Trapos, papeles, urnas y pistolas

Bandera nacional«Gente con sólo un papel en la mano recibiendo golpes, empujones, patadas, pelotas de 
ilegales, todo de parte de la policía armada.»
«Nunca pensé que te vería apoyando la represión sobre ciudadanos indefensos delante de una urna.»

Respondo a algunas de las críticas que recibí en mi muro de Facebook en relación con la entrada en este blog que titulé «5 asertos contra los golpistas catalanes (y los equidistantes y “dialogantes” que los ayudan)» y que presenté allí con la entradilla «Si hay lesiones solo es responsabilidad de los rebeldes, y sobre todo, de los jefecillos que los han incitado a la sedición.»


Hablemos, previamente, de trapos (que no se ha citado en mi texto ni en las críticas que he recibido pero que considero importante), papeles, urnas y pistolas.
Una bandera, como objeto físico, no es más que un «trapo» pero como símbolo puede tener tanto valor que muchas personas están dispuestas a morir por él (el símbolo), sobre todo si ha jurado sobre ella (la bandera) lealtad a su nación. Por eso tiene tanta importancia que la gente aprenda a respetar las banderas ajenas y a defender, con todas las consecuencias, la propia. Si por ejemplo, un grupo de marroquíes desembarcara en Málaga y pusiera su bandera llamando a su ejército a ocupar la plaza, todos los que nos sentimos españoles reaccionaríamos: no diríamos «Es un trapo, no merece la pena pelear por él» sino que nos aprestaríamos a apoyar a nuestro Gobierno y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (y los Ejércitos de tierra, mar y aire si fuera necesario). Por supuesto, ese Gobierno, si no es tonto, intentaría una disuasión por vías diplomáticas antes de recurrir a la fuerza… pero seguro que los invasores marroquíes harían mucho más caso de esas vías si se percataran de que, en última instancia, habría una solución militar. Y quien haya leído a Sun Tzu o a Clausewitz (por poner dos ejemplos clásicos, uno lejano y otro cercano) me dará la razón.
Por eso cuando el Gobierno de España (dirigido por el PP o por el PSOE) aceptó que separatistas y sus cómplices hicieran mofa de la bandera nacional y la arrancaran violentamente de su lugar oficial, sustituyéndola en muchos casos por banderas separatistas, cometió un gravísimo error (y con ello, en este caso sí, ayudó a «fabricar» independentistas).
El papel también es muy polisémico. Por ejemplo, un papel donde uno ha hecho garabatos para distraerse no tiene valor (salvo que fuera, por ejemplo, de Picasso, en cuyo caso sería muy cotizado). Pero un papel donde se dice que yo soy ciudadano de un país soberano y que tengo por ello unos derechos inalienables (y sus correspondientes deberes) tiene mucho valor. Tiene mucho valor un papel que contenga un contrato, una declaración ante autoridad competente, una escritura de propiedad, etc.
Y tiene mucho, muchísimo valor una papeleta electoral. Cuando yo relleno una papeleta electoral y la llevo a una urna estoy declarando solemnemente que participo libre y responsablemente en el sistema democrático y, con ello, lo defiendo y me defiendo a mí mismo y a mis conciudadanos. Ese papel viene a decir: en mi nombre, hágase tal o cual cosa. Si coincido con la mayoría de los depositantes, celebraré mi acierto, pero si no coincido, también celebraré el resultado porque sé que el sistema se ha regido por leyes y reglamentos establecidos democráticamente, que por su propia naturaleza ese sistema aceptará que yo exprese, siempre dentro de la Ley, mis discrepancias o mis propuesta y que esa mayoría que hoy no coincide con mis propuestas puede, en los siguientes procesos electorales, coincidir conmigo.
Así lo hemos hecho decenas y decenas de veces los ciudadanos de toda España, incluyendo por supuesto a los de Cataluña, desde hace 40 años y si los enemigos de este sistema no consiguen destruirlo, así seguiremos haciéndolo muchos años más. No es ocasión ahora de matizar los errores , engaños y otros problemas que el sistema pueda tener porque justamente el sistema democrático permite plantear su solución sin cambiar de sistema: es decir, para combatir las insuficiencias o errores en la práctica de la democracia no es necesario, ni posible, destruir la democracia porque esa destrucción, ese nuevo sistema, tendría, como nos demuestra la historia, mayores insuficiencias y errores.
