1. Es un grave error haber evitado durante la preparación y el Congreso la más mínima autocrítica (ni siquiera algún indicio de que se intentará), por mucho que la propia convocatoria de congreso extraordinario y el lema («Lo haremos bien») sugiera que se admite que hubo errores graves. Sin ese análisis de los errores, y de sus causas y consecuencias, es casi imposible entrar en una nueva etapa. Cambiará el relato y ciertas formas pero no lo fundamental.
2. El PP no es (y no tiene por qué ser) la derecha sino una parte de la derecha, que lleva años relacionándose con la/s otra/s parte/s de la derecha a trompicones, de forma confusa y contradictoria. La obsesión por reivindicar el «centro» y patentar la «casa común» conlleva el desprecio de los principios y el relativismo de la acción política (oportunismo y seguidismo). Si no supera esas carencias no saldrá del pantano y, gane el Poder o se mantenga en la Oposición, seguirá siendo un partido especialmente dañino para el país.
3. Estamos (todo esto acontece) en un contexto nacional e internacional extremadamente complejo y necesitado de, al menos, dos clarificaciones profundas: la cuestión de la soberanía, la unidad y la seguridad nacionales (patriotismo vs. globalismo) y la cuestión de la batalla cultural (la corrupción más 
grave es siempre, la ideológica). Y en ambas tareas es más importante la intervención de la ciudadanía que la de la clase política (los partidos y sus allegados).
Pese a todo, cualquier gobierno alternativo al que ahora hay -porque la demovracia implica alternancia-, por malo que fuere, y sea del signo político que fuere, nunca será peor que el que tenemos. ¿O existe algo más allá de la propaganda?
Luis Terol
¿Cualquier?… No estoy seguro; en todo caso, nosotros tenemos la posibilidad de que sea así.