«Este viejo pueblo, sin arrugas del pasado, parece que nació ayer, pero ha cumplido milenios. Plantado sobre el cotarro de su comarca, Cantalejo abarca un extenso panorama en que su esbelta torre semeja un faro en un mar de pinos. Abierta de par en par a cuantos en él buscaron asiento, si su terrazgo no era suficiente para alimentar al vecindario, ahí estaba el pinar para fabricar trillos, cribas y otros aperos agrícolas. Así surgieron los criberos, que en alpargatas recorrían infinitos caminos, como si calzaran botas de siete leguas. Con su peculiar industria, la comercialización de sus productos por la España cerealista y jerga gremial: la Gacería, los criberos imprimieron a Cantalejo un carácter tan singular que no perecía un pueblo segoviano. Era el Cantalejo andariego un islote de pueblo sedentarios. El forastero advertía que se hallaba en un pueblo de obreros; por todas partes percibía el ruido laboral. Tablas y cabezales para trillos, encastillados o apoyados sobre las paredes de las viviendas y cercados, empapelaban la población, convertida toda ella en escaparate de su industria.»
Francisco Fuentenebro
(Foto de Miguel Pascual Sacristán)
¡Oh! La vieja Castilla que, junto a Aragón, forjó una nación-estado (o viceversa) admirable y, a partir de ello, unos de los imperios más fecundos de la historia… ¡Oh! La hermosa lengua española: en 178 palabras un homenaje, sencillo pero profundo. al trabajo al paisaje, a la historia…