5. Muchos años después

Muchos años después, frente a uno de los muchos avatares de la vida, Inés había de recordar aquella mañana remota en la que su abu la llevó a conocer el barro. No el barro puro y limpio de los alfareros, no la arcilla exquisita con la que los hombres han homenajeado al Dios de la Biblia sino el barro sucio de los arrabales, el barro que convive con los yerbajos, los desechos de los paseantes de perros y los residuos urbanos que el viento arrastra hacia las afueras; el barro que mancha y que, incluso, en ocasiones transmite enfermedades a los niños no inmunizados. El barro que, como le contó su abuelo, es la plastilina, el mecano y la consola de los niños que tienen su cuarto de juegos en la calle, en los andurriales. Pero también recordó cómo el abu le había explicado que había cosas más contaminadas que ese barro y suciedades más profundas y perjudiciales; que ciertas pobrezas deben ser combatidas, superadas porque degradan a la persona y hacen que sufra, pero mucho más deben ser combatidas y superadas ciertas riquezas que deshumanizan y envilecen hasta amenazar con la destrucción de la sociedad misma.

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0 respuestas a 5. Muchos años después

  1. Elizabeth Eichhorn dijo:

    Lo que decimos los argentinos: “Un abuelo posta!”.
    Nunca olvidaré mis extraordinarias aventuras infantiles con el negro barro que se escurría de entre los dedos y al cual, con mi hermanito, le dábamos formas de lo más caprichosas. Justamente de eso hablaba el viernes con una amiga: hacíamos de todo!
    Y, con el tiempo, jamás me importó lo que mis hijos se ensuciaban haciendo lo mismo. Es el ancestral instinto de la creatividad en su elemento más primitivo!
    Pobre de aquél que no ha tenido la oportunidad de disfrutarlo…
    Hermoso posteo, Josemari!

  2. ana calle dijo:

    Qué bonito, José María! Tu nieta Inés será una ninia feliz.
    Un abrazo berlinés,
    Ana

  3. tmolmar dijo:

    Preciosa foto y precioso texto. Y en este mundo occidental de niñez rodeada de electrónica se echan de menos las manchas de barro, aunque en los días lluviosos sólo maldecimos cuando esas manchas logran desesperadamente subirse a las perneras de nuestros pantalones.

  4. Vera_ar dijo:

    Estoy segura de que Inés recordará los relatos de su abuelo y que descubrirá pronto que puede, en cada una de esas historias, encontrar mil matices sobre los que reflexionar.
    Beso transoceánico
    Vera_ar

    • Sí, eso espero. Es importante que las personas que van incorporándose a la Sociedad dialoguen con los que están ya saliendo de ella… La relación entre nietos y abuelos es especialmente enriquecedora para ambas generaciones. Besos. JM

  5. Victoria Maclean dijo:

    Hola!! es precioso lo que escribís!! por suerte aún hay gente que reconoce el valor de las pequeñas cosas, o que incluso puede hallar belleza en lo que muchos consideran desagradable!! como el barro!!! no hay duda del poder mágico del barro!!! su capacidad de transformarse!! Creo que te gustaría mucho un poeta argentino, Oliverio Girondo (quizas lo conozcas), porque tiene este don de crear belleza desde lo inmundo, desde lo repugnante, y logra hacernos pensar cuánto de eso desagradable está en las cosas mismas o en nosotros como seres humanos… Gracias por compartir tus palabras!!
    saludos!
    vicky

    • Gracias por tu consejo, Vichy. Creo que fue mi amigo Héctor Yánover (uno de los grandes libreros de Buenos Aires, que tenía un programa de radio sobre poesía) quien, paseando por la Recoleta, me habló de Girondo… Pero sólo he leído algún poema suelto de él. En algún sentido, por biografía y por ideología, me recuerda a nuestro Foxá. Creo que Girondo dice en alguno de sus poemas: “He dicho ‘me parece’ / ya no puedo asegurar nada”. Inteligente advertencia sobre el peligro del dogmatismo…

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