierto relativismo entre «Naturaleza» y «Hombre» (que pongo entre comillas porque el hombre es también parte de la naturaleza): parece evidente que es una relación compleja y de resultado cambiante desde que nuestros «tatarabuelos» andaban buscando nuevos horizontes y nuevos lenguajes, o sea, mucho antes del cristianismo. Y también, desde mucho antes, ese «vivir a la intemperie»: la verdad es que el hombre siempre buscó refugios físicos y espirituales, cuevas o edificios e ideas que le pusieran a salvo de los dramas que acarrea la existencia humana y que, en muchas ocasiones, muchos individuos llegaron a la convicción de haberlos encontrado… no sólo en el cristianismo sino en otras ideologías anteriores y posteriores a él; lo mismo que ocurre con la lucha contra la violencia, la defensa de los débiles, etc., por lo que no creo que sea justo reclamar la exclusiva de esos valores para una religión concreta. En todo caso, en la defensa de los valores que han hecho nuestra especie mejor podemos encontrarnos creyentes y no creyentes. Al menos, yo así lo deseo.
Un abrazo. JM
Muy valiente, sobre todo porque vas contra un importante colectivo que te llevará la contraria.
Estoy de acuerdo contigo, los niños ya no necesitan de tanto oscurantismo para ser hombres
de bien. Se tardará mucho en cambiar el panorama, pero es bueno que alguien avise de que,
por ese camino, seguiremos siendo la “España negra”. Un abrazo JULIA
Una última consideración. No te engañes, ni te engañen. De valiente nada, José María.. Todo lo que dices, pertenece, en sus distintas variantes, a la “opinión dominante”. De modo que los. guardianes de lo “modelno” sois legión. Nada más parecido a la “selva oscura” de la que habla el Dante que el neopaganismo actual.
Enrique
Gracias por tu apoyo, Julia. Efectivamente hay demasiada «España negra» en nuestra vidas: necesitamos más alegría (lo que, por supuesto, no debería significar hedonismo).
Un abrazo, JM
Ante todo, evidentemente no iba por ti lo de la envidia. Lo sacaba como ejemplo de una definición por su exactitud y concisión. Hablas repetidamente del cristianismo como una ideología. El cristianismo no ha sido, ni es , ni será nunca una ideología. Otra cosa es que se haya utilizado en determinados períodos históricos como instrumento de poder. Tampoco puede considerarse al cristianismo como un movimiento de masas. Sencillamente, para el cristianismo no existen las masas. Existe el ser humano, el individuo, el prójimo. La base de nuestra civilización, la occidental, tiene sus raíces en Grecia, en Israel y en Roma. El mensaje cristiano representa una ruptura con la Ley, piedra angular del judaísmo, y su sustitución por el perdón y la caridad. Naturalmente, José María, si no crees en la necesida de la salvación, ni admites el concepto de pecado, ni aceptas la visión de un Dios que es padre y sufre, como vas a entender que la divinidad de Jesús se basa en su sacrificio. Como despedida, volvamos a los niños. Fue Charles Péguy quien escribió que es difícil hacerse una idea de la santidad, pero cuando ves a un niño que se queda dormido sonriendo mientras reza al Ángel, piensas que en ese instante hay algo….
Un abrazo.
Enrique
Gracias por aclararme lo de la envidia, Enrique, y, también por el reconocimiento de que el cristianismo «se haya utilizado en determinados períodos históricos como instrumento de poder». En cuanto a tu referencia a Péguy (al que no he leído), me parece muy respetable que muchas personas vean en la imagen del niño un mensaje o prueba de santidad… pero me parece igual de respetable que otras muchas vean un mensaje o prueba de humanidad.
Un abrazo, JM
O estás con Dios o contra él, si trabajas para Satanás cuando estés en el infierno podrás comprobar los sufrimientos tan atroces que se padecen allí. Lo máximo que se puede sufrir aquí como sufrió Dios en su pasión, es lo mínimo que se puede sufrir allí por toda la eternidad.
