Julio Llamazares, un ejemplo

Conocí a Julio Llamazares, en 2003, en el homenaje que se le hizo en Soria a Avelino Hernández, poco después de su muerte.
Yo había editado el libro (breve pero intenso) de Avelino Donde la vieja Castilla se acaba (y algún otro) y habíamos hecho una buena amistad. Cuando le comenté a Julio que su gran novela La lluvia amarilla me había deslumbrado desde su primer párrafo me dijo que había comenzado a escribir la novela nada más acabar de leer el libro de Avelino… ¡Orgullo de editor! Yo había contribuido modesta pero meritoriamente a que un gran escritor escribiera uno de los relatos más impresionantes sobre la dramática despoblación del centro de la península y la terrible soledad que conllevaba.
Luego he leído algunos otros textos de Llamazares pero nunca llegué a ese grado de admiración que su «lluvia amarilla» me produjo. Hace pocos meses propuse su lectura en el grupo Amigos Lectores de mi barrio y volví a leer, con especial emoción, la obra y, incluso, escribí una entrada en mi blog («El odio transmitido») a partir de otro párrafo deslumbrante de la novela.
Digo todo esto para que se comprenda mucho mejor mi reacción al leer su artículo de ayer en El País sobre los sorprendentes resultados de Vox en las recientes elecciones autonómicas en Andalucía y concretamente en El Ejido:  (https://elpais.com/politica/2018/12/03/actualidad/1543851289_718405.html.) En mi modesta opinión, un ejemplo de cómo se está tratando el fenómeno Vox en los medios «progres». Veamos:
Con poco rigor en los datos: «El Ejido, el municipio almeriense en el que el partido ultraderechista Vox ha obtenido el mayor porcentaje de votos es la mayor población española sin librerías. La última que quedaba cerró en 2015 por falta de rentabilidad, así que los 89.000 ejidenses censados, si quieren leer, tienen que comprar los libros en Amazon o desplazarse a Almería a buscarlos.» Simplemente consultando en Internet se ve que hay librerías-papelerías, el departamento de Librería de El Corte Inglés ¡y 5 bibliotecas publicas!
Con un lenguaje maniqueo, estereotipado y superficial: «El caldo de cultivo del racismo, la xenofobia y el miedo al diferente, junto con el temor a perder el nivel económico alcanzado (no pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió, decía siempre mi madre) y una incultura ancestral que los coches de alta gama y los relojes de oro macizo no borran, han convertido el mejor de los tiempos de un país en el peor, por lo menos en lo que a calidad humana se refiere.»
Y, sobre todo, sin el menor análisis de los verdaderos problemas que se plantean hoy en nuestro país: ni una palabra sobre el ataque a la soberanía y la unidad nacionales, sobre el golpe de Estado latente (a cámara lenta dijo Alfonso Guerra) que existe en Cataluña (y que, por tanto es una grave problema que afecta a toda la nación, a todas las comunidades autónomas); nada sobre la chulería permanente, el desprecio grosero por todo lo que sea español, y especialmente andaluz, de los más señalados dirigentes del «procés»… Nada de lo que Vox viene denunciando (oportunamente, aunque se pueda pensar que también de forma oportunista) en su programa, en sus mítines y, antes, en los tribunales a los que ha llevado a alguno de esos dirigentes. Nada de lo que, sin duda, un gran porcentaje de votantes de Vox (casi 400.000 en toda Andalucía) encontraba en este partido y consideraba creíble y no lo encontraba ni veía creíble en otras formaciones políticas, especialmente el Partido Socialista de Andalucía.
Pero, sobre todo, lo más grave en mi opinión es que si la realidad que describe Llamazares fuera la que hay en El Ejido y, por extensión, en Andalucía, si de verdad las causas del triunfo de Vox fueran el racismo y la xenofobia, el miedo al diferente y«una incultura ancestral», la conclusión que habría que sacar, la crítica que habría que hacer es que si después de 36 años de dominio socialista estamos así, bien merecido tiene la izquierda perder el Poder en Andalucía… y en toda España.
En otro de sus libros, Memoria de la nieve, dice Llamazares: «Con la primera palabra nace el miedo y, con el miedo, se incendia la hojarasca del conocimiento y del olvido.» No tengamos miedo a buscar la verdad, no tengamos miedo a reconocer que hemos llegado hasta aquí con muchos méritos y aciertos pero también con no pocos y graves errores. Miremos con cuidado y sinceridad la realidad; busquemos las raíces y los antecedentes; tratemos de comprender el devenir para que no tengamos que sentir jamás la soledad de Andrés en Ainielle ni encontrarnos con una cuna en la que ha anidado una piara de víboras.

 

 

 

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2 respuestas a Julio Llamazares, un ejemplo

  1. J. Gustavo Catalán dijo:

    Fui gran amigo de Avelino Hernández durante sus años en Mallorca y, ambos escritores, nos reuníamos con mucha frecuencia (incluso para un vino en la estación de tren) para intercambiar impresiones. Su muerte fue para mi una nube de tristeza que vuelve cuando pienso en él como hoy ha ocurrido al leerte. Sin embargo, me ha encantado volver a él a tu través.
    Un muy cordial saludo.

    • librosyabrazos dijo:

      Tienes razón, Gustavo. Avelino era un gran tipo. Yo lo traté durante un corto tiempo… pero siempre nos entendimos muy bien y nos tomamos mucho afecto. Realmente, la muerte, y sobre todo cuando llega temprano, nos hace ver la enorme diferencia que hay entre la tragedia y la comedia humanas.
      Abrazos de Año Nuevo.

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