Ha muerto Leonor Machado (nacida en Madrid el 3 de septiembre de 1924), hija de Francisco Machado y Mercedes Martínez, sobrina de Manuel, Antonio, José y Joaquín, los otros hermanos Machado Ruiz. Persona sencilla y modesta, como los mejores de la familia; buena lectora, sobre todo de poesía, y excelente declamadora, con una memoria prodigiosa, que conservó hasta sus últimos días.
La recuerdo, con nostalgia, cuando íbamos con su prima Eulalia a los «Miércoles de la Poesía» en el Centro Cultural de la Villa, que organizaba con entusiasmo Fina de Calderón, o a los homenajes que, también Fina, rendía en su famoso cigarral de Toledo a poetas destacados. La recuerdo, con emoción, en la Feria del Libro de Madrid, cuando presentamos allí el libro de su padre Obras escogidas, que ella preparó y prologó con especial cuidado. La recuerdo en las muchas visitas que le hice, solo o en compañía de mi hija (a la que ella tenía gran cariño) o de mi primogénito, su mujer y las niñas, una tarde luminosa. También con Elisa Sanz Oleo y con Marina Casado. Siempre nos recibía con su sincera hospitalidad, su mejor atuendo y sus bellas mirada y sonrisa. Coincidí allí también en diversas ocasiones con su hijo, Manuel Álvarez Machado, sus nietos, sus biznietos, con su sobrina Mercedes o su sobrina Virginia… Con Deme, que la cuidó durante tantos años y a la que quería tanto. Conservo los vídeos que grabamos con sus remembranzas, tan entrañables.
Recuerdo con gran alegría el homenaje que familiares y amigos le hicimos con motivo de su noventa aniversario, donde ella recitó varios poemas, la mayoría de memoria, y nos dirigió unas sencillas pero encantadoras palabras de gratitud. Todavía después de esa fecha, seguíamos haciendo planes para presentarnos conjuntamente a los Premios del Tren «Antonio Machado» de Poesía y Cuento, con una narración sobre Leonor, la joven y malograda esposa de «Tío Antonio».
La recuerdo en estos y otros muchos momentos… y la seguiré recordando siempre. Con todo cariño y respeto. Descanse en paz y sigamos leyendo los poemas que ella revivía con tanto amor, por ejemplo, uno de los hermosos «Pensamientos» de su padre:
Viviendo con la esperanza
O viviendo del recuerdo,
Va pasando nuestra vida
Por la inmensidad del tiempo.
Mi querido amigo José María, se lo triste y afectado que te sientes cada vez que un amigo se va….seguramente lo hace muy en paz , habiendo cumplido con sus deberes y dejando cosas importantes a los que nos quedamos.
Su recuerdo permanecerá y ella con él.
Un abrazo
Gracias por tus sinceras palabras, Ana. En efecto, a pesar del dolor que nos causa la muerte, debemos siempre pensar que no todo se termina con ella. Abrazos.