Si todo lo anterior ha quedado claro, será fácil rebatir la crítica que se me hizo en Facebook y que creo está resumida en la primera cita que encabeza este escrito. Esa gente «con solo un papel» lleva un papel que es toda una declaración de sedición: lo que dice esa papeleta ilegal, para un referéndum ilegal dentro de un proceso donde se han desarrollado todas las ilegalidades, lo que dice ese «papel» es: Hágase un golpe de Estado, para más escarnio utilizando una parte del Estado, con recursos del Estado y con absoluto desprecio a los ciudadanos de ese Estado, sobre todo a los ciudadanos catalanes que se oponen al golpe… Así de claro lo vio el Tribunal Constitucional, que prohibió el referéndum; los jueces del Tribunal Superior de Cataluña, que ordenaron a los mozos de escuadra desalojar y precintar locales públicos; los organismos internacionales… y, sobre todo, los catalanes que, aunque amedrentados, han tenido el valor de oponerse al golpe.
Y hay una segunda parte de este argumento. Se habrán producido errores de algún policía o guardia civil, lo cual será castigado por sus respectivos reglamentos, aunque la tensión a que han estado sometidos (órdenes dificilísimas de cumplir y acoso permanente, de día y de noche, por los activistas de la CUP) explicaría de sobra esos errores. Pero lo que no tiene discusión es que esa gente «con solo un papel» fue paciente y reiteradamente advertida de que estaba participando en un acto ilegal, en un delito, de que los jueces habían dado órdenes de impedir la votación y que si volvían a su casa con ese papel no tendrían ninguna represión. Pero esa gente estaba decidida a colaborar en el golpe de Estado y «con solo un papel» (y debió ser con algo más, porque algunos policías resultaron golpeados y derribados, algunos coches maltratados, etc.) se enfrentó a las fuerzas democráticas de orden público decidida a culminar el golpe. Cuantos se escandalizan por la violencia deberían reconocer que la mayor violencia la ejerce el que incumple las leyes y cuando los jueces y policías intentan impedirlo los insulta y los ataca. No podemos caer en la trampa de considerar que un ciudadano, de cualquier condición, que intenta cometer un delito (y, en este caso, un gravísimo delito de secesión y sedición) es un ciudadano pacífico.
En conclusión, y ya entro en la segunda cita que encabeza este escrito, la «represión» es legal y legítima y hay que apoyarla porque está hecha por el Estado que, en todo régimen democrático, es el único que puede ejercer la violencia para evitar delitos y garantizar los derechos de todos (y por eso proporciona pistolas a sus policías) y se ha ejercido no contra «ciudadanos indefensos delante de una urna» sino contra personas que, saltándose todas las leyes constitucionales y los mandamiento concretos de jueces y policías, querían llenar una urna fraudulenta de apoyos al golpe de Estado. Y fueran el número que fueran (que tampoco, según los propios datos manipulados de la Generalidad, fueron suficientes) hay que decir alto y claro que no tienen ningún derecho a decidir por todos los españoles lo que hacemos con España.
Naturalmente la responsabilidad de la «gente con solo un papel» pero que colabora de forma decidida en un golpe de Estado no puede tener la misma responsabilidad que los «jefecillos» de la Generalidad,
que lo encabezan y desarrollan hasta sus últimas consecuencias, y que han estado intoxicando y alentando con mentiras quiméricas (¿y con beneficios económicos en algún caso?) a esa gente tras la que se escudan para seguir intentando su fechoría mientras no se les inhabilite y encarcele. Por ello a los «pacíficos ciudadanos» simplemente se invita primero (y se les obliga si no acatan la orden) a retirarse y a los que han organizado el golpe hay que detenerlos y juzgarlos con todo el rigor de la Ley.