El momento de abandono del Padre al Hijo es parte de la pasión, lo padecen todos los santos antes del encuentro con Dios, es parte del acrisolamiento del alma, ver la oscuridad que sufrió la Madre Teresa de Calcuta. ¿Cuánto vale salvar un alma? otra, pero Dios puede pagar con su vida por cada uno, porque es Dios, nosotros nunca podríamos pagar esa deuda.
El pecado no es dividir el corazón en dos, es destruirlo, el pecado es manchar el alma, así no se puede entrar al lugar de plena felicidad.
Entonces (cuando estés en el lugar de eterno sufrimiento), te darás cuenta de que Dios nos permite salvar almas con la penitencia y la oración, y te darás cuenta de que esto es una limosnilla comparado con los sufrimientos tan atroces que proporciona Satanás a quienes caen en sus lazos (ya sabes, lujuria, poder, dinero, odio, soberbia, hedonismo, negación de Dios….) Y querías como en la lista de Schindler, haber salvado un alma más. Pero ya será demasiado tarde, ya por toda la eternidad, será el rechinar de dientes, ¿has visto en la tierra rechinar los dientes a alguien? Aquí es muy difícil llegar a tal sufrimiento.
Como bien dice Enrique (tu amigo que con lo que te ha escrito, puedo ver que te quiere), no es Pedro el fundador del Cristianismo, es el Mesías, el hijo de Dios, el descendiente del tronco de David, quien se nos ha revelado y nos ha abierto el camino para llegar a el cielo, y nos ha dado el fruto para la vida eterna (que es él mismo).
Cristo quiere mostrarnos con la negación de Pedro que, incluso negándole, Él nos ama y nos redime del pecado porque nos tiene infinito amor y misericordia.
Sólo Dios puede devolver la dignidad a quienes tienen las manos y el corazón manchados por infinitas miserias, simplemente porque ama, porque su amor es más fuerte que el pecado. Pero hay un plazo, hay que buscarle antes de morir. Una vez muerto, la cosecha no se puede modificar, o es para Dios o para Satanás.
Así que como yo también te quiero, por favor date prisa en buscar la verdad, no hay mucho tiempo.
Mercedes
Gracias por escribir, Mercedes. Ya sabes que me gusta leer tus comentarios aunque no coincida con tus conclusiones. Especialmente con tu planteamiento maniqueo de «O estás con Dios o contra él.» Esos dilemas me dan mucho miedo porque han dado pie a grandes tragedias: fíjate, por ejemplo, en que las grandes matanzas entre árabes y judíos en Palestina se hacen en nombre de su respectivo dios… ¡que resulta que es el mismo, sólo que interpretado por distintos intereses y culturas! En cuanto a tu consejo de que me apresure a buscar la verdad, te aseguro me esfuerzo cuanto puedo… sólo que la verdad que yo busco no es la verdad absoluta (abstracta y dogmática) sino una más sencilla, más humana.
Besos. JM
Está claro que el que mata, está contra Dios y no está en la verdad, no respetan sus mandamientos, y quién respete los mandamientos y crea en él, sea de la religión que sea, se salvará.
Copio el evangelio de hoy
Del santo Evangelio según san Juan 3, 16-21
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»
“Un concierto extraordinario, un privilegio poder disfrutarlo, una excelente ocasión para reflexionar…”
Así es cada vez que escucho esta obra, tanto en casa, como en un auditorio o en una iglesia. Me siento, me relajo, me meto en mi mismo y me dejo llevar por la música y el mensaje de esta magna obra.
Gracias por el artículo!
Gracias a ti, amigo Bachiano, por tu lectura atenta y tu comentario estimulante… y, sobre todo, por ese blog dedicado a Bach que acabo de localizar y que visitaré más despacio en la primera ocasión que tenga. En correo aparte, sin prisa, te comentaré algunas anécdotas que tengo en relación con Bach y que quizá te interesen.
Saludos cordiales. José María.