Excalibur

excaliburHace cien mil años un animal salvaje (fuerte, inteligente, capaz de sobrevivir en condiciones durísimas, procurarse el alimento cazando a otros animales más débiles y defenderse fieramente de depredadores más fuertes que él) decidió someterse a otro ser también salvaje pero que le pareció mucho más inteligente: el hombre. Este era capaz de construir hogares seguros, de almacenar alimentos e, incluso, de producirlos mediante la agricultura y, además, podía enfrentarse con éxito y vencer a animales mucho más grandes y dotados de armas mortíferas. El hombre creaba herramientas e instrumentos con los que dominaba, o al menos neutralizaba, a las demás especies y progresaba permanentemente, modificando la naturaleza en su beneficio. Ese animal, ese lobo, decidió hacerse amigo del hombre pagando para ello el tremendo tributo de someterse totalmente a sus designios, hasta modificar su propia especie, hasta evolucionar de lobo a perro. Solo podía alcanzar su favor entregándose plenamente, obedeciendo ciegamente y demostrando una lealtad a prueba de cualquier comportamiento, fuera amable o cruel. Con ello, como todo ser que se somete sin condiciones a un ente superior, se aseguró la protección (interesada o generosa) de este y con ello unió su destino al del amo. De forma que un amo fuerte  le garantizaba una vida segura pero un amo arbitrario o débil lo vinculaba a su inseguridad. Así hemos llegado hasta aquí. El perro acompaña al ser humano y le entrega su destino, sin dudar ni un instante de serle fiel hasta la muerte. Así Excalibur, la mascota de la enfermera contagiada de ébola, que ha sido sacrificado por si podía transmitir la enfermedad de su ama. Una muerte dolorosa que ha producido cientos de miles de protestas y apoyos en diversos países y enfrentamientos con las fuerzas de orden público (que actuaban cumpliendo órdenes de las autoridades sanitarias y judiciales); una muerte que, paradógicamente, ha tenido más repercusión y más solidaridad que los más de tres mil muertos por ébola que ya se contabilizan en África.

Este dramático incidente nos muestra una vez más que nuestra civilización no ha superado del todo a civilizaciones mucho más antiguas, donde los sacrificios para calmar a dioses o fuerzas desconocidas llegaban a incluir seres humanos, además, por supuesto, de otros animales. No hay que olvidar que nuestra cultura, sobre todo por su herencia judeocristiana, rinde culto al sacrificio humano (empezamos la cronología moderna con el nacimiento del que estaba destinado a inmolarse para salvar a la humanidad) para liberarse de sus sentimientos de culpabilidad, para desviar la responsabilidad propia hacia otros, para buscar soluciones mágicas en vez de científicas, etc., etc. García Lorca («taurófilo») dijo, para contrarrestar los argumentos de los «taurófobos», que la famosa fiesta nacional española, los toros, significaba un rito para, con el sacrificio del animal, exorcizar nuestros demonios interiores, nuestras culpas, nuestras iras, etc.

Quizá el pobre Excalibur, que ha protagonizado inconscientemente una dura pelea entre los «animalistas» y los protocolos obligados de protección a la población humana, cuya suerte estaba ligada incondicionalmente a la de su dueña, signifique también un rito para evitar un análisis profundo y serio de la serie de errores, individuales e institucionales, que nos han llevado a la crisis del ébola en nuestro país.

Quizá nuestra civilización necesite mantener su difícil equilibrio mediante el sacrificio de o-EBOLA-570inocentes, animales o personas, como analizó, tan inteligentemente Melville en su magnífica novela Billy Budd. Pero sea un ingenuo marinero caído en la trampa de un oficial miserable, un bello y noble toro en una plaza con espectadores enfervorizados o un pobre perro doméstico, cualquier muerte inocente  nos debe hacer reflexionar sobre esta civilización.

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6 respuestas a Excalibur

  1. javier dijo:

    Muy bueno es la defensa de la vida animal,pero hay otra vida muy superior a la animal ante cuyo asesinato diario en España (más de trescientos seres humanos indefensos)no se pronuncian los que defienden a ultranza la vida animal.

    • librosyabrazos dijo:

      Gracias, Javier, por participar. Insisto en que cualquier muerte inocente nos debería hacer reflexionar profundamente, sin maniqueísmos ni dogmatismos, sobre la civilización que nos hemos dado que, justo es reconocerlo, tiene graves deficiencias a pesar de que también ha conseguido grandes avances en la cuestión de los derechos humanos.

  2. Fany dijo:

    Excelente análisis de un interesante aspecto de nuestra sociedad: la privación de la vida por ley, tradiciones, rituales, diversión, etc, a seres vivos, y las diferentes formas de sentirlo. En esta ocasión, es preciso reconocer, como lo hace este relato, las protestas por la muerte de un animal y la indiferencia por las miles de muertes de personas a causa del ébola, de otras epidemias o a causa de las guerras. Amo los animales y tal vez hubiese sido mejor aislarlo, observar su evolución e intentar salvar su vida, pero ante algo tan grave que no se se ha sabido gestionar bien, y la hipotética curación de su dueña, la suerte del animal no podía ser otra.
    Manifestarse en defensa de la vida de Excalibur y callar ante los miles de víctimas del ébola, no me cuadra. ¿Será que la conciencia de la sociedad se está volviendo “líquida”?

    José Mª, un abrazo, cariños para tu perrita y mi felicitación.

    Fany

  3. librosyabrazos dijo:

    Gracias, Fany. Me encanta saber que me lees (siempre con generosidad e inteligencia). Había muchas personas, algunas con gran calificación científica, que aseguraban que aislar a Excalibur y observarlo hubiera sido caro pero muy útil para luchar contra el ébola… pero al final parece que se optó por el sacrificio para evitar cualquier otro riesgo (o costo económico o social). En cuanto a la paradoja de que cientos de miles de personas hicieran de ese asunto la etiqueta más frecuentada en las redes sociales… nos debe hacer, como yo pedía, reflexionar profundamente. Y sigo pensando que es obligado (re)leer «Billy Budd». Un abrazote (y un saludo «rábitico» de Trufita).

  4. Gracias por tu inteligente reflexión, José María, en nombre de todos a los que nos ha dolido el corazón con el sacrificio del pobre e inocente Excalibur. Increíble negligencia la de Occidente, viendo que desde hace 40 años muere gente en África con el ébola. Hasta que no nos ha llegado a casa no hemos reaccionado…

  5. librosyabrazos dijo:

    Tienes toda la razón, María Eugenia: en esta ocasión, como en otras desgraciadamente, ha tenido que llegar el peligro a nuestra casa para que, más por intereses que por ideales, dediquemos recursos y energías a combatir algo tan siniestro como el virus del ébola.

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