Para concluir, un afirmación triste, una pregunta directa y una propuesta sincera a mis allegados.
Todo lo dicho hasta aquí no pretende exonerar al Gobierno, dirigido por Rajoy, de sus gravísimos errores. Aunque es necesario hacer un análisis completo
(y descartando la idea conspiranoica de que ha habido complicidad tácita o explícita con los separatistas para propiciar una reforma constitucional que la ciudadanía se vea obligada a aceptar) se podría resumir en que el Gobierno no ha tenido le necesaria comprensión del fenómeno nacionalista, ni el obligado respeto por la población maltratada por los nacionalistas; que ha estado más preocupado por el «qué decir» que ocupado en el «qué hacer»; que ha actuado de forma lenta y torpe; que ha perdido la batalla de imagen, de la comunicación, de la opinión pública dentro y fuera de España; que ha tenido miedo de enfrentarse directamente con los jefes golpistas y aplicar sin titubeos el artículo de la Constitución que los neutraliza: en suma, que no ha tenido ni estrategia ni táctica y ha dejado pasar las mejores oportunidades. Pero tampoco se puede olvidar que el otro gran partido de ámbito nacional (el PSOE de Pedro Sánchez) tiene parecida ignorancia que el PP sobre el nacionalismo e igual desprecio por la gente y juega permanentemente a la equidistancia, sin otra estrategia que volver al poder por cualquier medio.
La pregunta.
En esta situación, ¿tiramos la toalla y aceptamos cualquier cosa que parezca una solución, «para evitar más enfrentamientos y violencias», incluyendo la rendición del Gobierno (del actual o el que formaría Pedro Sánchez con el apoyo, explícito o tácito, de populistas y nacionalistas) y la pérdida de la soberanía y la unidad nacional o luchamos con todas todas nuestras fuerzas hasta derrotar a los golpistas y restaurar el poder del Estado en Cataluña?
La proposición. ¡No hay que resignarse, hay que defender con orgullo la soberanía y la unidad nacional! Y si no nos resignamos, tenemos mucha tarea por delante: cada uno con sus fuerzas (que son más grandes de lo que pensamos) y en su ámbito (que siempre se podrá ampliar), con paciencia pero con determinación; buscando siempre identificar bien cuál es la contradicción principal, quién es el enemigo y quién puede ser amigo; renunciando a resolver todo de golpe. La pelea está planteada entre quienes han hecho del odio y el desprecio a España su objetivo, de quienes proponen suprimir la soberanía nacional y poner en almoneda su unidad, por un lado, y los que, con mayor o menor acierto y determinación, se oponen a ello y defienden la soberanía y la unidad nacional. No caigamos en la trampa que tienden los demagogos podemitas, que pretenden que la solución está en formar un frente de socialistas, nacionalistas y ellos contra el PP hasta expulsarlos de los instituciones, porque eso sería pasar de Málaga a Malagón, debilitar aún más al Estado y poner en peligro la nación misma. Se trata, pues, de presionar a PP y PSOE para posibilitar el entendimiento entre ambos y con Ciudadanos (y hay muchos medios para hacerlo), escuchar y leer a los intelectuales y periodistas antinacionalistas y divulgar todas las acciones patrióticas; denunciar las «equidistancias» entre golpistas y constitucionalistas y reforzar y explicar en nuestro entorno, una y mil veces, nuestros argumentos… ¡Podemos, debemos defender a España si queremos vivir en un país de ciudadanos libres e iguales!

Bandera nacional

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4 respuestas a Trapos, papeles, urnas y pistolas

  1. ANTONIO M. FERREIRA GUTIERREZ dijo:

    Por alusiones te voy a contestar, intentando, eso sí, que sea un texto algo más breve que el tuyo, algo sencillo, porque mi mensaje es muy nítido.

    Empezaré con una historia real:
    Yo tuve un tío que vivió en carne propia la represión franquista, estuvo encarcelado, sufrió torturas, y aquellos años supusieron un gran sufrimiento para su familia, especialmente su madre. Por circunstancias de la vida, aquella madre, mi abuela María, se encargó de mi cuidado y educación temprana, por lo que me transmitió muchas veces lo que tuvo que sufrir a raíz de aquel encarcelamiento y tuve que verla en múltiples ocasiones llorar recordando aquello.

    Lo que te dije, y te vuelvo a repetir aquí, es que me alegro de que no esté viva para verte apoyar a los herederos de tus verdugos, que gobiernan España manipulando los medios de comunicación que pagamos todos, mintiendo por sistema, y robando por activa o por pasiva el dinero de todos los contribuyentes.
    Pero seguro que le dolería aún más verte justificar la violencia ante ciudadanos indefensos.

