Nací el martes 4 de marzo de 1941 (creo que a las 16:00 horas) así que hoy cumplo 75 años de vida. Buena fecha para iniciar un diario (quizá sería mejor llamarlo nochario porque pretendo escribirlo siempre de noche, antes de irme a dormir), y (quizá por deformación profesional) pienso que podría darle el nombre de «3.652 noches… o más (Crónicas, pensamientos y remembranzas)». Sobre este nombre y sobre las intenciones al escribir un diario y la forma en que ofreceré su lectura escribiré mañana. Escribí un diario de juventud (creo que a principio de los años 60 del siglo pasado y, por lo que recuerdo, muy de juventud), que conserva mi hija; quizá sea interesante cotejar ambos escritos cuando éste llegue a su final. De alguna forma, un blog, un cuaderno de bitácora, es un diario pero, al menos en mi caso, creo que mi blog puede contener un diario personal (y este sería el caso de esta entrada, esta serie de entradas) pero tiene un contenido mucho más amplio y diverso. Sabemos que el genero literario del diario (porque no deja de ser un género o subgénero literario) cuenta con renombrados autores y textos muy valorados, así que me esforzaré en aprender de los maestros y de sus obras. Y por otra parte parece evidente que es un género de difícil definición y donde puede verse con especial crudeza la compleja relación entre lo íntimo y privado y lo público, entre lo real y lo imaginado, entre todas las formas de la verdad y todas las formas de la mentira. Veamos, pues, cómo avanzamos en esta tarea: esperemos que haya cosas que decir y que lo que se diga interese a las personas que me visitan aquí. Quizá es un buen momento para recordar el poemita que hice hace 5 años:
Sábado 5
¿Por qué 3.652? Hace aproximadamente diez años, cuando mis problemas de próstata aumentaron, tuve la suerte de tener una consulta personal con un urólogo que me inspiró gran confianza: el doctor Javier Cambronero, del hospital 12 de Octubre: el me explicó que si se confirmaba el posible cáncer, había que pensar, con una actitud optimista pero realista, en una expectativa de vida de unos diez años; hice la cuenta: 10 años por 365 días (más 2 de los años bisiestos) = 3.652 días y puesto que hay que ser positivo, 3.652 días… o más. Una buena ocasión y un buen pretexto para pensar en un diario. Pero el puñetero cáncer, aunque se mantuvo siempre al acecho, no se confirmó y dejé pasar la ocasión. Pero cuando se cumplen 75 años y con un estado de salud no demasiado bueno, lo de los diez años de expectativa de vida parece también una previsión optimista y «una buena ocasión y un buen pretexto para pensar en un diario». ¡Adelante, pues! Venzamos la pereza (y la torpeza) y pongamos manos a la obra. Lo peor que puede pasar es que, a la vista del resultado, se abandone la tarea pero seguro que casi nadie lo advertiría, y menos lo lamentarían y mucho más seguro que la Literatura no habría perdido lo mas mínimo. Y lo mejor que puede ocurrir es que algo de lo que vaya dejando aquí tenga algún interés para mis allegados y para mí mismo, que pueda releer lo escrito pasado un tiempo y me sirva de recordatorio o de autocrítica.
Domingo 6
Desde que el hombre escribe (incluso con los signos más primarios como los de las cuevas primitivas) lo hace para que alguien lo lea, en el momento o pasado un tiempo (a veces, prodigiosamente, pasado un tiempo de siglos o milenios). También los diarios. Pero, en el diario convencional, lo escrito se reservaba en la intimidad durante mucho tiempo y se podía corregir, en detalles o profundamente, antes de darlo a la publicidad. Pero Internet, una de las más grandes revoluciones que se han dado en la historia, ha modificado todas las relaciones humanas y también todas las comunicaciones. Así, pues, llevar un diario en el inmenso mundo de Internet exige tener en cuenta algunas reglas especiales. No se cita de igual forma un hecho o a una persona sabiendo que lo escrito se leerá pasado un tiempo y que podrá revisarse antes de publicarlo que cuando se hace en una web o en un blog que, por su propia naturaleza, tienen la escritura y la lectura de forma simultánea. Tendré que aprender una discreción especial. A cambio de ello, la escritura de un diario en un cuaderno abierto a todo el mundo tiene la ventaja de exigir una disciplina que compensa el cansancio y la pereza que aquejan a la mayoría de la gente que, sin tener una especial capacidad, como es mi caso, quieren traducir sus pensamientos y emociones en textos que pueden interesar a los demás. Cuando decidí ponerle el nombre de «3.652 noches… o más» me vino a la memoria esa obra cumbre de la literatura universal, Las mil y una noches, que mediante el recurso literario de encadenar maravillosas historias, nos regala una inteligente y bellísima alegoría sobre el devenir humano. Sherezade necesita encontrar cada noche las palabras adecuadas para ganar la batalla a la muerte: quizá nuestra especie o más exactamente nuestra civilización (que comenzó su andadura con la afirmación «En el principio era el Verbo») también necesita encontrar, al final de cada jornada, las palabras justas para comprender lo que ha pasado y prepararse , para enfrentar la nueva jornada. También los individuos, también cada uno de nosotros, también yo. Avancemos, pues, en esta nueva aventura de un diario «transparente», compartido «en tiempo real» con mis lectores amigos. En principio creo que facilitará la lectura el hacer una entrada única cada semana natural, comenzando el lunes, y aumentada cada nueva noche, y que esa lectura podrá enriquecerse con algunos documentos fotográficos o audiovisuales.
Para cerrar la semana, quiero contar un par de anécdotas: 1. la foto que encabeza esta entrada está tomada por Ana María Rodríguez en el restaurante Alameda de Parla (del ya hablé hace unos meses en mi muro de Facebook) de forma que se puede ver en ella cómo estoy ahora; será bueno poner cada pocas semanas una nueva foto para vez cómo voy evolucionando (aunque eso se verá mejor a través de las entradas); por cierto, la muchacha del restaurante, cuando supo que estábamos celebrando mi cumple, calculó que cumplía ¡82! y cuando le dije que me dejara quitarme años aceptó, muy amablemente, que pudiera confesar sólo 80. 2. He recibido más felicitaciones a través de las redes sociales y del correo electrónico que por teléfono o personalmente; parece claro que aunque a veces da mucha pereza participar en este mundo virtual hay que estar en él si se quiere tener unas buenas relaciones sociales.
Sólo puedo felicitarte por tu cumpleaños y por tu nuevo y nocturno proyecto. Sabes que tendré mucho gusto en leerte y pensarte. Un fuerte abrazo.
¡Gracias, Mario! Ya sabes que necesito el apoyo de mis amigos para seguir en la brecha… y espero seguir haciendo cosas para no defraudarlos. Un abrazote. JM