12. Puños y claveles

25 ABRILMayo de 1975. Un grupo de jóvenes idealistas fuimos a celebrar el primer aniversario de la Revolución de los Claveles. Enamorados de la situación, soñando con que se repitiera en nuestro país, entramos en Lisboa cantando «Grandola, vila morena» y las consignas del momento («El pueblo unido jamás será vencido»…) Recorrimos algunos lugares emblemáticos (historia de siempre o del momento) y nos sentimos felices de estar participando en una fiesta que llenaba de luz y esperanza la ciudad y a la gente… Nosotros, naturalmente, no conocíamos los entresijos pero percibíamos que, en esos momentos, la Revolución estaba en una terrible encrucijada: unos y otros tenían que decidir si se situaba al país en una órbita u otra. Vasco Gonçalves, al que yo veía un poco como al Negrín de los últimos meses de nuestra Guerra Civil, iba a pronunciar un importante discurso en el (si no me falla la memoria) Pavillón dos Sports. Fuimos y tuvimos que acceder a la pista central porque todas las gradas estaban ya repletas (25.000 personas). Entré y miré: gente enfervorizada, calentando el ambiente, estruendo de gritos y consignas, puños en alto, decisión en las miradas… Entonces sentí miedo, un miedo impreciso pero fuerte y profundo que se metió en mí al mismo tiempo que los eslóganes coreados. Esas masas, intuía yo, podrían realizar grandes hazañas revolucionarias pero, también, hábilmente manipuladas por los poderosos, antiguos o nuevos, podían cometer todo tipo de desmanes y, sobre todo, podían cometer graves errores y abortar cualquier proceso que condujera a la verdadera liberación, al verdadero bienestar de las gentes, cambiando (una vez más, como tantas veces en la Historia antes de Lampedusa y después de Lampedusa) todo para que todo siga igual… Otras veces he tenido esa sensación pero nunca tan intensamente: quizá porque cada vez canto menos y observo (y reflexiono) más.

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4 respuestas a 12. Puños y claveles

  1. tmolmar dijo:

    Supongo que acontecimientos extraordinarios como estos son los que conforman parte del bagaje vital de una persona. El peligro de las masas ya lo advirtió, entre otros, el gran Elías Canetti en su Masa y poder. Pero lo que me llama la atención de este texto es lo difícil de una reflexión como esa en un momento como el descrito, el haber tenido esa llamada de atención en un momento de euforia en el que lo prescrito era dejarse llevar… Probablemente fue un momento de evolución que te ha llevado, como muchos otros en tu vida, a ser quien eres. Lo difícil es darse cuenta que uno está, justo en ese preciso instante, evolucionando.

  2. Nos demuestras que el mundo ha evolucionado poco, puesto que esa sensación de falsa realidad, seguimos viviéndola cada día. Al percibir TU realidad estabas un paso por delante de la situación, aunque no estuviera en tus manos conducirla hacia un extremo positivo. Es el peligro de pertenecer a la masa, dejas de ser UNO para ser uno más, sin identidad, por lo tanto manipulable. A veces pienso que lo mejor es alejarse del resto y sentirte único y solo para discernir con claridad lo que nos rodea. Tú supiste hacerlo rodeado de 25.000 almas.

  3. JOSE MANUEL GUTIERREZ dijo:

    Sí que te imagino enfervorizado con el momento.
    Lo que es difícil es pararse a pensar lo fácilmente, que en un momento como ese, es manipulable la voluntad de las personas con sentimientos enaltecidos. Momentos en los que prima el corazón sobre la razón.

  4. librosyabrazos dijo:

    Cierto. Yo llevaba ya un tiempo en una actitud de revisión crítica… pero seguía pensando con cierto maniqueísmo… La experiencia aquella, sobre todo cuando pude repensarla años más tarde, me ayudó mucho.

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