    También tengo una pregunta, ya que eres tan garante de la legalidad. ¿No tienes nada que decir al uso de pelotas de goma que fueron ilegalizadas en Cataluña en el año 2014?

    Y por último una reflexión muy simple. Si partimos de la base de que el referéndum era ilegal y no vinculante…
    ¿Qué efecto tiene que uno, mil o siete millones de ciudadanos se movilicen para meter un papel en una urna? Yo te lo diré: NINGUNO.

    Por lo tanto, toda tu argumentación sobre sedición y secesión se desmorona, ya que al no ser un referéndum legal, pactado, ni reconocido internacionalmente, su efecto es NULO, pero el gobierno, tan miope como muchos que tristemente le apoyan en su estúpida reacción, ha convertido una muestra de movilización en muchísimo más, y ha generado una fractura social que trasciende a Cataluña y se extiende por toda España.

    Creo sinceramente que te equivocas en el diagnóstico, y aún más en la solución. Finalmente, aunque supongo que te da igual, quiero que sepas que me has decepcionado…

  2. librosyabrazos dijo:

    Querido sobrino: Lamento no haber podido responderte antes (el Liber me tiene agotado) pero sobre todo lamento haberte decepcionado… aunque creo que hace muchos años que no soy un modelo para ti: tus intereses y tus ideales, tus costumbres, tus actitudes y, sobre todo, tus simpatías políticas son muy diferentes a los míos. Pero, por otra parte, ya te prevengo de que eso de la decepción es un problema general. Si te tomas la molestia de leer mi entrada sobre “Los cuentos de Tokio” (http://librosyabrazos.es/2014/06/27/los-cuentos-de-tokio-una-leccion-magistral-sobre-la-decepcion/) comprobarás que es un tema que me preocupa.
    En cuanto a que me equivoco en el diagnóstico es tema discutible, claro, pero supongo que aceptarás que coincido en lo fundamental con muchas instituciones fundamentales de nuestro país, con millones de personas y te sugiero que reflexiones sobre las instituciones y personas que no coincido: los separatistas catalanes, que llevan décadas sembrando el odio contra todo lo español; con sus hermanos ideológicos vascos y otros nacionalistas, que encubrieron o apoyaron a los terroristas de ETA y los ayudaron a ocupar importantes instituciones de la comunidad autónoma; con los de Podemos, que están orientando y ayudando con entusiasmo la secesión; con el PSOE de Pedro Sánchez, cínicamente equidistante y, sobre todo, haciendo gala de una ignorancia desesperante de lo que es nuestro país…
    Tu argumento de que una acción ilegal como meter una papeleta en una urna es inocua me parece especialmente endeble. Relee, por favor, mis argumentos sobre ello, y, sobre todo, reflexiona sobre cómo van evolucionando los problemas políticos, económicos, internacionales…
    En cuanto a tu escándalo porque un «garante de la legalidad» acepte las pelotas de goma, quizá debieras revisar ahora que ya tenemos más datos (entre ellos los que demuestran que muchos de los documentos que «prueban la feroz represión» están trucados), lo que realmente pasó y, en todo caso que la responsabilidad de los que pasó tiene que ser, en primer lugar de quien intenta, por todos los medios ilegales, provocar una secesión, destruir un estado y trocear una nación… y en ningún caso los policías y guardias civiles, que se vieron desatendidos y en algunos casos traicionados por los mozos de escuadra (que estaban bajo un mando único), que estuvieron acosados por la turba (y empleo ese sustantivo con gran dolor pero seguro de que es correcta porque la gente que se enfrentaba a las fuerzas del orden podían ser definidas como «muchedumbre de gente confusa y desordenada»)
    También me produce dolor tus referencia a tu abuela, mi madre. Supongo que aceptarás que yo la conocía mejor que tú aunque sólo fuera porque pasé muchos más años a su lado y compartí con ella vivencias y experiencias muy dramáticas. Te puedo asegurar que tu abuela, mi madre, jamás hubiera aceptado una secesión en ninguna parte de España y hubiera aprobado sin la menor duda y con todas las consecuencias, ella que era bastante autoritaria, una restauración de la autoridad del Estado en Cataluña. Aunque ni ella ni yo comprendimos del todo los principios de la Transición (sin duda como la mayoría de la gente honrada que tuvo que sufrir el antiguo régimen y adaptarse al nuevo), ambos teníamos muy claro lo que hay que hacer en una situación en la que la contradicción principal es entre los que defienden España y los que quieren destruirla que es (no me cabe la menor duda) en la que nos encontramos ahora.
    Abrazos… y libros.

  3. ANTONIO M. FERREIRA dijo:

    Querido tío: Yo también comienzo lamentando mi dilación en la respuesta, pero por motivos parecidos a los tuyos (demasiada actividad en mis empresas) no he dispuesto del tiempo suficiente para contestar convenientemente a tu réplica.

    Tomo nota respecto a tus reflexiones sobre la decepción, y añado a mi lista de películas pendientes la que recomiendas.

    Volviendo al tema del conflicto catalán, creo que sigues sin entender mi posición (ni tampoco la de Podemos y PSOE, me temo).

    Creo firmemente que se puede estar del lado de la legalidad, dentro del marco constitucional, y al mismo tiempo apoyar una solución política y negociada al conflicto catalán.
    Del mismo modo no cabe duda que se puede defender un referéndum pactado dentro de la legalidad, ya sea mediante una pregunta que no aluda necesariamente a la independencia, o bien una que lo haga, pero siempre tras una reforma constitucional que la legitimara.

    Esa es la posición que defiendo (y básicamente la misma que plantea Podemos, que además desde el primer minuto han dejado claro que quieren a Cataluña dentro de España, y que están en contra del procés) ya que hasta ahora nadie ha tomado medidas políticas que vayan encaminadas hacia la resolución del conflicto, y mucho me temo que los recientes acontecimientos ahondarán en la fractura social.
    La estrategia del gobierno lo que ha hecho es aumentar exponencialmente la base de independentistas, y tras la aplicación del 155 veremos resultados que en el mejor de los casos son muy inciertos y poco deseables para el conjunto de la sociedad española…

    Respecto a la actuación policial, sin culpar a los ejecutores, que a fin de cuentas cumplen órdenes, creo que fue un absoluto desastre, y además no sirvió para cumplir el objetivo de impedir las votaciones. Si bien es cierto que no todas las imágenes publicadas son reales, hubo cargas policiales y heridos, menos sin duda de las que publica el govern, pero muchas más de las que serían deseables (ninguna). Que no hagas ni una sola mención respecto a eso, y te empeñes en tachar de delincuentes a los ciudadanos que acudieron a votar es, bajo mi punto de vista, muy decepcionante…

    Respecto a lo que opinaría mi abuela (tu madre), me temo que nunca lo sabremos, y si bien pasaste más años que yo con ella, te aseguro que en los últimos años de su vida cambió mucho (a mejor) y era mucho más compasiva y tolerante de lo que recuerdas. Confío y deseo que se produzca en ti un proceso parecido.

    Si el gobierno del PP se empeña en seguir por el mismo camino, mucho me temo que Cataluña terminará independizándose, y cuando en lugar de un 47 % sea un 80% la base de independentistas, ya no habrá nadie que sea capaz de revertir la situación.

    La manera inteligente de luchar contra el independentismo es la que tuvieron en Escocia, con una campaña basada en el afecto y en destacar lo que les une como nación, destacando las ventajas de mantenerse unidos, por ese motivo y no otro ganó el no.
    Sin embargo en España, desgraciadamente, se está produciendo el efecto contrario, gracias a la intolerancia y la falta de capacidad para producir en la sociedad catalana un efecto equivalente al que se logró con los escoceses…

    Creo que sobra grandilocuencia y alarmismo respecto al drama de una eventual secesión. Ni España se destruiría ni Cataluña se hundiría, pero estoy en contra de añadir nuevas fronteras por el mundo, y si por mi fuera, las eliminaría todas.
    Yo no necesito formar parte de ninguna nación, porque me considero un ciudadano del mundo, y me sobran todas las banderas, que como las religiones, solamente han servido con el paso de los años para provocar muertes innecesarias, sangre y dolor.

    Abrazos para ti también, porque libros ya tienes muchos =;o)

    • librosyabrazos dijo:

      Bueno, dejémoslo ahí. Yo ya he expuesto mis argumentos (en esta y en otra docena de entradas en el blog) sobre todas las cuestiones que planteas. El tiempo pondrá las cosas en su sitio. Y gracias, de nuevo, por participar.

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